Planeta Faber

por · Mayo de 2024

Niños de Escocia, prostitutas victorianas o extraterrestres pueden poblar los libros de Michael Faber, el autor holandés, que creció en Australia y vive en Gran Bretaña, autor de novelas como Bajo la piel (2000), Pétalo carmesí, flor blanca (2002) o El libro de las cosas nunca vistas (2016), llevadas a la pantalla en películas y series. Aquí, una conversación entre Faber y el escritor alemán Thomas Oberender, director del Berliner Festpiele, en el Collegium Hungaricum de Berlín.

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Por Thomas Oberender. Traducción de Patricio Tapia

-Antes de comenzar, me gustaría presentarte al público. Michael nació en 1960 en Den Haag, Países Bajos. A la edad de siete años, se mudó a Australia con sus padres y su hermano. Allí estudió Lengua y Literatura Inglesa del siglo XIX, de lo que creo que vemos rastros en su escritura posterior.

-Tengo que interrumpirte ahí, porque mencionaste que emigré a Australia con mi hermano. De hecho, mi hermano se quedó en los Países Bajos. Esta es una de las cosas que probablemente yace debajo de toda mi escritura: mis padres estaban muy dañados por la Segunda Guerra Mundial. Decidieron dejar atrás el pasado, y el pasado incluía a sus hijos de matrimonios anteriores. Así que dejaron a esos niños en los Países Bajos y emigraron a Australia solamente conmigo.

-¿Fue únicamente tu hermano quien se quedó en los Países Bajos?

-No, también había una hermana. La conocí por primera vez cuando ella tenía diecisiete años. La volví a ver hace unos años y es una excelente persona, pero no la conocí. Volví a ver a mi hermano cuando yo tenía unos treinta y cuatro años.

-¿Cómo se las arregló él con su vida?

-Tuvo una juventud conflictiva. Hizo muchas de esas cosas que hacen los jóvenes con problemas, pero luego se enderezó y consiguió un trabajo. Se ha convertido en un ser humano muy bueno, pero aún muy dañado por la forma en que nuestra madre lo trató. Ella está muerta ahora.

-¿Cómo fue para ti mudarte de niño a Australia con tus padres y vivir allí con parte de tu familia?

-Creo que el tema de la alienación y el encuentro con una cultura extranjera está presente en todos mis libros. Y, por supuesto, como un niño holandés que llegaba a Australia, separado de mi hermano, sentí esas emociones discordantes. A menudo le preguntaba a mi madre cómo estaba mi hermano y qué estaba haciendo. Ella decía: “Oh, fue hace tanto tiempo, él te habrá olvidado”. Y cuando eres niño, no cuestionas ese tipo de relato. Fue solamente cuando tenía treinta y tantos años que comencé a pensar que esto no cuadraba y me puse en contacto con él nuevamente.

Pero fue extraño crecer en Australia. Soy una criatura muy del hemisferio norte, por lo que crecer en un país cálido fue extraño para mí. Cuando tenía 33 años, emigré a Escocia y viví en el extremo norte de Escocia, en las Tierras Altas, que es donde se desarrolla Bajo la piel. Eso fue también extraño, pero de una manera diferente. Ahora vivo en Inglaterra, que es el lugar más tremendamente extraño en el que he vivido en mi vida. Los ingleses son realmente muy extraños y no creen que sean extraños, lo cual es en sí mismo extraño. No tengo un estatus establecido, así que no sé dónde viviré en el futuro. Soy holandés. Mi pasaporte es holandés. Después del Brexit, todos los europeos seremos automáticamente inmigrantes ilegales. Tenemos que solicitar permiso para quedarnos. Básicamente, eso significa preguntarle a Boris Johnson o a quien quiera que esté en el poder: ¿puedo quedarme en su país, por favor? ¿Pero sabes qué? No quiero, está mal, simplemente está mal. Veremos qué sucede. Si se ponen duros con los europeos que no han pedido permiso, entonces tal vez tendré que irme y existirá otra parte de mi vida en otro país. Ya veremos.

-¿Por qué al Reino Unido? ¿Hiciste un primer intento de convertirse en ciudadano británico en la década de los 80?

