La Guacha: la fiesta del abandono

por · Enero de 2012

La Guacha: la fiesta del abandono

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Los vi una vez en la televisión, tarde, llegando de una fiesta o algo, en ese programa en el que concursaban bandas, los entrevisté en la casa en donde ensayaban e iniciaban este proyecto que era La Guacha. Han pasado algunos años, se instalaron, hoy están de gira junto a una marca de cerveza y pusieron una canción a una teleserie.

// Anoche La Guacha se hizo de la competencia del festival de Olmué, con la canción “Y arriba quemando el sol” de Violeta Parra.

Escena uno. El escenario está vacío, las luces centrales han desaparecido y dan paso a los focos disparando una tenue luminosidad celeste y amarilla apropiándose del resto de la sala, iniciando una ocupación eléctrica de la oscuridad. Las voces del público, sus susurros y ovaciones, comienzan a desaparecer y se escuchan los pasos de los músicos, marcando el compás de pisadas sobre madera, abordando ese escenario como si se posicionaran en una trinchera. Toman sus armas y empieza el show.

La Guacha es una banda que relee la música popular latinoamericana. Un cajón mestizo en el que se guardan desordenado el bolero, la cumbia, el modern jazz, el funk, el rocksteady, la bossa nova, y todo lo que la cultura popular ha codificado en su imaginario propio, tan folklórico como urbano, en el corazón y en el inconciente. Es de esas bandas que, enterrado en la butaca solitaria de una sala de concierto, se deja querer igual como si estuvieran tocando en un estadio en medio del roce con las chicas a tu costado y los empujones con tipos que miden treinta centímetros más que tú. Eso es, quizá, gracias a Soledad del Río, una mujer capaz de encantar a la audiencia no sólo con su destreza vocal sino con su entusiasmo, sus bailes y su parada escénica que tiene mucho de teatral, pero también de instinto en estado puro. El resto lo componen: Juan Pablo Escares en guitarra, Alexis Bugueño en bajo y Rodrigo Mora en batería. En vivo se apoyan por Lautaro Álvarez en percusión, Daniel Espinoza en trompeta y Franz Mesko en saxo tenor. Lleva poco tiempo funcionando, un año y medio, “antes teníamos un proyecto de investigación de música afrocubana, se llamaba Son de la Plaza, y tocábamos música tradicional de Cuba de los años veinte, y hacíamos una representación muy folklórica de la salsa y del son” comenta Juan Pablo. “Muy a la patá”, agrega Soledad entre risas. Al terminarse el grupo, sus integrantes no sólo hacen el paso que hace casi toda banda de los covers a los temas propios, sino que además se “electrizan”, cambiando los instrumentos acústicos por los habituales de una formación de rock. “Nos tiramos a la piscina y aprendimos a nadar al tiro” reflexiona Soledad.

Escena dos. Ensayo creativo es como han denominado a este día, los chicos de La Guacha. Se trata de una reunión casera entre el corazón y el cerebro de la banda, Soledad y Juan Pablo, en donde tiran ideas, pulsiones que más tarde serán canciones. Una fecundación sonora y creativa. Hasta ahí me han invitado para llevar a cabo esta conversación en un día caluroso perdido entre las tardes lluviosas que nos ha ofrecido Santiago durante la semana.

Tengo la impresión de que son músicos de formación ¿no?
Juan Pablo (JP): Sí, yo me formé en la escuela de música de la SCD, Alexis en contrabajo clásico en la Chile, Mora en percusión latina en la Escuela Moderna, la Sole estudió en la SCD, también, y tiene además formación de actriz.

Soledad (S): Y también con harto profe particular.

¿Y desde la academia, cómo se aborda el mundo de lo popular?
JP: Es importante la formación académica en nuestra música, pero tiene que ver más con las cosas que hemos tocado o que nos llaman la atención musicalmente. La Sole, por ejemplo, tiene un bagaje súper amplio de música latinoamericana y del bolero. El rollo que tiene ella con el bolero, se une a mi rollo con el jazz y se junta muy bien en lo armónico, por ejemplo. La formación técnica tiene que ver más con conocer cosas, con conocer la tradición. Somos músicos y nos gusta la música, estamos dispuestos a escuchar de todo, hasta reggaeton.

La Guacha aparece en un contexto en que hay muchas bandas releyendo la cultura latinoamericana, muchas bandas de cumbia, frente a un público muy joven que dejó de renegar que le gusta la música folklórica y tropical. ¿Cómo ven su aparición en esa escena? ¿Cómo dialogan con otras bandas?
JP: Creo que es súper positivo lo que ha pasado desde Joe Vasconcellos pa’ adelante, que fue el momento en que se empezó a rockear con la música latina, y que empezaron a salir bandas como Chico Trujillo o Juana fe. Pero la verdad, no nos sentimos muy aceptados por el circuito. Somos amigos de toda esa gente, pero no nos han invitado a tocar ni nada de eso. Creo que tiene que ver con un proceso de maduración de nosotros, también, porque como somos una banda nueva, todavía nos falta pelearla más pa’ poder meternos en el circuito.

