Lo increíble es que nadie está pasándolo mal aunque las cervezas están calientes, las axilas huelen mal y el pasto seco humedece las narices.
Lo increíble es que nadie parece estar pasándolo mal.
A las seis cuarenta y cinco de la mañana, miles de personas se ven obligadas a despertar y ponerse de pie cuando un sol gigante y asqueroso ya está completamente en el cielo, vomitando su calor. Veintiocho grados inmediatos y una luz cegadora levantan a todo el mundo, aunque nadie tiene —ni quiere tener— absolutamente nada que hacer. Las cervezas están calientes, las axilas huelen mal y el pasto seco humedece las narices.
Es el camping de Coachella, un lugar donde los cuerpos son abusados y las intimidades anuladas —pero al que todos quieren volver el otro año, sí que sí.
A las siete cuarenta hay una fila de treinta hombres al sol, toalla en mano y lentes en los ojos, esperando frente a un camión. Recién a las ocho se abren las duchas, pero ya hay decenas de tipos buscando su turno para vivir el momento más mágico del día: el agua tibia que baja por la cabeza y el cuello como diciéndote vamos todavía, vamos que se puede.
Porque esto es un ejercicio de supervivencia, sin dudas. Tres días y cuatro noches de tomar, saltar, correr, cantar, tomar, aspirar, fumar, sudar, tomar, gritar y no dormir, bajo un sol vigilante que llega hasta a los 40ºC sostenidos durante la tarde, parecen una aventura muy excitante. Y a la distancia claro que lo es: el amigo que llega contando de vuelta a su ciudad o el abuelo que le relatará a sus nietos provocarán todas las envidias y admiraciones posibles. Pero en el momento, la aventura se parece más a una osadía, y eso lo sabe el tipo al que se le ocurre cagar a las 2PM, cuando ningún baño químico está a la sombra y todo es olor a caca caliente, moscas, sudor y poco confort.
Nadie está diciendo que no valga la pena. Que no se malentienda, pues los beneficios son evidentes: las mejores bandas del mundo tocando por un findesemana a trescientos metros de distancia, las mejores minas de California paseándose en trapos sin vergüenzas y un carrete inmenso, internacional y permanente sucediendo todo el tiempo, muy cerca tuyo. Pero no hay que ser iluso, y lo mejor es saber bancarse las incomodidades —que son más propias de un campo de concentración que de un festival— y así centrarse en lo que importa: perder la conciencia y mirar los grupos.
De acuerdo a nuestra experiencia reciente —y más bien fracasada, en cuanto nuestro director durmió tres horas diarias, no conoció el cuerpo de ninguna gringuita y además pescó un resfriado— les dejamos algunas recomendaciones si piensan gastar sus ahorros de toda una vida en acampar en un festival anglosajón.
1.- No duerman en auto. No. Por ningún motivo. Nos hicimos los choros, reclinamos los asientos, pero las risas de los gringos que pasaban fuera mientras intentábamos dormir todavía resuenan en nuestros oídos.
2.- Por lo tanto, lleven carpa y, si su destino es Coachella, un toldo que la cubra. Así, en vez de las 6:45, van a poder dormir hasta las 7.30, lo que es todo un lujo y que se agradecerá cuando a la 1AM todavía tengan aguante para carretear.
3.- Entre la cerveza y el vino, mejor es el segundo. Las chelas hay que mantenerlas frías y eso es una misión imposible o muy cara. El vino en caja, en cambio, se puede tomar tibio y hasta caliente en un navegado austero. Normalmente prohíben entrar destilados, pero sabemos que el ingenio criollo todo lo puede.
4.- El carrete nocturno se basa más en la empatía y la conversación que en un paso de baile bien dado. Con un inglés básico, más la perso que dan un par de copetes, es posible conocer gente y sentirse internacional. Y con algunos trucos de magia bien ejecutados, alguna yanqui bien borracha podría caer en tus manos.
5.- No intentes conocer ni jotear gente durante los shows. Ahí están todos y todas viendo a los grupos o relajados descansando. Vimos como un hispanoparlante trataba de engatusar a una rubia mientras tocaba Radiohead, y cómo la rubia lo despachó con un fuck off!
6.- Como dormirse temprano es imposible y levantarse tarde también, lo mejor es mandarse una siesta de mediodía bajo alguna sombra salvadora, justo cuando las bandas menos interesantes están tocando.
7.- Por último, haz locuras pero no estupideces. Puedes ir vestido como quieras y bailar tus pasos más mongólicos, pero todo tiene un límite. Normalmente, hay varios pacos dando vuelta y nada les entretiene más que detener a un extranjero drogado y desnudo.