Neutral es como la comida anual de Quemasucabeza. Tocan todas sus bandas, vienen todos sus directivos y colaboradores. Acá la revisión de Protistas, Ases Falsos, Pedropiedra y el curioso debut de Álex & Daniel.
El festival Neutral es como la comida anual del sello discográfico Quemasucabeza. Tocan todas sus bandas, vienen todos sus directivos y colaboradores, y a todos les toca trabajar bajo, detrás o sobre los escenarios.
Acá revisamos los shows al aire libre: Protistas —que estrenaron un videoclip sobre perderse en una vagina—, Ases Falsos —debutantes en este festival—, Pedropiedra —el jugador más valioso de la jornada— y el esperado debut de Álex & Daniel casi al borde del desastre.
Protistas
Por Matías De la Maza
Son pasadas las 17:30, y un puñado de gente se encuentra pegada al escenario del Zócalo en el GAM. El sol pega fuerte, pero por suerte se logra proyectar algo de sombra. Todavía el lugar no se llena ni a un tercio de su capacidad. Se enciende la pantalla de fondo y comienza a rodar el clip de “Videocámara” («Como si el sol me fuera a borrar me escondo debajo de tu falda/ y dentro de ahí me siento feliz/ tu olor me hace dormir»), video que Protistas aprovecha de estrenar frente al público de esta nueva edición del Festival Neutral.
Después del video y de todo lo que implica sentirse libre y, a la vez, perdido en una vagina, el grupo se sube finalmente al escenario comandados por Álvaro Solar. Comienzan a sonar los acordes de “Supertroll”, y como si la guitarra de Julián Salas tuviera un efecto de Hamelin, la gente empieza a sumarse al escenario principal. El calor ya poco importa. Ahora todo es música. Le sigue el sencillo “Granada”, donde, casi de manera profética, Solar canta «y el sol no va a estar más», mientras el calor sigue siendo un factor en contra del ánimo del público. Pero a pesar del clima, lo de Protistas en vivo sigue siendo espectacular. Todo se escucha impecable. La ecualización es perfecta. La cantidad de matices y texturas sonoras que la banda logra conformar entrega una experiencia sonora de primer nivel. Es fácil distinguir lo que hace el bajo, el sintetizador, las melodías que construyen las guitarras, la soberbia batería de Andrés Acevedo, e incluso elementos de percusión como panderetas. Todo funciona colectivamente como una máquina perfecta, con cada engranaje funcionando al máximo nivel. Y eso que hay que considerar que su última presentación en vivo fue antes de Navidad. Así pasa el inédito “Historia Natural”, “Fantasma” y la genial “Mi Pieza” en donde el grupo hace gala de toda su habilidad instrumental.
Y a pesar de todo, Protistas nunca renuncia ni a la cercanía, ni a la humildad. Cada vez que Solar se dirige al público es para declarar su gratitud por estar ahí. Y siempre suena honesto. Es un grupo de amigos que se encuentra en una tocata íntima, y está muy feliz de la oportunidad. Y ni el sol, ni el calor, ni nada les puede arrebatar eso.
“Incendio en mi corazón” termina la cita con todo y ahora es hora de que este conjunto viaje unas semanas a México antes de su esperada presentación en Lollapalooza del Parque O’Higgins. Y por lo mostrado este sábado, se lo merecen de sobra.
Ases Falsos
Por Javier Correa
Y el Zócalo se va llenando lentamente. Qué calor, nos quejamos, mientras la gente se amontona hacia la izquierda escapando del sol que a esa hora caía pesado sobre la plaza central del GAM. En el escenario, Cristóbal Briceño, Simón Sánchez y Martín del Real. Ases Falsos parte con “Pacífico” y los chicos bailan, saltan, gritan, se saben las letras de memoria. Los mismo que alguna vez en una entrevista el vocalista de la banda dijo encontrarlos ingeniosos y pillos. Que eso le interesaba estimularlo y en esta presentación no puede quedar más claro. Las risas se intercalan con los coros de canciones escritas bajo las luces que emite la televisión encendida en algún canal de noticias.
“Aguanieve” («con extractos de camomilla»), “Venir es fácil” y “El Golfo de Adén”, pasan. A esta hora el sol ya no aplasta el Zócalo, van llegando los que vieron a Congelador y Briceño bromea: «pura gente linda, qué rico. ¿Quién es el mejor vestido, Simón? Se esforzaron».
Se escucha el susurro que da inicio a “Búscate un lugar para ensayar”, un tema nuevo que la banda presentó en el MFEST y que sigue la senda del Juventud Americana (2012): encontrar el pop perfecto o, como escribió alguna vez Álvaro Bisama, crear canciones que nos hagan «explicar la propia vida».
«Cuando algo te sale muy bien esta canción suena dentro de ti», dice Briceño mientras parten las notas de “Take a look around” de Limp Bizkit que servirá de introducción para “Séptimo cielo” («en cambio, esto suena cuando todo salió mal»).
