Él Mató a un Policía Motorizado, un nombre clave entre la nueva música argentina, cerró anoche el festival En Órbita.
No importa contar dónde, no importa contar por qué. Importa decir que cuando Él Mató a un Policía Motorizado empezaron a tocar más o menos seguido, allende la cordillera, los suplementos culturales y las revistas de rock irradiaron ese nombre sacado de una película clase Z. Él Mató…, que es el experimento de los restos de otras bandas platenses, sigue el indie de finales de los noventas para escribir canciones con la mira puesta en Guided By Voices y Pavement. En poco más de una década por el camino de tierra, crecieron entre pequeños festivales de conceptos más artísticos que comerciales y prensa alternativa que no depende de ningún grupo mediático. Hasta que grabaron La Dinastía Scorpio, un disco clave entre la nueva música argentina, mezclado por Eduardo Bergallo (Soda Stereo, Peligrosos Gorriones) y que resultó el ticket de entrada a festivales como el Primavera Sound español. «Siempre nos preguntan qué onda tener una banda independiente. Hay un montón de dificultades, pero está bueno», dijo una vez el bajista, cantante y principal compositor, Santiago Motorizado, autor de estos mantras que mutan en pequeñas historias de rupturas y apocalipsis. Hegel primero, y Borges después, escribieron que la suerte de un hombre resume, en ciertos momentos esenciales, la suerte de todos los hombres. Y algo de eso hay en la eléctrica “Sábado”, la sensible “El fuego que hemos construido” y la coreada “Mujeres bellas y fuertes”. Canciones que explotan en un aturdimiento hipnótico, como escuchamos en el debutante festival En Órbita, marcado por el recambio generacional de varias bandas. Antes del pogo desaforado de las primeras filas, antes del inodoro de gente y la capa de tierra en la cara, Él Mató… amaga mostrar las encías. Föllakzoid todavía es un murmullo inentendible cuando Pantro Puto (el guitarrista que salta) y Niño Elefante (a cargo de los solos) instalan sus pedales y alguien responde con pequeños cantos de hinchada de fútbol. Santiago Motorizado besa a una chica al costado del escenario y pega la lista de canciones en el suelo. No importa contar dónde, no importa contar por qué. Importa decir que en los bermudas de fin de semana y esos gestos nerviosos están los mismos amigos de la secundaria que un día cualquiera decidieron dejarlo todo y ponerse a tocar.