50 entrevistas que recorren buena parte de la cultura pop del último tiempo. Escritores, músicos y cineastas se paran, con distinto resultado, frente a la grabadora.
El escritor austriaco Peter Handke sentía la necesidad de ayudarlo. Un joven periodista lo entrevistaba tomándose casi 15 minutos entre pregunta y pregunta. Le costaba hilar las ideas, apenas balbuceaba. El novelista, reconoce, habló tanto como pudo, le dio material suficiente para llenar una biografía completa. Más tarde se enteró que aquel “profesional” siempre hacía lo mismo, obligando a sus entrevistados a contar más de la cuenta. Su trabajo era aplaudido.
Esa relación de confianza –anecdótica, compleja y sospechosa– se mantiene, sin el mencionado joven, en las más de 200 páginas que dan forma a Los Inrockuptibles. 50 entrevistas (Editorial Planeta), libro que celebra los 16 años de la versión argentina del semanario francés de música, libros y cultura pop. La lista de personajes que aquí se reúne es tan extensa como sugerente. Cada tres hojas se abre un nuevo mundo donde hay poco espacio para las evasivas; en reemplazo, surgen los detalles, los hechos improbables y los temperamentos que difícilmente caben en un lugar cerrado.
El texto parte con Patti Smith (julio de 1996) y finaliza con el realizador uruguayo Adrián Caetano (octubre de 2011). Las conversaciones se suceden una tras otra en tres bloques muy reconocibles. Están los músicos o bandas como The Velvet Underground, Pixies, David Bowie o Björk; también asoman los cineastas representados por Woody Allen, David Lynch o Tim Burton. Y entre ellos se agrega una numerosa comitiva argentina donde conviven escritores (Fogwill, Casas o Pauls), músicos (Charly, Fito o Gustavo) y directores cuyos nombres o apellidos no logré retener.
De reciente llegada a nuestro país, este libro tiene la ventaja del formato pregunta-respuesta. No se hace largo, permite innumerables pausas y da la oportunidad de volcarse, primero, a las inquietudes personales. En mi caso, me interesaba escuchar nuevamente a Thom Yorke, conocer un poco más de Scott Walker o entender la credencial de Greil Marcus como uno de los mejores críticos de rock. Tiene sentido: el gusto por la música y la accesibilidad de los protagonistas mantienen el interés por esas viejas historias que pronto calzan en sus carreras. De cierta forma, hay vacíos que se completan.
Al rato es inevitable comparar. Y no solo entre cada personaje que aparece a página completa, sino también con aquellos nombres que en Chile ocupan un espacio similar. El tema es que la mayoría de los entrevistadores de Los Inrockuptibles se mueven ágilmente entre sus apuntes y pocas veces bajan la guardia. Manejan el tiempo y el criterio, se involucran hasta donde sus posibilidades lo permiten. ¿No sientes que la prensa te trata con demasiado respeto? Le preguntan tempranamente a Spinetta. Pienso en un Jorge González o en un Álvaro Henríquez sometidos a algo así. Por lo general, en sus notas se pueden rescatar completísimos manuales para fans o aclaradores tratados de relaciones públicas. No hay mucho más.
Aquí, en cambio, las cosas quedan mejor resueltas y de la manera más sencilla. Morrissey deja en claro que el genio musical de Johnny Marr no fue suficientemente reconocido y que su partida, en busca de mayor figuración, significó el fin de The Smiths. Jack White intenta desmentir su mal genio, Leonard Cohen y Kevin Shields (de My Bloody Valentine) se refieren al uso de drogas, PJ Harvey reconoce que domina mejor su flujo creativo y Serge Gainsbourg recuerda sus primer encuentro con Jane Birkin: «La llevé al (hotel) Hilton solo para cogérmela. En este lugar meten la pata terriblemente: entonces, señor Gainsbourg, como siempre en la 315».
Otro que se nota particularmente participativo, y en ese momento feliz, es Kurt Cobain. ¿El motivo? Su pequeña hija y el lanzamiento de In Utero. «Nunca va a haber un disco malo de Nirvana. Antes que eso suceda desarmaría el grupo», asegura el guitarrista. La exagerada explosión que significó Nevermind todavía molesta en el ambiente, Cobain lo asume, pero no está dispuesto a cargar con ello para siempre. «Estoy convencido que In Utero venderá menos que Nevermind. Algunos lo van a tomar como un fracaso, pero para nosotros va a ser una forma de éxito, quizás el mayor de todos».
En esta compilación los músicos son los más directos. La excepción sería Adrián Dárgelos, vocalista de Babasónicos, quien se declara un bastardo del rock en otro ejemplo de sus endebles intervenciones. Mayor esfuerzo se nota en los escritores, especialmente en ese intento por desmembrar su experiencia y dar con algunas claves para explicar su trabajo. El resultado será más concreto y el valor, de algún modo, más reconocible. Por su parte, los cineastas saludan desde lejos: deambulan, a kilómetros de distancia, en busca de una explicación más aterrizada para su relato cinematográfico. La cuestión es que las palabras se les revelan a todos los lectores de manera distinta y aunque lo intento, me cuesta seguirles la pista, extender sus palabras al talento que despliegan tras la cámara. Otro lo harán mejor, estoy seguro.