En su última novela Los afectos, el escritor boliviano Rodrigo Hasbún se mete en la piel de una familia de alemanes emigrados a La Paz apenas terminada la II Guerra Mundial. La familia de la mujer que ejecutó la venganza contra el coronel de la policía boliviana que mató al Che Guevara.
Lo primero es su extensión: apenas por sobre las cien páginas. Luego el anuncio. Al comenzar la novela Los afectos, el escritor boliviano Rodrigo Hasbún (Los días más felices, El lugar del cuerpo) advierte que se trata de una ficción y no de un retrato fiel a la vida de la familia Ertl, un puñado de alemanes emigrados desde Munich a La Paz apenas terminada la II Guerra Mundial. A su llegada a esa ciudad, en medio de una época de revoluciones y barbarie, los Ertl —un apellido que aparece solo en esa advertencia— encuentran que todo se ve precario y sucio, con niños mendigando por las calles, indios cargando bultos enormes en sus espaldas y demasiadas casas a medio construir. Si le preguntan a Hans Ertl la razón para perderse en la espesa selva boliviana en busca de las ruinas de una ciudad mítica y perdida, él, padre de tres hijas y marido de una mujer enferma de recuerdos, un alemán aventurero y obsesionado con las expediciones, alguna vez director de fotografía de Leni Riefenstahl, dirá que empezar de cero es una oportunidad que pocos tienen. Entonces la novela se desplaza arbitraria en un círculo de tres décadas y a través de las voces de las hermanas y sus maridos y amantes. Como pasa con la memoria, la familia se fragmenta y comienza una travesía con escenas que parecen sacadas de Fitzcarraldo y La literatura nazi en América, en donde el padre filma un escalofriante plano de la selva que él mismo ha incendiado y la gente mastica coca o sobrevive milagrosamente al frío rezando a las piedras del camino en aimara. Hasbún arma y desarma los lazos afectivos de la familia Ertl y su geografía, disolviendo las fronteras políticas y sentimentales de los personajes para volver a contar la crispación política que dividió a Latinoamérica durante los sesenta y setenta: Monika, la mayor de las hermanas, tal vez el personaje de mayor peso histórico de la novela, es deslizada hasta la guerrilla que combatió en los Andes para convertirse en la mujer que ejecutó la venganza contra el coronel de la policía boliviana que mató al Che Guevara. En Los afectos también cambian los tiempos y las perspectivas. El relato va abriendo conflictos que el oficio de Hasbún se encarga de explicar sin voluntad de cierre, aséptico. Porque así como en la selva los árboles van perdiendo sus contornos hasta transformarse en una sola masa, entre los Ertl los asuntos —las ideas, los afectos— también se desbordan. Lo dice Trixi, la tercera hermana, ya sobre el final: «No es cierto que la memoria sea un lugar seguro. Ahí también las cosas se desfiguran y se pierden. Ahí también terminamos alejándonos de la gente que más amamos».
Los afectos
Rodrigo Hasbún
Literatura Random House, 2015
140 p. — Ref. $10.000