-Sí, estaba casado en ese momento con una mujer que provenía de Winchester en Inglaterra. Ella decidió que quería volver a casa, así que ahorramos durante un largo tiempo con la idea de emigrar a Inglaterra. Al final, debimos de haber estado allí unas seis semanas. Por supuesto, regresó a su ciudad natal que recordaba de su infancia. Pero todo era diferente. Ella era más alta y todo estaba mal. Así que eso no funcionó y decidimos volver a Australia. En el aeropuerto, descubrí que no tenía el sello correcto en mi pasaporte, por lo que no me permitieron subir al avión. Pasé una semana sin hogar en Londres, hasta que se abrió la siguiente opción para volar. Gasté todo mi dinero pensando que regresaría a Australia, así que tuve que sobrevivir en las calles. Pienso un poco en eso en Pétalo carmesí, flor blanca, mi novela sobre una prostituta del siglo XIX.

-¿Hay quizás un rastro de esta experiencia en El Libro de las cosas nunca vistas, en la escena en la que Peter regresa a la estación después de un largo período con los extraterrestres? Alguien le pide que se suba a un auto y se da cuenta de que está sucio. No se atreve a sentarse por miedo a ensuciar también el asiento. ¿Era esto también un recuerdo de cómo se siente no tener hogar?

-Creo que tomar la decisión de ser una persona sin hogar, mientras se tiene una red de seguridad dentro de una semana, es completamente diferente a estar realmente sin hogar. Hay una razón por la cual las personas no tienen hogar. De hecho, por lo general son muchas razones diferentes y tienen que ver con que tu vida se vaya por el retrete. Mi vida no se iba por el retrete; simplemente no me permitieron subir al avión. Esa es una experiencia completamente diferente, pero sigue siendo un vistazo a otro mundo en el que pensabas que no estarías, y de repente lo estás. Es interesante para un escritor, pero no me imagino que alguna vez estuve realmente sin hogar.

-¿Cuándo empezaste a escribir?

-Ya estaba escribiendo libros cuando era niño. Escribí un libro cuando tenía unos ocho años que era mitad en inglés, mitad en holandés porque acababa de llegar a Australia.

-¿Te acuerdas de qué se trataba?

Se llamaba Knobble y Bobble van a la Luna. En Holanda, estaban estos personajes de dibujos animados llamados Knobble y Bobble y los dos ratones. Más tarde, comencé muchas novelas en mis primeros años de adolescencia y leía partes de ellas en la escuela a la hora del almuerzo. Algunos niños venían a donde almorzábamos y les leía el último capítulo de mis libros. Uno de ellos era como una novela de vaqueros. No sabía nada sobre vaqueros, así que lo inventé. Tenía violencia, lo que les gusta a los niños. Luego escribí una novela basada en John Lennon y Yoko Ono. Escribí unas cien páginas de eso y luego murió. Y escribí unas 120 páginas de una novela de ciencia ficción, que era una típica novela de las que escriben los adolescentes, en la que te levantas una mañana y todo el mundo está muerto excepto tú y tienes todo el mundo para ti, ese tipo de cosa. 

Cada año, a medida que crecía, leía lo que había escrito el año anterior y me daba cuenta de que era una mierda. Y luego empezaría de nuevo y escribiría una nueva versión. Para cuando hubiera escrito eso, tendría un año más y me daría cuenta de que también era una mierda. Y esto siguió y siguió. Después de haber comenzado y no haber terminado unas cinco novelas, me casé con esta inglesa, que también quería ser novelista. Ella estaba escribiendo una novela autobiográfica, una especie de novela de “retrato de la artista adolescente”. Se quedó atascada con ella. Aproximadamente a la mitad, no sabía qué hacer. Y debido a mis intentos fallidos de escribir una novela y los intentos fallidos de ella de escribir una novela, pensé que debía haber una mejor manera de escribir un libro. Pensé que tal vez necesitaba estructura, planificación. Así que pensé en quién era bueno en la planificación de libros y decidí que los victorianos eran muy buenos en la arquitectura de las novelas. Leí Middlemarch de George Elliot, que es una novela hermosamente construida, y pensé que eso era todo: antes de comenzar, simplemente planificar cómo será el libro. Entonces, con Pétalo carmesí, flor blanca, sabía todo lo que iba a pasar en cada capítulo, prácticamente en cada escena.

-Puedo imaginar que es una estructura compleja.

-Tenía alrededor de dos páginas de planificación y luego escribí el libro, y funcionó.

 -Pero te tomó ¡veinte años!

