El rock argentino muere un poco más: crónica desde Buenos Aires.
Ha pasado un poco más de 24 horas y las calles porteñas están pesadas. Se fue Spinetta. Se fue la leyenda. El rock argentino muere un poco más.
// Por Javier Correa, desde Buenos Aires.
Buenos Aires está sofocante, como de costumbre. Pero el álgido calor y la humedad del aire bonaerense está triste. No murió Gardel, no murió Evita. Se fue el flaco.
Las salas de cine que proyectan la película de Capusotto están vacías. Hasta el mismo Capusotto debe estar evitando hacer chistes sobre el rock argentino, debe estar pensando en esconder a “Luis Almirante Brown” por un tiempo. El primer golpe fue el sueño eterno de Cerati, ahora se fue Spinetta. Tiembla Charly, cuídate Fito.
Las portadas de los diarios y los titulares de los noticieros lo dicen y entregan un Spinetta para elegir: uno de los padres del rock argentino, el poeta, el fundador, el tipo que gustaba de la filosofía, el que agradecía con abrazos a las fans que le deseaban una pronta mejoría. “Llora la muchacha ojos de papel”, titula el diario Crónica, al lado de la noticia de un colombiano que obligaba a sus hijos a tener sexo con una burra.
Los argentinos parecen haber olvidado a la periodista y modelo que murió ahogada en su propia bañera con cocaína y ansiolíticos en el cuerpo, los líos por la tarjeta SUBE (el pase Bip! argentino) y la locura chovinista de las Malvinas, al menos por unos días, todo al carajo: a las 18:06 del pasado miércoles se anunció la muerte de Luis Alberto Spinetta en su sitio web con la leyenda “Murió Luis A. Spinetta. 8 de febrero 2012”.
Los canales hicieron eco inmediato de la noticia, los primeros fueron Todo Noticias y su competencia C5N, quienes emitieron las mejores actuaciones del ex Pescado Rabioso. Luego le siguieron Canal 9 y, finalmente, Canal 13. Le siguieron los especiales con los mejores momentos del “flaco”, desde las “7 canciones para recordarlo en TN, hasta “Crónica TV” y las fotos polémicas demacrado por el cáncer. Y, obviamente, la reacción de los músicos:
Marcelo Torres (bajista en “Spinetta y Los Socios del Desierto”): “nos quedamos sin un maestro. Pero nos queda su bella música”.
Lito Vitale (tecladista en “Spinetta Jade”): “se fue el gran padre del rock argentino. Lo que nos queda de él es su gran arte”.
Héctor “Pomo” Lorenzo (baterista en “Invisible” y “Spinetta Jade”): “se fue la música, sin él no queda nada. Es el compositor más grande en idioma castellano”.
Rodolfo García (baterista en “Almendra”): “era una gran persona, un tipo de una riqueza interior infinita”.
Jota Morelli (baterista): “Era nuestro John Lennon. O más grosso que The Beatles. A los chicos que no lo escucharon, les digo basta de reguetón. Escuchen toda su obra. El inventó todo”.
Lo otro es historia. El mensaje de los hijos de Spinetta por twitter, los fans de negro y llorando a las afueras de su casa en Villa Urquiza, los especiales en la tele y el hashtag #chauflaco. No queda más que viento.
“Y esto parece joda, se nos mueren todos” -dice el mozo de un bar porteño mientras mira en la tele un video de Spinetta con Mercedes Sosa y luego con Cerati cantando “Bajan”.
“Yo cantaba “Muchacha (ojos de papel) cuando chiquita” -le cuenta una mujer argentina a su marido que parece muy ocupado con WhatsApp.
En las calles la imagen es parecida. José tiene 39 años, toca la guitarra en la calle Florida y apenas me acerco a él lanza su mejor historia para turistas. “En el 92’ me colé en el Sheraton para ver a Nirvana” -cuenta convencido mientras lo interrumpe un porteño moreno que le pide una canción de The Beatles.
Cuando José se ponía a tocar “Let it be”, un tipo gritó: “¡Tocá una de Spinetta, botón!”.
“Yo toqué con ‘el flaco’, hace poco. Bueno, ahí va esta”, dice José. Y comienzan a sonar los acordes de “Seguir viviendo sin tu amor”, y se expanden por las calles porteñas, como un mantra eterno. No queda más que viento, no queda más que viento.
