Revisamos el último texto de Alejandro Zambra, No leer (UDP). Muy fiel a su estilo: un breve volumen que recoge sus crónicas desde la particular mirada de un lector en guardia. Es un alivio que después del cierre de la Feria del Libro, en seguida las luces apuntan hacia otra parte. A la espera, me […]
Revisamos el último texto de Alejandro Zambra, No leer (UDP). Muy fiel a su estilo: un breve volumen que recoge sus crónicas desde la particular mirada de un lector en guardia.
Es un alivio que después del cierre de la Feria del Libro, en seguida las luces apuntan hacia otra parte. A la espera, me imagino, de alguna muestra veraniega o de un lanzamiento en un Santiago semivacío. Queda entonces revisar los libros con más calma y dejar para más adelante la novedad que todos comentan.
Y es que un par de buenos textos habitualmente sobreviven a estas temporadas. Lo hacen a pesar del mal favor que la prensa les realiza, cuando no los ignoran. Me refiero a esas frases rimbombantes, clichés varios y un montón de elogios que ni ellos mismos se compran. Estoy hablando, por si no se entiende, de No leer, el último libro de Alejandro Zambra.
Una obra que recoge las crónicas y ensayos sobre literatura que el autor de Bonsái ha publicado en los mismos medios que lo tratan con tibieza, reconociendo sus logros a través de otros: “la revista Granta lo eligió entre los 22 mejores narradores jóvenes de habla hispana” o “fue parte de la selección del festival Bogotá 39 como uno de los escritores menores de esa edad más importantes de Latinoamérica”.
Estoy seguro que esta recopilación no saldrá en ninguna de las listas de lo mejor del año. Tampoco será lectura obligatoria en las playas. Sin embargo, en sus páginas hay más ritmo que en una historia de un detective privado resolviendo un misterio. O más autores recomendados que en un canon de la narrativa chilena.
Zambra repasa obras en un formato sencillo, breve y sigiloso. Columnas de opinión que por lo general no superan las tres carillas. Aquí recuerda a Millán, Lihn, Bolaño, Levrero, Puig, Natalia Ginzburg o Julio Ramón Ribeyro; y de cada uno de ellos logra una fotografía luminosa. También merodea en cuestiones aparentemente sin importancia, como el complejo ejercicio de titular un artículo o el encanto que guarda un libro recién fotocopiado. Siempre muy atento al detalle.
No leer es también una resumida cartografía de autores, ideas, lecturas, y principalmente del afecto que se teje allí, entre medio. Ese es su valor: se puede desechar con facilidad en cuanto parezca innecesaria. No se sigue una trama, se avanza sobre un punto de vista.
Otra prueba más. Zambra escribe bien. ¿De cuántos se puede decir lo mismo?
No leer. Crónicas y ensayos sobre literatura
Alejandro Zambra
Ediciones Universidad Diego Portales
153 páginas
Precio Ref. $ 8.000
