El líder de Nirvana quería que el escritor apareciera en el video de “Heart-Shaped Box”.
Hacía más de una década que William S. Burroughs vivía en una granja de Lawrence, Kansas, cuando Kurt Cobain llegó un día a visitarlo. Era octubre de 1993. El líder de Nirvana quería que el escritor apareciera en el video de “Heart-Shaped Box”, interpretando a esa especie de viejo y decrépito Santa Claus crucificado. El autor de Yonqui era un referente para Cobain desde su adolescencia, el ídolo que marcó un camino de estricto nihilismo y continua experimentación. Su sueño era que él protagonizara su clip. Burroughs no lo aceptó, pero en cambio invitó a Cobain a su casa.
De este encuentro se sabe muy poco —apenas cuatro fotos que filtró Courtney Love después de la muerte de su marido— pero el escritor español Servando Rocha, ensayista de contracultura, no sólo indaga en esa reunión específica sino que además intenta trazar, a través de ella, «una historia paralela y alternativa del siglo XX».
Nada es verdad, todo está permitido. El día en que Kurt Cobain conoció a William Burroughs, editado por la española Alpha Decay, transforma ese día en un suceso cultural, reubicando, además, al autor de El almuerzo desnudo en la posición de referencia que, según Rocha, ha perdido y le corresponde.
Las conexiones entre sus influencias, Hassan i Sabbah y el origen del terrorismo, Nietzsche, el movimiento beat, las primeras películas de Gus van Sant y el blues de Leadbelly: cuatro fotos que detonan la interpretación alternativa de un siglo que todavía no podemos dejar atrás.
«Lo que recuerdo es la expresión moribunda de sus mejillas. Él no tenía intención de suicidarse. Por lo que yo sé, ya estaba muerto», dijo Burroughs, después del suicidio de Cobain, sobre ese encuentro con el guitarrista. Este año se cumplen cien desde que el escritor nació —y veinte desde que el mártir del grunge murió.