El futuro es ahora

Miquel Barceló actualizó su estudio Ciencia ficción, nueva guía de lectura (Nova), donde da vueltas y desarma los clásicos y secretos de la llamada «literatura de anticipación».

El centro cremoso de Ciencia ficción, nueva guía de lectura (Nova), del ingeniero aeronáutico, diplomado en ingeniería nuclear y doctor en informática, Miquel Barceló, está compuesto por alrededor de cien títulos seleccionados como los mejores dentro de un canon personal que excluye las obras de Ballard y que no valora en su justa medida a una figura tan excluyente —y vigente— como Philip K. Dick.

Barceló, que se presenta como «un vicioso de la ciencia ficción hace 55 años», aparece empuñando un sable láser en la foto de autor y se deshace en elogios ante la obra de sus referentes: Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Robert A. Heinlein, Ursula K. Le Guin y Frank Herbert.

Reprocha, por ejemplo, la aventura con la fantasía de George R. R. Martin, al frente de Game of Thrones, según él, porque se trata de un escritor importante de ciencia ficción, autor de un título trascendental como Muerte de la luz:

Interesante primera novela de un autor que ha obtenido después gran número de premios por sus relatos, entre los que destaca especialmente Una canción para Lya (A Song for Lya, 1974). Ni que decir tiene que, en su paso a la fantasía con Canción de hielo y de fuego (más conocida como Game of Thrones), Martin ha cosechado un éxito que tal vez sea irrepetible. Todo ello se presagiaba ya en la altísima calidad de su ciencia ficción. (p. 339)

Y celebra un lugar común del género como Un mundo feliz, de Aldous Huxley:

Se trata de un clásico indiscutible que, al mostrar el lado oscuro del humanismo científico, se erigió como la crítica definitiva de la tecnología que soporta a una sociedad «racional» y conductista. Junto con Nosotros (1923) de Zamiatin y 1984 (1949) de Orwell, forma la trilogía clásica de novelas distópicas de la primera mitad del siglo XX. (p. 290-291)

Fue Nietszche quien dijo que «no se puede definir aquello que tiene historia», pero este libro intenta cifrar la ciencia ficción. En algún momento el crítico, editor y traductor explica que la ciencia ficción se trata de una literatura de temas y no de formas:

El placer que se puede obtener de la lectura de la literatura de ciencia ficción es esencialmente un placer intelectual y atañe en primer lugar a la racionalidad del lector y, solo en segunda instancia, puede, a veces, llegar a ser un placero de tipo estético motivado por la belleza del lenguaje y la forma literaria. (p. 16)

«Para mí la ciencia ficción es, esencialmente, una literatura de ideas», dice él.

Ciencia ficción, nueva guía de lectura es un listado actualizado (fue publicado originalmente en 1990) que comienza cronológicamente con Universo de locos (1949) de Frederic Brown, hasta cerrar con Anatema (2008) de Neal Stephenson. En poco menos de quinientas páginas Barceló reseña, comenta y pone en contexto algunas obras, pero al mismo tiempo desvía la mirada hacia el cine, el teatro, la poesía, la televisión y los juegos de mesa.

No es lo único: en el apartado “Un camino para construir historias” se da el lujo de recomendar a quienes están interesados en publicar ciencia ficción: «La práctica es, en definitiva, la única que enseña de verdad a escribir».

Aunque tal vez la idea principal del libro es que la ciencia ficción, o «literatura de anticipación», es una manera de mirar, una forma de recrear el mundo en que vivimos y proyectarlo hacia adelante en un salto que, al mismo tiempo, procura conocernos mejor a nosotros mismos. Una manera de mirar porque analiza las consecuencias de una hipótesis que se considera extraordinaria o demasiado prematura para el mundo actual: ¿qué sucedería si hubiesen clones humanos? ¿Qué ocurriría si fabricamos verdaderas inteligencias artificiales? ¿Qué sucedería si nos encontramos con extraterrestres? ¿Y si pudiéramos viajar al pasado? En el fondo, todas esas preguntas caracterizan a la narrativa especulativa de la ciencia ficción, que nos prepara para enfrentarnos a un futuro distinto, o a mundos nuevos, como la novela histórica y las crónicas de viajes, que describen realidades exóticas y desconocidas. Se trata de un relato especulativo, sí, pero sobre todo coherente y, a vista del lector, (y acá está todo el truco del género) posible.