Ríe cuando todos estén tristes

por · Octubre de 2013

Joven & alocada es el libro con las memorias prematuras de la periodista Camila Gutiérrez, escrito con el mismo lenguaje crudo y directo y del rosado con entre líneas grises de la película.

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—Me acuerdo de estar en cuarto medio y despreciar a la gente que se ponía nicks chulos en messenger.

En el departamento de Camila Gutiérrez (1985), el primer piso de un edificio en Dublé Almeyda, está el gato Juguito, una toalla de Beyoncé queriendo ser Shakira, una olla hirviendo su almuerzo de mañana, un sofá sin respaldo, dos platos con frutos secos separados de sus cáscaras por un cuchillo con serrucho, un computador plateado en el suelo, una mesa con botellas de vino abiertas y una alfombra con más huellas que una playa en pleno verano —si me perdonan el arjonismo.

—Yo era súper latera y ponía weás cul. Mi primer mail fue la letra de una canción, algo tipo “polaroid85”, por “Polaroid de locura ordinaria” de Fito Páez. Me acuerdo que el año 2001 estuve castigada y que mi mamá estaba muy interesada en revisar mi mail, pero yo me mandaba cartas con las personas. Había entrado en la etapa del mal. Estaba castigada por culiar.

***

Supongamos que tienes seis años y el mundo es tan desconocido y un domingo por la mañana tu familia va en el auto y extrañamente tu papá toma un camino distinto y llegan hasta una casa que no es una casa y escuchas palabras como aleluya y amén y enemigo y te enteras que fueron invitados a una iglesia evangeláis en un barrio cuico y de a poco entiendes que sus vidas no serán las mismas.

De un día para otro tu mamá comienza a usar a dios como excusa para todo y aparece la culpa y tu libertad se restringe y te cuestionas y relativizas y todo coincide con el comienzo de una cibervida.

De repente estás sola como un astronauta y decides contarlo.

***

—Siempre desprecio las redes sociales y después caigo. Como que a mi casa la tecnología siempre llegaba tarde: tuve tele en blanco y negro hasta los 7-8 años y de esos teléfonos viejos. Todo llegó desfasado.

Joven y alocada3En el living del departamento mal iluminado y mientras conversamos en el sofá sin respaldo suena de fondo la música de un ipod.

—Al principio despreciaba fotolog, lo encontraba chulo. No me molestaba la gente que subía fotos sino la que hacía reflexiones profundas. En ese tiempo tenía un pololo que tenía fotolog y yo le hacía mucho bullying hasta que caí en la weá. Caí por una mina que encontraba muy mina pero la odiaba. Era la ex de mi pololo y yo estaba muy obsesionada con ella y la sapeaba. Me acuerdo de no haber estudiado todo ese año y de pasarme horas espiando su fotolog. Ahí me hice uno para que pensara que yo era linda. Se llamaba “fotosdetokio” por la canción de Pedro Aznar, un nombre ordinario, pero hasta ahí solo subía fotos mías con amigas, con un volcán detrás, puras weás.

De repente, entre Javiera Mena, Daddy Yankee y Emmanuel, una canción de iglesia. ¿Marcos Witt? Ella ríe nerviosa y se apura en cambiarla.

—Después me dio plancha y lo cerré.

***

Ahora es una década exacta atrás y la red social adolescente y masiva es fotolog («y no facebook, que tiene hasta la abuelita») y tú sin tanto convencimiento mezclas dosis diarias de timidez con egocentrismo y exhibicionismo y todos los ismos de la adolescencia retocados con photoshop y la incontinencia cibernética que te lleva a ser mirada y a espiar y comienza el voyerismo virtual y decides y te convences de que: «si no eres rica y rubia no tendrás fama y entonces escribes».

Escribes de cosas que te pusieron triste y que suenan a chistoso para ayudarte a decir «ah, si no es tan terrible» o a algo así como «limpiar la experiencia a través del escribimiento»:

—¿Qué gracia tiene tirarse a la mijita más mijita del mundo si no podís contarlo? La idea inversa: que te eyaculen en el ojo da furia. Contarlo, en cambio, risita. La cibervida intenta completar, mejorar, revertir una experiencia que no se tiene.

