Un crimen de odio e ignorancia

A fines de marzo, la Fundación Daniel Zamudio y la editorial Árbol presentaron el libro Daniel Zamudio. La Vida. Acá, el autor comenta su visión del caso.

A fines de marzo, la Fundación Daniel Zamudio y la editorial Árbol presentaron el libro Zamudio. La Vida, escrito por el periodista, ex asesor de ME-O, Frafrá y Parisi, y director de Panoramas News Patricio Mery Bell. Acá, el autor comenta su visión del caso.

La muerte de Daniel Zamudio no fue un accidente ni un cúmulo de acciones fortuitas que lo llevaron a transformarse en una imagen del respeto legal y social a las minorías de nuestro país.

En Zamudio. La vida, nuestra investigación periodística, determinamos y confirmamos que Daniel Zamudio fue víctima de una brutal golpiza, que terminó días después con su vida. Ella fue provocada por cuatro jóvenes neonazis, vinculados a grupos de supremacía blanca de Estados Unidos, quienes incluso ofrecieron pagar a la primera defensa de uno de los imputados la suma de 10 millones de pesos por defenderlos.

Antes de perpetrar este crimen de odio, Patricio Core escribió en su muro de Facebook una arenga en donde advertía que realizaría una barrida en contra de homosexuales, peruanos y vagabundos. Core fue quién lideró la tortura que sufrió Daniel y en su ambiente ya era conocido por «patear» a gente en situación de calle y extranjeros.

Al leer nuestro libro, uno se da cuenta de la brutalidad y locura con que actuaron estas personas. También damos cuenta de cómo la Fiscalía pasó por alto todas las pistas que ligaban a los asesinos de Daniel con grupos neonazis. La respuesta de las autoridades está justificada en la economía procesal que les exigía una rápida condena. Argumento poco entendible, si consideramos que las personas que fomentan el odio y que enseñaron esta ideología del terror, por lo menos a Patricio Core, hoy se encuentren libres e impunes, en la búsqueda de nuevos semilleros de pobreza, discriminación y falta de oportunidades. También nos llama la atención que solo a unos cientos de metros del edificio de Inteligencia de Carabineros, DIPOLCAR, se haya perpetrado esta brutal golpiza sin que ninguna cámara, guardias, vecinos o funcionarios policiales hubiesen visto o escuchado algo.

El Mercurio, fiel a su tradición sediciosa, conspirativa, oscurantista y servil a los asesinos, realizó una campaña publicitaria y de marketing para posicionar su libro sobre la vida de Daniel, Solos en la noche, y buscar confundir una vez más a la sociedad chilena con sus mentiras. Para ello, utilizó a uno de sus redactores, Rodrigo Fluxá, para validar una atroz mentira. Desacreditaron la tesis principal del caso, argumentando que el acto vandálico en contra de Daniel no fue un crimen de odio sino tan solo uno de carácter ordinario, producto de una simple borrachera de los actores que se hallaban esa fatídica noche en el parque San Borja.

Esta tesis nos recuerda mucho a las prácticas que El Mercurio realizaba durante la dictadura para encubrir la sin razón y los delitos de lesa humanidad dirigidos por el dictador. De El Mercurio ya nada nos sorprende, lo paradójico es observar cómo el resto de los medios de comunicación dieron tanta vitrina a esta investigación en desmedro de otras, y siguen siendo pauteados por los diarios de Agustín.

Nuestro libro fue lanzado en la Fundación de Rokha el día 27 de marzo, y aunque la editorial Árbol convocó a todos los medios de comunicación, ninguno le dio espacio a este trabajo. Es entendible, ellos saben que en nuestro relato hablamos de cómo los medios han tapado cientos de crímenes contra travestis y homosexuales.

Lamentablemente, mientras la sociedad civil permita esta falta de pluralismo informativo, El Mercurio podrá seguir montando sus actos falaces que buscan manipular a las audiencias. Después del asesinato de Daniel, los crímenes de odio no se han frenado. Mientras existan irresponsables que justifiquen o maquillen estos actos nuestra reacción será cada vez más débil. La conclusión del libro de El Mercurio no busca acabar con las desigualdades y legislar a favor de las minorías: busca llevar actos tan brutales como la muerte de Daniel, el incendio de la discoteca Divine y tantos otros tristes ejemplos al rango de la caricatura de la gente distinta, esa que no calza en sus parámetros morales y económicos. Eso sí, lo hacen en un Chile que cada vez se aleja más de la línea editorial de Agustín Edwards y, al contrario, abraza el derecho a la vida, al respeto y la diversidad.