-Bueno… no pasé todos esos veinte años escribiendo Pétalo carmesí, flor blanca. También tuve un matrimonio que fue dramático, y trabajé como enfermero durante muchos años. Además, mi gran pasión es la música y pasaba unas diez horas al día escuchando música. Así que no escribí mucho durante un cierto número de años. Cuando mi primer matrimonio se vino abajo, tuve más tiempo y volví al libro y lo terminé bastante rápido.

La versión original del libro tenía un final muy malo; la heroína, Sugar, tenía un final horrible. Y cuando mi segunda esposa, Eva, lo leyó, dijo: “No puedes hacerle esto a esta muchacha, la gente la ama, han leído 800 páginas con ella, no puedes matarla de esta manera horrible”. Y yo dije: “No, no entiendes la tragedia”. Y ella dijo: “Entiendo la tragedia, simplemente no creo que debas hacer eso en este libro”. Entonces escribí una versión diferente de Pétalo carmesí, flor blanca, en la que ella sobrevive.

-Es un final muy especial. La heroína abandona la historia y nadie sabe su futuro. ¿Excepto, quizá, tú?

-No lo sé, en realidad. Para mí, eso se sintió adecuado. Eva me aconsejó una vez que le diera libre albedrío a Sugar y que la dejara ser un ser humano en lugar de una marioneta en una tragedia griega. A lo largo de la novela hemos visto todo sobre ella, incluida su vida sexual. Tenemos pleno acceso a su vida. Se sentía como correcto que, al final, ella debería tener su privacidad, que ella simplemente fuera hacia su propio futuro, y no sabemos cuál es.

Trabajé muy duro en ese capítulo final. Pero algunas personas no están muy contentas con él. Recibo muchas cartas de decepción que dicen “no puedes hacer esto, ¿a dónde se fue?”, particularmente de lectores estadounidenses; los estadounidenses realmente quieren que las cosas estén bien atadas.

-También hay un muy corto capítulo especial después de que la heroína, Sugar, ha dejado la historia en este futuro desconocido. Y es cuando el propio libro nos habla y se despide. Entendemos entonces que el libro fue nuestro hospedador, un ser vivo que tiene muchos lados, muchas contradicciones, su propio tiempo, su propia dignidad. Para mí, este fue el mayor cambio de voz desde Crimen y castigo de Dostoievski.

-Me alegra que te haya gustado esa despedida. Ciertamente existe este elemento del libro que le dice al lector: Ven conmigo, te voy a mostrar el mejor momento de tu vida. La pregunta es si el libro cumplirá esa promesa. Mientras estás leyendo el libro, tiene este control sobre ti. Pero cuando el libro termina, la relación termina. Nunca he ido a prostitutas, pero creo que es un encuentro que tiene ese tipo de promesa cumplida o rota.

Creo que a menudo, con la literatura seria, se hace una promesa que no se cumple. Si el escritor es realmente serio y literario, siente que está bien no generar emociones o compromiso emocional porque puedes obtener esas cosas de los best-sellers, de alguna porquería de escritor de aeropuerto. Existe la suposición de que acudes al galardonado autor literario por algo de más altura. Nunca respeté esa distinción. Siento que, si alguien va a dedicar tiempo a un libro, entonces debería preocuparse por sus personajes. Debería estar pasando las páginas y preocupándose si el protagonista va a estar bien. Debería estar enojado, debería estar estresado, todas esas cosas que obtienes de una novela romántica o de un thriller. Todo debería estar allí. No debería haber esta división entre literatura alta y baja.

-Pensando en los finales, El libro de las cosas nunca vistas tiene una conclusión muy dura para mí, pero uno puede verlo desde diferentes perspectivas. ¿Quizá puedas comentar un poco sobre ese libro y su final?

