Iron Man 3: todo es parte del plan

por · Mayo de 2013

El director Shane Black impone su visión por sobre la de Marvel, con escenas a la altura de Joss Whedon en The Avengers. Esto es Tony Stark sin AC/DC ni su armadura. Por eso Iron Man 3 parece tan actual e incómoda.

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[ADVERTENCIA: SPOILER] Descaseteo a un tipo que no dice nada. Enfermo. Aburrido. Triste. Me levanto a buscar un diario para limpiar el espejo del baño y así no hacer lo que realmente tengo que hacer. Encuentro una edición que trae la muerte de Muammar Gaddafi en portada. En el interior, se intercalan las fotos en que se ve ensangrentado y aturdido, con las que recuerdan su pasado fastuoso, de poder absoluto, armas de oro y trajes vistosos.

Luego pienso en Bin Laden, Hussein o cualquier dictador de turno anti Estados Unidos y en el trasfondo de Iron Man 3 que hasta ahora se pierde entre los ataques afiebrados de fanboys idiotas: todos los terroristas que han amenazado a Norteamérica son creaciones propias, con la ayuda de la prensa, los gobiernos de turno y la industria militar que en algún momento los apoyó. Si a eso le sumas frases megalómanas, vestimenta guerrillera y videos amenazantes enviados a canales de televisión, ¡listo! Tienes a un perfecto terrorista dispuesto a destruir el país de las barras y estrellas y, con ello, al mundo entero.

Y nadie entra en pánico, ni se asombra, porque —como diría el Joker— las cosas van de acuerdo a un plan mayor. El mal siempre tiene que tener una cara visible para existir.
La historia arranca con un Tony Stark (Robert Downey Jr.) que aún vive con los fantasmas de los sucesos de Nueva York. Todavía está en su cabeza la arremetida de Loki y su ejército extraterrestre en The Avengers. Sufre de severos ataques de ansiedad e insomnio. Vive encerrado en su taller construyendo nuevas armaduras o mejorando otras, para así no pensar en lo que vivió. La inseguridad lo agobia y, por lo mismo, su relación con Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) se está yendo al carajo.

Todo empeora con la aparición de Aldrich Killian (Guy Pierce), una especie de símil de Tony Stark que está unido a El Mandarín (Sir Fucking Ben Kingsley), un terrorista despiadado y misterioso que aterroriza a Estados Unidos y su Presidente con videos amenazantes, bombazos indeterminados y soldados modificados genéticamente.

Tres grandes aciertos del director Shane Black:

Logró imponer su visión por sobre la de Marvel y su camino hacia The Avengers 2. Acá tenemos una película realmente de Tony Stark, sin S.H.I.E.L.D. encima y en donde sus amigos Vengadores parecen ser un gran problema. Lo que se agradece tomando en cuenta el resultado lamentable que fue Iron Man 2.

Sacar a Stark de su zona de confort, quitarle la armadura y la música de AC/DC y lanzarlo al peligro. Dejemos de lado por un rato al multimillonario/filántropo/genio/playboy, destruyamos su mansión en Malibú y sus armaduras. Hagamos de Tony Stark un detective que se autoexilia para proteger a lo único que le va quedando: Pepper Potts.

Tener escenas de acción a la altura de la destrucción de Nueva York que realizó Joss Whedon en The Avengers que, claramente, superan al bodrio que fue Iron Man 2. A pesar del poco tiempo en pantalla de las 42 armaduras de Stark, se plasma una violencia y rapidez ausente en las otras películas del hombre de hierro.

Ahora vamos a lo polémico: en algún momento la película da un giro inesperado que aún debe tener con dolor de cabeza a los talibanes más afiebrados del cómic. Y sí, podría entender la perturbación inicial. También la tuve. Pero cuando notas que el giro le agrega contundencia a la historia y un trasfondo bastante brutal, esas críticas son innecesarias. Esto es cine, como saben, una adaptación. Si les sigue perturbando tanto el cambio, pueden mirar los cómics y ahorrarse el mal rato. Ahí la historia siempre será igual.

Precisamente por ese cambio, Iron Man 3 parece tan actual e incómoda. Las sugerencias de que Estados Unidos se merece el nivel de alerta en el que vive por como ha actuado a lo largo de su historia y su manera de asignar responsabilidades para esconder sus propias culpas, hacen a El Mandarín un concepto más complicado de lo que todos piensan. Parece una pieza más de un plan mayor. Un papel que cualquiera podría ocupar dependiendo de lo que quiera mostrarnos la verdad oficial.

Iron Man 3: todo es parte del plan

Sobre el autor:

Javier Correa (@__javiercorrea) es periodista y coescribió «Nunca cumplimos 30. Una historia oral del Canal 2 Rock & Pop» (2018, @librosdementira).

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