***

—Cuando era más chica era emo y cuando tenía el fotolog todavía me obligaban a ir a las reuniones canutas. En “fotosdetokio” escribí de cuando me hicieron botar las weás de Sailor Moon en la iglesia y pensé «ah esto igual me entretiene más». Entonces ya no tenía tanto sentido subir fotos mías y exhibirme y empecé a hacer (el fotolog) “soyevangelica” con historias de la vida canuta y de la infancia, igual en webeo. Esperaba a las doce para poder subir fotos que robaba de una página que tenía la biblia en lego y cortaba los comentarios para poder poner más del límite de fotolog. Yo no subía fotos todos los días porque tenían textos que había que pensar, pero sí sapiaba gente todos los días. Me acuerdo de ene de weonas que nunca supieron de mi existencia pero que yo las encontraba muy ricas y las miraba todos los días. Eran unas rubias peloláis de Iquique, demasiado minas. Llegaba a doler.

Son los tiempos en que el mundo se divide entre cambowarras y pelolais. Los alternativos se van en fuga masiva a flickr.

—Fotolog era mucho más protegido en el sentido de que tus tías nunca iban a tener fotolog. Podías postear cualquier cosa y daba lo mismo, en cambio en facebook, a mí me da lo mismo porque posteo cualquier cosa, pero al principio, cuando mi familia no sabía de mis ordinarieces, tenía a casi todos bloqueados. Creo que el posteador de fotolog es el más entretenido de la vida: la gente era más de que, si les contabas una experiencia tuya no decían «ay qué choro qué bacán», te contaban una experiencia de ellos. Entonces era un intercambio entretenido y de verdad.

Ese feedback directo y tan instantáneo tuvo dos efectos en la proto Joven & alocada:

1) escribir pero sin latear.
2) exponerse pero ya no a través de fotos sino que contando las verdades verdaderas.

—Un día “ze_petizza”, una mina muy chistosa de fotolog, puso que quería tener un fotolog sobre sexo. Yo estaba emo y cuando una estaba emo antes como que la vida virtual te podía salvar. Entonces le dije «oye por qué no hacemos el fotolog de sexo» y lo empezamos a hacer. A mi primo se le ocurrió el nombre: “gemirdelosgemires” por Cantar de los cantares de la biblia. Ahí estaba la historia del weón que le gustaba ponerse bolsas de supermercado para culear con su novia con regla para olerlas después. O cuando yo conté que había perdido la virginidad del culo, que fue muy comentado y que sale en la película. Otra cosa que me dio risa fue cuando la “ze_petizza” fingió que hablaba como argentina en una playa.

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—Hubo un momento de mi vida que pensaba que estudiaría literatura y que después de eso me iba a morir. Como que me sorprendí mucho, después, estudiando periodismo y siguiendo viva y haciendo cosas.

¿Siempre quisiste estudiar literatura?
—No, estudié historia primero. Un año en la Chile.

Joven y alocada2¿Y por qué no seguiste?

—Entré no cachando mucho. Quería estudiar ciencias políticas. Pero quise estudiar teatro también y odio el teatro. Después no me gustó historia, me aburría y como me gustaba leer y no cachaba qué estudiar tomé unos cursos de literatura y como que me gustó un poco. Igual me daba lata porque mi hermana mayor es como la inteligente de la familia y había estudiado literatura y me daba cosa seguir lo mismo y saber que no lo iba a hacer tan bien. Era como un sufrimiento, pero filo, no sufría como chancho por la cuestión pero me daba lata.

¿Cuando estabas en la universidad pensaste en publicar un libro?

—Me sentía desde el lado de la lectura. Estaba desde esa trinchera, de la gente que lee. Jamás pensé en escribir. Sabía que no quería seguir un camino académico y sabía que me interesaban las weás como mainstream. Y periodismo era un poco eso. Me gustaba ene la cultura pop, no tanto como ver Yingo pero sí hablar de Yingo. Y entré y sentí que le achunté demasiado. Amé periodismo. Al principio odié redactar noticias y llamar a gente por teléfono, que es la peor weá del periodismo, como coordinar entrevistas, pero tuve un taller de perfiles y ahí fue súper bacán porque encontré la forma en que quería escribir y me entretenía la posibilidad de conocer a gente que no hubiera podido conocer de otra forma. Me acuerdo cuando me encargaron un perfil de Karol Dance y fue como «oh la weá la zorra». Me acuerdo estar sentada en la cama de Karol Dance con Karol Dance mostrándome sus fotos y yo pensaba «tengo demasiada cueva». O en un auto con Leonardo Farkas hablándome de la teletón. Lo encontraba la raja la raja la raja.

