Las voces de los 80: rebobinando el casete

por · Enero de 2013

Publicado por Ril editores, el libro del periodista Emiliano Aguayo fue presentado en la Feria del Libro de Viña del Mar por el escritor y editor de este sitio, Daniel Hidalgo.

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El pasado sábado 26 de enero se presentó en la Feria del Libro de Viña del Mar Las voces de los 80 (Ril editores) del periodista Emiliano Aguayo, quien estuvo acompañado del escritor y editor de este sitio, Daniel Hidalgo, en el lanzamiento. Lo siguiente es su presentación.

Rebobinando el casete

Debo comenzar diciendo que nací el año 1983 y que, por lo tanto, mis tesoros afectivos del mundo musical pertenecen más bien a la década siguiente de la que acá nos convoca. Como buen ciudadano adolescente de los 90s, me enseñaron a odiar a los 80s. No solo porque en esa época nos enorgullecíamos de nuestra recuperada democracia, sino porque los medios especializados y las grandes cadenas de cultura nos hacían creer que todo lo que sonaba en los 90s era nuevo, era the big thing, y que, por el contrario, los 80s habían sido una especie de oscurantismo medieval condensado, plástico, simple, una anécdota, más de estética kitsch que de arte popular sonoro.

No tengo muy claro cuándo descubrí que todo esto era una mentira: quizá, cuando evidencié que la mayoría de las bandas que parecían monstruos en los 90’s, se habían formado a fines de los 80’s, o quizá cuando empecé a escuchar los discos que se produjeron en esa época, cuando llegué a The Cure, a Depeche Mode, a la etapa final de The Clash, a Duran Duran, a The Cars. O lo mismo con sus contemporáneos locales, Emociones Clandestinas, Upa!, Electrodomésticos, obviando de alguna forma a Los Prisioneros, que para mí no son una banda de los 80, sino que una banda de contemporaneidad eterna.

En este libro, Las voces de los 80 (Ril Editores), de Emiliano Aguayo, el autor que anteriormente pudo entrar a las intimidades del intelecto de Jorge González en Maldito sudaca, tiene una teoría. Una teoría que sirve no solo como sustento de la moral del libro, sino como una guía que articula las reflexiones de los 21 entrevistados a lo largo de sus páginas. La teoría es un hallazgo, sin duda. Gran parte, sino todos, los actores del pop rock chileno de los ochentas tienen estudios universitarios, estudios ligados con la música y el sonido y en gran medida realizados en la Universidad de Chile.

Dos notas:

1) Aguayo opta por el concepto de rock pop, para referirse a un canon conformado por las bandas de rock comercial o rock radiable, o televisable, tomando en cuenta las posibilidades que tenían estas agrupaciones de presentarse en estelares y programas vespertinos de la época.

2) Intencional o no, Las Voces de los 80 nos sitúa en un Chile que, con milicos y todo, está mutando a lo que actualmente conocemos como Chile, los jóvenes entraban a la universidad sin tener «muy claro de qué se trataba» ni de «qué se podía trabajar al salir», como reconoce González de Los Prisioneros, o para que los padres dijeran «mi hijo va por buen camino» como ironiza Igor Rodríguez de Aparato Raro. Entraban, por cierto, a carreras que cambiaban de nombre, malla y profesores de forma constante, porque sí, porque había que estudiar, porque los estudios superiores eran no solo la gran apuesta de esa “dictablanda”, sino que su más ambicioso proyecto para dejar armado el mejor negocio para cuando volviera la democracia.

Aguayo, como un detective obstinado, se aventura a más: imagina que todos los músicos convivieron en algún momento, que se conocían, que iban a las mismas clases, que fueron educados por los mismos profesores en este dilema entre la música docta y la música popular, que carreteaban juntos, que iban a verse mutuamente a esas iniciáticas presentaciones, donde siempre pasaba algo, se peleaban con los lanas o con los compañeros más militantes, sonaban de forma deficiente, pero se admiraban porque sabían que estaban al comienzo de una historia que pocos más verían, una suerte de big bang. Es por eso que las entrevistas se centran en este gesto. En hacer regresiones, en llevar a los músicos de vuelta a las salas de clases, a una época extraña en donde la esperanza estaba, por raro que pareciera, en la música, en ser, de alguna manera, un descubridor, en escuchar música que nadie más escuchara y traerla a la factura local.

Era dictadura, y todos lo tenían claro. En estas páginas se niega que hubiera una suerte de movimiento, en que Banda Metro, Los Prisioneros, Aparato Raro, Cinema, Banda 69, Engrupo, Viena, La Ley, Valija Diplomática y Upa! compartieron contextos, salas, historias, pero no ideologías y así queda de manifiesto. Mientras la gran mayoría estaba en contra de la dictadura militar, pocos reaccionaron frente a ella discursivamente, otros articularon retóricas evasionistas, y otros, muy escasos, no tenían ninguna opinión frente a ella, y no tenían problema alguno para hacerle un jingle a la franja del sí. Casi todos odiaban a los militantes, por considerarlos burgueses de doblediscurso, y a los lanas por considerarlos ingenuos y aburridos. Todos odiaban Sábados Gigantes.

Aguayo tiene un amor profundo por la época que investiga o repasa, cree en estos músicos como una local versión de los X-men, como bichos raros con un talento especial, genios locos, artistas excéntricos, astronautas perdidos entre el pop, el rock, la electrónica, lo popular y lo experimental. Le asombra el poco interés y la falta de prolijidad de la prensa especializada al abordar este fenómeno, es por eso que Aguayo cree más en los blogs y páginas de música en internet, a quienes cita constantemente, dándoles un aire de verdaderos arqueólogos de nuestro espacio popular.

Por último, quiero recalcar el valor de este libro, mientras nos hacen creer que lo que actualmente está pasando en la música chilena, en el pop y en el rock, es lo más importante de todos los tiempos, Las voces de los 80, apuesta por el pasado, aquello que jamás se nos debe olvidar a la hora de evaluar el presente.

LAS VOCES DE LOS 80. Por Emiliano Aguayo. Ril Editores, 2012. Santiago. 385 páginas.

Las voces de los 80: rebobinando el casete

Sobre el autor:

Daniel Hidalgo (@dan_hidalgo). Publicó los libros Barrio Miseria 221 (2009) y Canciones punk para señoritas autodestructivas (2011).

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