-Para mí, El libro de las cosas nunca vistas era el último libro que iba a escribir. Tenía la sensación de que solamente tenía un cierto número de novelas dentro mío y esta iba a ser la última. Es un libro inmensamente triste sobre un ministro cristiano que recibe el trabajo de atender las necesidades espirituales de la población nativa de un planeta alienígena llamado Oasis. Hay una cooperación multinacional en la sombra que tiene una base en el mismo planeta y de alguna manera están en contacto con la población nativa. Lo único que quieren los extraterrestres es la palabra de Dios y un ministro cristiano. Tenían uno antes, pero él ha desaparecido, así que quieren otro. Entonces Peter consigue este trabajo y se va a Oasis. Su esposa se queda atrás en la Tierra y se mandan correspondencia. La novela analiza lo que sucede con esa relación entre dos personas que se aman pero que ahora están separadas por una distancia inmensa. Peter está haciendo su trabajo en Oasis: en realidad es un trabajo maravilloso porque los extraterrestres no quieren nada más que la palabra de Dios. Mientras tanto, su esposa está aquí en la Tierra y todo se está desmoronando: todo el cambio climático y el colapso social que ya estamos viendo. Ella está tratando de comunicarle esto, pero él está allá arriba y ella aquí abajo; hay una tensión entre sus diferentes realidades.

Poco tiempo después de que comencé a escribir este libro, a mi esposa Eva le diagnosticaron un cáncer incurable. Sabíamos que iba a morir dentro de unos años. Eso añadió otra dimensión al libro. No sé cuántas personas aquí han tenido esta experiencia, pero cuando la persona que amas tiene cáncer y tú no, ellos realmente están en un planeta diferente; están en el planeta cáncer. Y puedes amarlos, puedes apoyarlos, pero realmente no puedes estar con ellos. Así que todo encajó en el libro. Despedirse de todas las cosas de las que se despide el libro era también despedirse de Eva. Y ella me ayudó mucho con ese libro. Ella me ayudó a editarlo y terminarlo. Sabía que sería publicado, pero no vivió lo suficiente para verlo publicado. Es un libro de despedida. Pensé que sería mi última novela. Sigo pensando que será mi última novela para adultos, pero desde entonces he escrito una novela corta para niños.

-¿Eva también era escritora?

-Sí, también era escritora. ¿Conoces ese dicho en Alemania de que para ser realmente bueno en algo tienes que hacerlo durante 10.000 horas? Bueno, ella no lo hizo durante 10.000 horas. También fue madre y maestra. Había muchas cosas en sus historias que no había resuelto. Pero tenía una manera muy interesante de ver el mundo y escribía sobre temas interesantes. De niña, ella fue testigo de Jehová. Sus padres eran de Polonia, pero eran polaco-alemanes. Esto significaba que estaban en la Volksliste nazi, que determinaba quién tenía sangre alemana y quién obtendría un mejor trato. Básicamente, si tenías algo de sangre alemana, tenías más calorías, a eso se reducía todo. Después de que terminó la guerra, estos polacos alemanes que habían recibido un trato favorable estaban en grandes problemas. Así que los padres de Eva emigraron a Australia, donde ella creció, pero con toda esta nube de la Segunda Guerra Mundial y el complejo germano-polaco de los testigos de Jehová sobre ella. Ella escribió sobre todo eso de una manera muy interesante, pero la mayoría de sus cuentos no están terminados. Lo que quiero hacer es terminar sus cuentos. Lo he hecho con cuatro hasta ahora. Se los he mostrado a algunos otros escritores, y lo que me deleita de su respuesta es que notan esta sensibilidad distinta que no es la mía, y que es consistente en las cuatro historias. Estoy muy feliz por eso, porque una de las historias es aproximadamente el 99% de su prosa: solamente hice algunos ajustes editoriales. Otra es quizá un 60% de su prosa y un 40% mía, y otra historia quizá un 40% de ella y un 60% mía. La cuarta historia es casi toda mi prosa, con solamente sus ideas y bocetos, pero es su voz en cada una de las cuatro y espero poder lograr eso también con las otras historias. Por tanto, habrá un libro de Michel y Eva Faber.

-En El libro de las cosas nunca vistas, Peter regresa a la Tierra y a su esposa, pero el planeta se encuentra en un estado de catástrofe. Se entera de que será padre y, al mismo tiempo, el mundo está desapareciendo.

-Vivimos en un mundo muy aterrador. Basta con mirar la protesta climática que tuvimos en Berlín. Vivimos en un mundo donde los padres no pueden hacer eso que los padres siempre han podido hacer por sus hijos: decir “todo va a estar bien”. Tenemos un mundo civilizado lleno de padres que están aterrorizados porque saben que no va a estar bien, pero aun así tienen que criar a sus hijos. Es un ritual humano imposible.