 

Camila Gutiérrez es Licenciada en Letras en la U. de Chile y Magíster en Periodismo Escrito en la U. Católica. Ha pasado por distintas redacciones y soportes y dice que es más yeta que Piñera.

Esto escribió en su facebook:

«Una vez hice un piloto pa la horizonte con el jean philippe (sí, el famoso) y, charán, cagó la radio horizonte. otra vez trabajé en el mercurio.com, un proyecto culiao que nunca vio la luzzz. un día dije OYE QUÉ ONDA QUE TODAVÍA NO SE MUERE JORGE PEDREROS y, hueón, se murió la misma semana. y ahora llego a trabajar a 3tv y EL CANAL NUNCA VA A SALIR AL AIRE».

 

Si volvieras a tener 17, ¿qué estudiarías?

—Si todo volviera a ser como a la 17, ¡con mis papás? Qué weá más horrible, weón. No entiendo a esa gente que quiere volver a esas edades, pero encuentro muy bueno estudiar algo y estudiar periodismo después. En verdad habría estudiado mucho más, pero no en cantidad, como que era desatenta y pensaba en fotolog todo el día. Habría seguido la mención lingüística y no literatura eso sí. Me interesa lo del lenguaje.

Tu voz escrita es muy característica, ¿viene de ese tiempo el rollo con el lenguaje?

—No sé si podría discursear sobre cómo escribía en ese tiempo porque en verdad solo escribía, estudiaba literatura y vivía la vida de la literatura pero esto era fotolog y lo pensaba así no más. Me gustaba la sintaxis media alterada, era consciente, tenía influencias muy claras de Papelucho y Amélie Nothomb, y no hacía textos largos porque me daba lata latear. Aprendí a escribir así porque siempre escribí en Internet donde tenía mucho más conciencia del lector porque soy insegura y porque hay un feedback demasiado instantáneo. No es como «ah vai a latear a alguien y no te vai a enterar jamás»: ¡te vai a enterar ahí mismo!

¿Cuáles fueron tus préstamos creativos?

—Tiene que ver más con negaciones: habían cosas que encontraba la raja, como Madame Bovary (de Flaubert) pero no podría haber algo de eso en mi escritura. Tenía mucho pudor como de lo cursi y creo que me pasaba, cuando leía relatos de sexo, en general, me parecían súper malos y el camino para hablar de eso era siendo súper directa. O sea 50 sombras de Grey usa la palabra glande. No me interesaba tanto calentar sino que fuera gracioso. También si escribía algo muy cuma ponía «shia» al lado, era muy consciente. Al hacer la película me di cuenta de cómo escribía en fotolog. Caché algo que me gustaba que es tener una apariencia de escritura muy rosada-rosada, cuando no es tan rosado en realidad. Es como en Papelucho, esa como ilusión de inocencia cuando en verdad no es tan inocente. Escribir como si no cacharai nada, pero en realidad es un juego literario.

¿Por qué esa distancia con lo cursi y lo emo?

—A los 14 años escribía unas flaitedades que ni siquiera quiero acordarme y siempre he pensado que ese pololo puede cagarme sacando una de esas cartas. El año pasado encontré unas cartas que me escribían a mí y eran muy ordinarias. El weón me dedicada letras de Pablo Herrera pero sin la weá chistosa. En ese momento ya me daba risa, pero no creo que haya estado muy lejos de eso. Me acuerdo de tener mi mochila llena de frases de Silvio Rodríguez. Siento que con la cursilería se pierde mucho peso en la narración, se hace muy lugar común y no veis realmente lo que está escrito. Hay un estilo pausado y solemne que a mí no me gusta. De repente las cosas emo y cursis tienen como un lenguaje que pareciera que está traducido de otro idioma. Mi lenguaje es mucho más pokemón.

***

—Es más vista fuera del cine que en el cine. Está en youtube (donde tiene más de un millón y medio de views) y hay torrents para bajarla.

Joven y alocada1En adelante todo es rápido: la cineasta Marialy Rivas le propone llevar al cine lo que escribía en su fotolog y aparece un pre-guión a cargo de María José Viera-Gallo y Pedro Peirano, con Alicia Rodríguez y María Gracia Omegna como protagonistas, hasta que la invitan a participar del guión de su propia historia y la película se filma y consigue premios en San Sebastián y Sundance y más de 37 mil espectadores en salas chilenas, durante 2012, a pesar del estreno el mismo día del joven combatiente y Lollapalooza y de la proximidad con Semana Santa.

