Con dos discos de estudio y otro par de recopilaciones, Lizzy Grant aterriza en Santiago el próximo martes con un pop elegante, moderno y extremadamente monotemático.
«Am thinking I have a bit of a crush on Lana Del Rey, well her voice anyway!»
Joey Barton
Esa noche terminaron por arder frente al televisor.
El 11 de octubre del 2011, los ingleses vieron a una tal Lana Del Rey cantando “Video games” en el programa Later… with Jools Holland. Vieron a Elizabeth Woolridge Grant provocar, traspasar la pantalla completamente de blanco: tacos, mini —¡qué mini!— y blusa transparente. La vieron insinuar mordiéndose los labios, cerrando los ojos lentamente al pestañear, jugando con su voz, bajando unos tonos sobre un piano lento, con cuerdas, como si quisiera detener el tiempo y atrapar todos los sentidos.
Ese día vieron al diablo.
La NME la catalogó de impresionante, aplaudiendo su álbum Born to Die (2012) por «su nostalgia y sensibilidad», Kasabian y Bombay Bicycle Club hicieron cóvers del súper-hit “Video Games”. Y hasta Joey Barton, uno de los chicos malos del fútbol británico, se flechó de ella.
Con dos discos de estudio y otro par de recopilaciones, la artista de 28 años ha destacado por un pop elegante y moderno, extremadamente amoroso y redundante en la lírica, lo que le ha traído críticas tan duras como la de Pitchfork: «es difícil encontrar alguna canción en la que Lana del Rey se revele a sí misma como algo más complejo que un objeto con un cono de galleta y una bola de helado para chuparse los dedos del deseo masculino».
Sin embargo, Elizabeth —o Lizzy Grant para los amigos— continúa surfeando la cresta de su hype con la combinación entre una sensualidad voraz y una actitud virginal, inundado la web con videos y transformando los caseros “Blue jeans” y “Video games” a superproducciones como “Born to die” o “Ride”, manteniéndolos vigentes durante varios meses, lo que llamó la atención de marcas como Jaguar o H&M que la ficharon como rostro para sus tiendas.
Born to die, que contó entre sus productores a Justin Parker (Bat for Lashes, Ellie Goulding), tiene singles inmensos, necesarios y coreables para toda artista de pop que se precie de tal.
Durante 2012 varias de sus canciones fueron re-mezcladas por gente como Lindstrøm, Azealia Banks junto a los fosterthepeople Smins&Belle y hasta por Damon Albarn.
Los misterios sobre su vida, precisos para su categoría de figura, han sido revelados poco a poco. Elegida por GC como la Mujer del Año en 2012, confesó: «me enviaron a un internado, con 14 años, para conseguir que estuviera sobria. Bebía mucho en ese momento. Bebía sola. Pensaba que aquello era jodidamente cool. Gran parte de lo que escribí en Born to die es sobre esos años».
O sobre sus letras: «Muchas veces, cuando escribo sobre la persona que amo, siento que estoy escribiendo sobre Nueva York. Y cuando lo hago sobre aquello que perdí, siento que escribo sobre el alcohol porque ese fue el primer amor de mi vida».
A mitad de enero del año pasado, Lana Del Rey se presentó en Saturday Night Live sin Born to die en tiendas y presentada por Daniel Radcliffe. Tuvo una performance casi desastrosa: cantando “Blue jeans” se mostró extremadamente nerviosa para lo que nos tenía acostumbrados y desafinó en varias oportunidades, entrando en la lista de los peores shows en la historia reciente del programa.
Esa noche, al otro lado del Atlántico vieron al ángel angustiado e indefenso, listo para ser devorado. Y esos muchos que la promocionaron tras Jools Holland, ahora le dieron la espalda.
Un año después de todo eso la neoyorkina llega a Chile, este 12 de noviembre, como número principal del Indie Fun Fest para cerrar una tarde/noche de martes que incluirá a Mala Rodríguez, Palma Violets y Travis en el Movistar Arena.