El libro de las cosas nunca vistas intenta ver ese dilema y ser honesto al respecto, pero sin dejar al lector deprimido. Es un desafío muy difícil. Puedes escribir un libro que deprima a todos y diga que no hay esperanza. Es fácil escribir un libro así, porque tenemos mucho material de apoyo, pero eso no ayuda espiritualmente a nadie. Creo que una de las cosas que la literatura debería hacer por las personas es darles la fuerza para seguir adelante. Con El libro de las cosas nunca vistas, estoy tratando de encontrar una manera de enfrentar todas eso problemas reales sin dejar de tener algo de consuelo.

Una de las cosas que hizo mi esposa antes de morir fue ayudarme a escribir un final diferente para el libro. El final original tenía a Peter, nuestro héroe, en el patio de ejercicios de este complejo alienígena. Él sabe que volverá a la Tierra y tratará de encontrar a su esposa. BJ, uno de los otros personajes, le dice: “Cuídate, ten cuidado, es un lugar peligroso ahí abajo”. Y dice: “¡Palabra de explorador!”. Ese fue el final del libro.

Pensé que esto era muy inteligente porque Peter solía ser un Boy Scout, y el signo de “palabra de explorador ” es este gesto de tres dedos, como la forma de una iglesia gótica, y la Trinidad del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Pensé que esto era genial, pero Eva dijo: “Es simplemente inteligente, no tiene impacto emocional. Después de un libro que tiene tanta emoción, no puedes terminar así”. Ella dijo: “No, regresa y escribe un final que tenga resonancia emocional”. Entonces volví y escribí lo que has descrito.

-Peter tiene treinta y tres años, por cierto, la misma edad que tenía Jesús en el momento de su muerte. ¿Por qué es así? ¿Es por accidente?

-Por supuesto que no es por accidente. Nada en mis libros es por accidente. Pero quería que pareciera que fue un accidente. Hay muchas cosas religiosas en todos mis libros. Si se excava debajo de la superficie, se puede encontrar muchos niveles de referencia y significado: la mitología, la Biblia, etc. Pero me aseguro de que nada se interponga en el camino del disfrute del lector. Esto diferencia mi trabajo del trabajo de muchos autores serios, donde a menudo tienes la sensación de que a menos que investigues y entiendas todas las referencias, no puedes continuar con el libro. Trato de hacerlo de manera diferente en mis libros. Con El libro de las cosas nunca vistas, si quieres considerarlo como una historia sobre dos personas que se aman y están perdiendo el contacto, puedes leerlo en ese nivel y seguir pasando las páginas. Del mismo modo, con Bajo la piel, existe esta columna vertebral de suspenso de ciencia ficción en la narración, y si quieres emprender ese viaje puramente como lector, puedes hacerlo. Pero si quieres volver a leerlo y ver más capas, puedes hacerlo. Si no quieres volver a leerlo y nunca ver las capas, está bien, pero también están ahí si quieres descubrirlas.

-En tu primera novela, los extraterrestres hablan de los humanos como extraterrestres en la tierra. Para ellos, somos solamente una especie animal. ¿Podrías hablar un poco sobre este marco de deshumanización y otredad?

-Todos mis libros tratan sobre la alienación de un tipo u otro. A menudo, la forma en que las personas se permiten tratar mal a otras personas es definiéndolas como Otro. Así es como nos metemos en temas de género, de raza, de guerra. Es esta noción de que la otra persona es un tipo diferente de forma de vida y, por lo tanto, puedes hacerle lo que quieras porque no es como tú, no sufre como tú, no es importante como tú. Estoy viendo eso desde una cierta perspectiva en Bajo la piel y desde una perspectiva diferente en Pétalo carmesí, flor blanca, porque la protagonista es una prostituta y de una clase más baja, por lo que es tratada como un tipo de criatura completamente diferente.

-Para mí, también es importante cómo creas un lenguaje distinto para los seres alienígenas en El libro de las cosas nunca vistas, para que tengan su propio tipo de pronunciación y expresión. Y también usas una tipografía especial para designar esta forma especial de hablar.

-En mi manuscrito original, tenía letras tailandesas que se veían realmente hermosas. Pero tengo que aceptar que hay unas pocas personas en el mundo que hablan tailandés. Así que mi editor diseñó un nuevo idioma que parece un poco árabe y un poco hebreo, que es apropiado para El libro de las cosas nunca vistas.

-También juegas con las letras en diferentes libros: tamaños de fuente y efectos.