Ahora suena “Europa” («Benedicto renunció, son cosas que pasan cuando hay un empresario de Presidente») y de pronto todo es un humilde ajuste de cuentas, que cantas con los ojos cerrados y la mandíbula tensa.
Sigue Briceño: «creo que el próximo año Pedropiedra anima el Festival de Viña del Mar. ¿Les gusta el Rafa? ¿No? Cuando se muera en un avión lo van a echar de menos».
Un poco de nostalgia con “2022” y otra canción nueva. Su nombre es “La gran curva” y no habla del pene como bromea el vocalista en el escenario. Dice algo como: «voy a cantar/ voy a cantar hasta aprender/ hasta aprender a hablar».
Continúan con la intimidad y épica de un ser normalmente despreciable en “Fuerza especial” para cerrar con “La sinceridad del cosmos” («Esta es una canción casi infantil»). Ya corre un poco de viento. Los chicos corren ahora a la presentación de Los Mil Jinetes.
Pedropiedra
Por Bastián García
El sol se está escondiendo tras la galería de la cancha Zócalo del GAM. La familia vuelve al estadio. Los chicos juegan, las niñas bailan. La tribuna comienza a llenarse. Fakuta está concluyendo su espectáculo. Y esos que fueron a vitrinear los shows cubiertos, bajan las escalas que los llevan a Pedropiedra, que con formación estelar pisa el gramado de la Plaza. Ni de pasto, ni de tierra: alfombrado sobre el metal del escenario. El fresco está cayendo. La hinchada se impacienta. Y el ídolo lo entiende.
Pitazo inicial —con un leve, pero no tan elegante retraso—.
La figura desparrama actitud al son de “El ring”. Se mueve de un lado a otro, con ese ritmo que explotó en su paso por CHC y Hermanos Brothers. Solo su guitarra lo detiene. Como para patear un tiro libre. Y del disparo sale “Al vacío”, el tercer single de su debut homónimo. Y la multitud enloquece. Del sombrero saca “Las niñas quieren”. Y la multitud enloquece. El primer golazo de la tarde-noche que hace cantar y saltar a la barra brava.
Aparece el saxo. Aparece “Con razón”. Y el multi-instrumentista contiene la emoción del público. Los ánimos se relajan. Y el match entra en su mejor fase. Porque Pedro Subercaseaux reparte juego con elegancia. Con una clase sobresaliente. Con la cálida “Occidental”. O con la inédita “Pasajero”. Hasta resuenan unos guiños a Pink Floyd en ciertos pasajes del encuentro. Esos mismos que hacen despertar a los murciélagos que, uno tras otro, sobre vuelan el estadio. Como si quisieran ser parte de la fiesta. Como si fueran fanáticos de la banda.
Quince finales. Y el ex Tropiflaite empieza a tirar lujitos para la galería. “Ayayayay” es el primero. La hinchada se levanta, corea cada estrofa. Porque la balada que fue parte de la película La Nana conmueve. Con ese teclado que recuerda a Los Jaivas. Y no importa nada. Porque parece que ya no hay nada. Ninguna esperanza. Solo queda cantar. Pero antes que caigamos en depresión revela otra nueva canción. Es “Forever young”, como manifiesto de que lo consiguió. Consiguió aprovechar su juventud. Consiguió grabar su disco en solitario. A su pinta. Sin que nadie lo transformara para otros intereses.
Empiezan los descuentos. E “Inteligencia dormida” concluye el partido. Con ese rap pegajozo que Subercaseaux había creado en CHC. El grupo se despide. Agradece la buena onda. Pero los muchachos regresan en menos de un minuto. Se quedan celebrando con la hinchada. Con la música de “Sol mayor”. Y sí, lo pasamos bomba nuclear despidiendo el verano. Con esa distinción que tiene cada uno de los acompañantes de Pedropiedra. Y con la originalidad del ídolo. Del que despierta pasión de multitudes. Solo queda tiempo para “Vacaciones en el más allá”, single de Cripta y vida (2011). No puede ser de otra forma. La fiesta se termina con alegría, por más que la letra diga otra cosa. Si al final hay que mirar el lado positivo.
Pedropiedra es Mascherano, Xavi y Messi. Porque no tiene problemas en retrasarse como el volante argentino, y desde la batería ayudar a Gepe, Jorge González o 31 Minutos. Es el español porque desde esa misma posición distribuye, apoya a todos y los hace jugar al compás del bombo y los platillos. Pero también es Lio, el actor principal. Porque durante cincuenta minutos todas las luces y flashes están sobre él. Como el mejor del mundo. Como un crack.
Álex & Daniel
Por Javier Correa y Matías De la Maza
Ya no queda ni una gota de luz natural. El Zócalo se encuentra repleto y la temperatura al fin deja de ser un problema. Todo en orden para el plato principal: El debut en vivo del súper dúo pop compuesto por Álex Anwandter (ex Teleradio Donoso, Odisea) y Daniel Riveros (ex Taller Dejao, Gepe).