—Que Javiera Mena estuviera tocando en lanzamiento de Joven y alocada fue algo natural porque es amiga de la Marialy. Como en la película hay un cóver de Los Prisioneros (“Amiga mía”), la Marialy le escribió a Jorge González y él dijo como «ya bacán» y como que ahí se dio. Después lo teníamos en facebook y era muy raro tener a Jorge González en facebook. Como que de repente te hablaba y era como heavy. Se llamaba así como Jorge no me acuerdo qué chucha y lo cerraba y abría a cada rato.

Con el libro el proceso fue parecido.

—Me escribieron de la editorial y fui a curarme ese mismo día. Dejé mi pega en el Clinic y el primer mes no pude escribir nada. Miraba al techo, iba a La Vega, cocinaba todo el día. No tenía pensado de qué se iba a tratar. Pensaba que podría ser una autobiografía porque me tienden a gustar los libros que tocan las partes de la infancia y adolescencia porque después todo es más aburrido. Entonces no sabía si quería llegar a la parte aburrida pero sentía, por otro lado, que era entretenido saber qué chucha había pasado después de la película.

Justo antes del viaje a Sundance sus padres la interrogan: «Camila, ¿tienes algo que ver con Joven y alocada?». La película está promocionada en todos lados y Camila aparece dando entrevistas sobre su vida y la de sus padres, expuestas en la película. Ella responde y una bomba estalla. No va a volver a hablarles por un tiempo y aprovecha el llamado de Random House Mondadori para completar en el libro la historia —su historia— que no cuenta completamente la película.

—No tenía nada muy claro, ni cómo lo iba a dividir. Al principio quería que fuera como un gran diccionario, onda «amor» y un capítulo sobre eso. Me acuerdo que la primera frase la sometí a votación en el facebook de Joven y alocada. Era o: «Cuando era joven y nazi…» y otra que no me acuerdo, y ganó —y en verdad en mi corazón también ganaba— «Cuando era joven y nazi…» y estuve noventa años con esa pura frase y nada más. En lo grueso, cuando empecé a escribir en serio, sin las correcciones, estuve dos meses.

Otra de las diferencias con el libro es el narrador. Daniela, la protagonista de la película Joven y alocada tiene diecisiete años. Camila, la narradora del libro, diez más.

—Como referentes de libro, el (escritor) Diego Zúñiga me prestó tres libros de autoficción. Uno era de Jeanette Winterson, que yo hablo en el libro y cuando chica la había leído y me había impresionado mucho, y me pasó lo que me imagino le pasa a algunas pendejas con mi libro (pone voz de pito): «esta es la historia de mi vida». La mina crecía en una familia súper evangélica y estricta, con una mamá brígida, onda noventa veces más que la mía, y volví a leer ese libro con otros que pensé que jamás me iban a servir, como El buen nombre (de Jhumpa Lahiri) que trata sobre inmigrantes bengalíes en Estados Unidos. Me gusta que Winterson trata de entender y tiene algo de compasión con los personajes. En la película, los personajes son súper blanco y negro: la Mamá es mala y la Tía es buena, lo que está bien porque el narrador de la película tiene 17 años y en esa etapa todo es blanco y negro: tus papás son como el pico, tus compañeros son weones. Esta mina trata súper bien a sus personajes y es noble y los entiende. Eso traté de hacer en el libro, menos con Tía Paulina porque me parece muy mala y la voy a seguir viendo blanco y negro siempre. Entonces tenía el tono y no quería ponerme muy seria. Me pasó al principio, y por eso no pude escribir, que me puse solemne y latera. Onda, «estoy escribiendo un libro». Como estudié literatura pensaba que la literatura era una cosa y el fotolog otra cosa. Cuando empecé a escribir el libro se me vinieron a la mente buenos escritores pero pésimas influencias, como Leila Guerriero, que a mí me gusta pero su tono es más serio y pausado. Sin norte me pasó que me contagié y era muy raro el tono impostado. Me tenía que disfrazar de mi idea de escritor, casi que con la mano en la pera. Me costó ene volver a ser fiel con el tono que ya tenía.

¿Cómo era tu rutina de trabajo?