-Soy un gran fanático de los cómics y en todos los cómics de Marvel que leí cuando era niño, todas esas cosas pasaban y pensé: bueno, ¿por qué no usar eso en la literatura?

-Usas otra cosa de los cómics: los nombres. ¿Puedes contarnos algo sobre eso?

-Todos los personajes humanos de El libro de las cosas nunca vistas tienen nombres basados ​​en los apellidos de escritores y artistas de Marvel Comics de las décadas de 1960 y 1970. Me encantan todas esas cosas y es mi manera de decir “Gracias y Hola”. Por ejemplo, Kurtzberg que fue el ministro cristiano que fue al planeta antes que Peter, está basado en Jacob Kurtzberg, alias Jack Kirby, uno de los grandes creadores de historietas. Inventó los Cuatro Fantásticos, Hulk y todos esos personajes. Muchos de los nombres que elegí son nombres de entintadores; Marvel Comics tenía una especie de línea de producción en la que una persona dibujaba el cómic a lápiz y luego se lo pasaba a otra persona que hacía las tintas. Uno de los entintadores se llamaba John Severin. Tenía mucho talento y tenía un estilo propio muy especial. Tomé prestado su nombre para uno de los personajes de El libro de las cosas nunca vistas, un hombre que Peter conoce en su viaje al planeta.

-Has dicho que nunca viste escribir como una carrera. ¿Cómo viste el escribir?

-Para mí, escribir era reivindicar el derecho a estar en un cierto estado espiritual no afectado por otras cosas. Obtuve la misma emoción al escuchar música. Quería usar lo que hice en ese espacio de una manera que pudiera ser útil para otras personas. No quería ser indulgente conmigo mismo.

-Pienso que funcionó. 

-Pregunta del público: Una cosa que me confundió en El libro de las cosas nunca vistas es la concepción de los extraterrestres. Los encontraba aún muy humanos; todos son individuos y pueden comunicarse entre sí. ¿Alguna vez pensaste en hacerlos completamente diferentes?

-Si hubiera hecho a los extraterrestres con la forma de un contenedor, haciendo sonidos que no podíamos entender, eso habría dado el mensaje de que es imposible cruzar la línea divisoria entre nosotros y el otro. No creo que sea imposible, solamente creo que es muy difícil. Y tenía que ser difícil, y el lector necesitaba que se le recordara que cuando pensamos que entendemos a otras personas, probablemente no lo hayamos hecho. Pero quería que hubiera una sensación de que la comprensión podía ocurrir, así que hice a los alienígenas lo suficientemente humanos para que eso pareciera posible. Hay una parte en el libro, para aquellos de ustedes que no lo han leído, donde Peter se encuentra por primera vez con los extraterrestres. Tienen forma humana, con dos piernas y dos brazos, y piensa que esto es extraño porque esperarías que fueran arañas gigantes o algo así. Y luego se quitan la capucha de la cara y no hay nada allí que parezca una cara. No sabe lo que se supone que debe mirar. No sabe de dónde vienen los ruidos. Eso es un recordatorio de su extrañeza sin llevarlo tan lejos que le resulte conceptualmente imposible relacionarse con ellos.

-Thomas Oberender: Bajo la piel es otro ejemplo de alienación a través del cuerpo.

-Una de las cosas que influyó en la creación de ese libro fue el rápido aumento de la cirugía estética. Entre las mujeres empezó a ser muy común decir: “Me voy a operar la cara o los pechos. Y no es que quiera ser hermosa, solamente quiero ser normal. Siempre supe que no era normal y que este era un problema que debía solucionar”. Fui enfermero durante nueve años y sé lo que es la cirugía. La idea de que alguien permitiera que lo mutilaran deliberadamente para ser considerado normal era algo muy extraño para mí. Esto me hizo pensar: ¿Cómo sería si alguien necesitara ser ajustado quirúrgicamente para pasar por un ser humano? Esto es lo que ha hecho Isserley en Bajo la piel para convencer a los seres humanos de que ella es humana. Hay política de género allí, hay problemas con el cuerpo y, una vez más, el extraño y el otro, esos mismos temas que surgen en mis libros una y otra vez, solamente que vistos de manera diferente.

Esta conversación tuvo lugar en el Collegium Hungicarum, in 2019, publicada en la revista Sand (marzo 2020). Se traduce con autorización de su autor.

Planeta Faber

Sobre el autor:

PANIKO.cl (@paniko)

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