Son ya más de las 9 de la noche y en el escenario ya está la banda de apoyo de ambos músicos: Felicia Morales en los teclados, Nacho Aedo en el sintetizador y el bajo, y Juan Pablo Wasaff en la batería. «Sé que escuchas como callas, sé que sufres como engañas», canta Gepe vestido de huaso en clave pop. Pero no se escuchaba. El micrófono no funcionó. Y eso solo sería un adelanto de lo que estaba por venir. La voz de Riveros al fin logra sonar y se puede apreciar el potente comienzo con “Mundo Real”, tema que abre el álbum homónimo de Álex & Daniel (Quemasucabeza).
Álex & Daniel están en el escenario para presentar un proyecto que partió en 2008. La idea parece ser adquirir un álter ego. Ser Gepe, pero no; ser Anwandter, pero no. Sus movimientos recuerdan a la etapa más coreográfica del ex-Teleradio en ese trance llamado Odisea. Se mueven al unísono, cantan en perfecta sincronía. Tal vez, influidos por la obsesión que le provocó a Gepe la presentación de Miguel Bosé en el Festival de Viña del Mar. «¿Viste a Miguel Bosé? ¿Cachaste que su banda se movía siempre al mismo tiempo?», me contó emocionado hace algunos días en una entrevista.
El lugar es una fiesta. La gente baila y varias mujeres chillan frente a la presencia escénica de Riveros, con sus bailes cada vez más desprejuiciados y el siempre carismático Anwandter. Los temas de solistas de ambos, como “12 minerales” y “Casa latina” se entrelazaban con el aire de synthpop ochentero de “Baby” y “Miña”.
La delicada balada “Mejor que yo” le da una pausa al baile. Gepe canta de manera hipnótica: «un aire raro sobre Santiago, hay algo que no nos deja respirar». Ahí está la vocación de Riveros por las buenas baladas y la de Anwandter porque la ciudad sea el escenario, siempre. El momento habría sido perfecto, pero otra vez el sonido. Cuando Anwandter debía cantar «el destello de la competencia, saca tu arma/ mírame a los ojos», los parlantes nuevamente quedaron en silencio. Esta vez el problema fue más extenso y notorio que la primera vez.
Y luego, sucedió. Anwandter se encontraba ya por terminar “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?” cuando se escucha algo explotar, hay un destello y todo se va a negro. No hay luz, ni sonido, fuera del murmullo generalizado del público. Las siluetas de los músicos se mueven por detrás del escenario, de un lado a otro. De a poco se empiezan a encender algunas luces, pero el resto de los equipos aún no responde. Comienzan a pasar los minutos, 10, 15, 20, pero no parece mejorar. Terminaron siendo 30 minutos de silencio.
Rodrigo Santis, director de Quemasucabeza, sube al escenario: «Les pido perdón, murió una consola. Pero los músicos volverán para cantar una última canción». Se escuchan un par de pifias, algunos se van de la Plaza Zócalo, una mujer se desmaya. «¿Esto lo organizó Transistor?», bromea otro.
Álex & Daniel se suben al escenario, con una cara de muerte. Pero de todas maneras Gepe rápidamente desmiente a Santis: «Tocaremos el show completo» y el ambiente revive con un masivo aplauso. Anwandter toma el micrófono y dice «vamos a repetir la última canción porque… vale la pena hacerlo», y así se lanzan de nuevo con “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?”. El sonido sigue presentando problemas, y la ecualización no es la óptima, pero el show adquiere un aire especial. Esa sensación de ver a esos dos músicos sacar la tarea adelante, a pesar de las enormes dificultades, le entregaron una energía única al espectáculo.
«Dedicado a las compañías de sonido» dice al terminar Álex desatando risas y aplausos entre los asistentes. Medio en serio, medio en broma.
Ahora suena “En la naturaleza (4-3-2-1-0)” y Gepe no canta, grita, como para espantar los problemas de sonido, para sacarse la rabia. Y el reggaetón de Riveros se va mezclando con Daddy Yankee. «Ven aquí rápido, ven aquí rápido», canta citando a ese hit que es “Llamado de emergencia”.
Los problemas de audio continúan, permamentes. Todo se satura. Pero ya poco importa. Los que están ahí quieren bailar. Música, ruido, lo que sea. Pasa “Por la ventana” y “Amar en el campo”, que suena perfecta y recuerda a esa declaración de principios que es Bailar y llorar (2008).
«El día es muy corto para dudar», canta Anwandter en “Una nueva aventura” tema que también cierra su disco en conjunto, y la accidentada jornada queda para la anécdota. Álex & Daniel transformaron lo que podría haber sido un desastre, en un exitoso debut en vivo, a pesar de todo. Con el «solo nos queda/ a veces bailar» como un mantra.
[FOTOGRAFÍAS] Protistas, Josefina Pérez; Ases Falsos, Virginia Valdivia; Pedropiedra y Álex & Daniel, María Paz Arias.