—Cuando empecé a trabajar en serio, todos los días despertaba a las doce del día y me ponía a escribir y jugaba wii hasta las cuatro de la mañana y al día siguiente hacía la misma weá. Por eso en los agradecimientos salen Zelda y Donkey Kong porque fueron de mucha compañía ese tiempo. Escribía cuando había luz y en la tarde, tipo siete, era jugar jugar jugar. Y como que no carreteaba. Ha sido la mejor época de mi vida. El único problema es que se me olvidó cómo interactuar en un momento. Como que me encerraba por días y a veces salía a comprar weás. Me acuerdo que el Hermes el sabio me invitó a su cumpleaños y cuando llegué la primera palabra que dije fue como la primera palabra que dije en cien años y me curé a los dos segundos. Terminé curada como pico y me recluí casi al tiro.

Eres solitaria.

—Me gusta harto estar sola. Me fui a los veintitrés años de la casa a vivir con una prima y funcionó bien, pero no sé si volvería a vivir con alguien. Lo encuentro pajero. Las concesiones y weás. Me molestaría ene tener que compartir la ida al supermercado con alguien. Como que es el mejor momento de la semana. Me cargaría ponerme de acuerdo con alguien por comprar una salsa de tomates o una mantequilla de maní que yo no quiero.

***

Escrito a contrapelo del canon literario emo y de la narrativa actual que alaba la introspección y todas las formas conocidas del aburrimiento, Joven & alocada. La hermosa y desconocida historia de una evangeláis (2013, Random House Mondadori) es un gesto de complicidad generacional: toma lo mejor de las lecturas en Internet —la crudeza troll, el humor ingenioso y muy negro, la precisión que requiere escribir para un primer pantallazo y no aburrir— y lo aliña con modismos pokemones, pelolisos y de personajes televisivos varios —Kenitafrases, Yingo, Carlos Pinto—, lo que va atrapando y en algunos casos confundiendo: «tiene frescura y gracia, aunque rara vez arranque una carcajada» escribió, en una de las pocas reseñas que tuvo el libro, el crítico sénior Rodrigo Pinto.

—Rodrigo Pinto fue muy lapidario, pero la crítica me importa un pico. Ay suena demasiado punketa, pero lo que más me sorprendió del comentario de Rodrigo Pinto es que me importó un pico. Como que las críticas que se hicieron eran parecidas a lo que se dijo de Mekano y Yingo en su momento: «esto es un testimonio de su tiempo pero es como la mierda». A mí me gusta más la comparación con lo que hace Koko Stambuk con una canción como “Navidad mentira” (que produjo para Supernova).

En Joven & alocada narrador, protagonista y autor se mimetizan. Es autoficción «más cerca de la biografía que la fantasía» —aclara— y abarca desde que sus padres se hicieron evangélicos durante su infancia hasta después del estreno de la película, la que supuestamente los distanció.

Entre adjetivos chulos del periodismo, palabras pegadas y capítulos breves y episódicos, Gutiérrez toma distancia y frena en seco cuando está a punto de ponerse emo.

Relativiza los problemas y obsesiones, pero también las observaciones de una joven bisexual que se rebela a su familia evangélica.

Diríamos que se trata de una evangeláis que se conecta a fotolog para contar sus experiencias sexuales y liberarse. Pero, en el fondo, se está conectando consigo misma.

***

—Todavía soy mucho más entretenida hablando detrás de la pantallita que en la vida real. Si erís más chica como que esa distancia se hace más radical, como entre vida real y vida virtual.

¿Eres introvertida?

—Puta ahora menos pero antes era, weón, muy muy tímida. Muy insegura. Ya una weá como molesta. Molesta para mí y molesta para el resto.

A ver cuéntame de eso.

—¿De mi vida insegura?

Sí.

—¡Qué fome!

Creo que nadie te imagina así.

—Era como (silencio largo), no era como callada si ya conocía a la gente, pero era como de esa gente que estaba siempre pensando «ah esa persona está pensando que soy muy tonta», en cualquier parte y a cada rato. Me acuerdo que tenía una pega de mierda siendo mesera de matrimonios y sentía que toda la gente me miraba raro y feo. Debe ser una weá de ego, pero pensaba que las minas me encontraban rara. Esto suena súper apestoso, como esas minas que ahora son ricas y que dicen que en el colegio eran feas.

Ríe cuando todos estén tristes

Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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