S: También tiene que ver con el aceptarnos nosotros. Todo este camino ha sido con el fin de buscar nuestro sonido y, de a poco, lo vamos encontrando.

¿Cuál es, entonces, la diferencia entre La Guacha y el circuito del que hablamos?
JP: Tiene que ver con lo que las otras bandas no tienen. Lo ecléctico que somos, el que tengamos un lenguaje más complejo desde el punto de vista armónico.

S: Yo he escuchado comentarios de algunas personas que dicen que nosotros somos buenos, pero puede que seamos muy técnicos, que tengamos algo que no es tan fácil de digerir. Ahora, yo creo que ha sido un proceso hacer más digerible nuestra música, porque al principio también teníamos la ansiedad de hacerlo todo en una canción: que tuviera hartas partes y de arreglos bien complejos. A medida que hemos ido avanzando, nos hemos ido simplificando. La diferencia entre el primer y último tema es radical en ese sentido. Con respecto a las otras bandas, yo creo que han tenido una acogida más bien tibia, un poco por lo mismo, porque al ser más complejos, la gente dice ah no, son muy músicos, no prenden. Aunque yo creo que sí prendemos.

¿Y buscan prender al público?
S: En algunos minutos sí, y en otros no. Nuestro objetivo principal no es hacer bailar. Buscamos emocionar a la gente. Desde la tonada triste que hace llorar hasta con la cumbia que hace bailar, pasando por la canción que habla sobre las cosas con las que estamos en desacuerdo, de crítica. La idea es llegar a la gente, tocarla, hacer que sienta identificada en los distintos aspectos de la vida. Porque la vida no es sólo bailar.

Escena tres. Chile es un país guacho. Pregúntenle a Bernardo O’Higgins. Nos formamos en la orfandad, carecemos de padres culturales y es por eso que nos apegamos tanto a las modas pasajeras. Somos un país solitario y abandonado. La Guacha tiene una vocalista que se llama Soledad. ¿Curioso?

Con respecto a las letras de La Guacha, siguen también esa línea de la canción latinoamericana en donde vemos que los ritmos son muy prendidos y, en cambio, las letras cuentan unas tragedias terribles.
S: Es el bolero que se me aparece, esa actitud. La mayoría de nuestras canciones podrían ser boleros. En realidad, yo no busco algo para decir. Yo escribo lo que me sale de la guata. A veces, lo piensas un poco y lo estructuras de la manera más inteligente pero es lo que te sale de la guata. Eso es lo que hace que la gente se identifique con las letras.

JP: Cuando nos preguntamos de qué se trata la música chilena en general, yo creo que es eso lo que nos une. Porque acá puedes escuchar una banda rockera que no tenga ninguna relación con la música latinoamericana. Acá hay bandas que suenan igual a bandas inglesas, pero si escuchas a esas bandas te das cuenta de que son bandas chilenas por sus letras. Porque nuestras letras son así, depresivas y oscuras.

¿Y tienes alguna teoría de por qué sea tan tristes nuestras canciones?
JP: Es la cosmovisión del pueblo en el que vivimos. Tiene que ver con muchas cosas, partiendo por nuestro rollo geográfico, por la cordillera que nos hace vivir en una burbuja, pa adentro. Tiene que ver con cómo se ha forjado el país, nuestra historia, a qué se dedica la gente ahora. Chile es un país con mucha depresión, la gente trabaja todo el día en una oficina y después se va pa la casa y casi no vive. No somos tan felices como la gente en Centroamérica, que probablemente tenga muchos más problemas sociales, pero vive la vida de otra forma.

¿Qué queda para el futuro de La Guacha? Bueno, pues terminar un disco que se encuentran grabando hace meses y para el cual cuentan con un fondo de la música del cual se pueden escuchar adelantos en su myspace entre cuyos músicos invitados se encuentra Camilo Castaldi (Los Tetas, Funkattack) realizando una rap. Será un combo de bolero, cumbia y ritmos guapachosos.

// Esta entrevista apareció publicada en paniko.cl en octubre de 2009.

La Guacha: la fiesta del abandono

Sobre el autor:

Daniel Hidalgo (@dan_hidalgo). Publicó los libros Barrio Miseria 221 (2009) y Canciones punk para señoritas autodestructivas (2011).

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