34 canciones hizo Pixies anoche en La Cúpula. Revisa la reseña y fotos de su sideshow.
Todo indica que van al alza, como una tendencia. Las giras de reunión, los álbumes recopilatorios. Los festivales aniversario de otras décadas, que celebran a bandas no tan jóvenes, con seguidores más bien viejos, creando un producto que vende bien entre quienes pagan mejor.
Hace unos días, el bajista Ben Shepherd dijo que «existe una nostalgia por los 90». Tiene razón. Después de la contracultura que se fue inflando y haciendo oficial. Luego del tránsito de garajes caseros a los escenarios tan iluminados —y llenos de seguidores con celulares inteligentes, que alguna vez fueron una juventud rebelde y acelerada. Después de la agonía —sino muerte— de un género noble y revolucionario como el rock; su banda, Soundgarden —pero podría ser Pixies, Red Hot Chili Peppers o Nine Inch Nails— volvió a juntarse para tocar los himnos de la generación del 90′, re-editar su discografía y encabezar y cerrar festivales como Lollapalooza, en desmedro, por ejemplo, de una carrera actual y remozada como Arcade Fire.
Puede ser asunto de presupuestos, apuesta generacional, pero no es misterio que la industria musical tiene el dedo en la tecla rebobinar. Que los festivales de verano y otoño, en nuestro hemisferio, se corresponden con la inactividad invernal del Primer mundo. Y que la ecuación, da una grilla con grandes cabezas de cartel del pasado.
Parece un grito sordo, pero aunque las bandas actuales no ayudan mucho, alguna vez el rock fue lo más cercano al futuro para los jóvenes.
Está al centro, con la camisa arremangada y abierta, nadando en su propio sudor. Black Francis agita su tórax con los pies clavados antes de rajarse la garganta gritando «Debaser». Antes de esa escena final, antes del error de anunciar el concierto a las 21:30 —cuando realmente empezó una hora y media antes, ¡a las 20:00 horas!—, el comienzo fue una muralla infranqueable: “Bone machine” y “Wave of mutilation”, abriendo paso a sus mejores discos —Surfer Rosa (1988) y Doolittle (1989)—, pegados al cóver “Head on”. Intratables, Pixies cumplen en cada visita, superando la barrera de las treinta canciones, llenando de nostalgia espacios como La Cúpula. Es por cierto una cita retro, como el espíritu de esta edición de Lollapalooza. Ahí están, crudos y sucios, fieles a su fórmula ochentera de melodías suaves en las estrofas y distorsión y alaridos en los coros. Una explosión controlada que cabalga la batería de David Lovering y corta el chirrido del guitarrista Joey Santiago. Qué bien les hace la bajista Paz Lechantin. Calza en la colectiva “La la love you”, con una flor en el mástil. Y su voz completa los momentos en que Francis parece poseído. Lo decía Lihn, «la muerte es un éxito de público» y aunque en Pixies no se ha muerto nadie, sacar “Gigantic” del repertorio es tanto parecido. Como un fantasma de Kim Deal. Como una pieza que bien resume lo que hacen sobre el escenario. Canciones como cambios bruscos de ánimo. El tránsito de la candidez a la rabia. Porque los tres bases de la actual formación son de pocas palabras, más bien introspectivos, pero tan efectivos como intensos. Lo sabe Kim Shattuck, la primera reemplazante de Deal, cuando se tiró al público en un concierto en Los Ángeles. Ya fuera del escenario el mánager le dijo que no volviera a hacerlo: «los Pixies no hacen eso». Realmente no sé si podrían hacerlo, pero hay tanta contundencia en su en vivo que tampoco lo necesitan.
Setlist:
Bone Machine
Wave of Mutilation
Head On (The Jesus and Mary Chain)
U-Mass
Crackity Jones
Ana
Mr. Grieves
Magdalena
Cactus
Gouge Away
Caribou
I’ve Been Tired
Brick Is Red
Bagboy
River Euphrates
What Goes Boom
Isla de Encanta
Blue Eyed Hexe
Monkey Gone to Heaven
Motorway to Roswell
Here Comes Your Man
La La Love You
Silver Snail
Nimrod’s Son
Ed Is Dead
In Heaven (David Lynch)
Andro Queen
Hey
Indie Cindy
Where Is My Mind?
Vamos
Bis:
Tony’s Theme
Rock Music
Debaser