Imagina que despiertas y no recuerdas quién eres. Abres los ojos y estás inmovilizada en una cama, mientras dos enfermeros te inyectan sustancias sin tu permiso. Así empieza La más fiera de las bestias, primera novela de Lucas García.
Imagina que despiertas y no recuerdas quién eres. Abres los ojos y estás inmovilizada en una cama, mientras dos enfermeros te inyectan sustancias que no conoces sin tu permiso. Imagina que no sabes tu nombre ni la historia de tu vida, pero un hombre sin rostro te acusa de haber matado a una mujer y a una niña. Te torturan, hacen lo que quieren contigo, y no sabes por qué. Sin embargo, descubres que tienes una fuerza descomunal, y una inteligencia de combate que te permite neutralizar a tus enemigos. Escapas, huyes de quienes te secuestraron, y te enfrentas a un mundo donde nadie te conoce.
Así empieza la historia de La más fiera de las bestias, primera novela del escritor venezolano Lucas García. Anteriormente, García publicó un libro de cuentos, Payback, con el que se puede establecer un diálogo con esta novela. La violencia, la ausencia del Estado, la justicia por las manos, son algunos de los elementos centrales que se repiten en ambas obras.
La novela se narra en frases muy cortas, casi como cuadros de un cómic o fotogramas de película. De hecho, cada capítulo parece la escena de un filme en el que vemos elementos de la reconocida Oldboy, de Pak Chan-uk, y también marcas de violencia a lo Tarantino. Asimismo, la novela tiene tres partes bien diferenciadas: una primera que parece kafkiana, donde lo central está en esa situación angustiosa de no reconocerse y no saber qué ocurre alrededor, una segunda más bien de rasgos a lo Bolaño, en el que encuentro paralelismos con “La parte de los crímenes”, de 2666, por la descripción objetiva de hechos violentos, y una tercera parte, detectivesca en que se revelan las respuestas a las dudas del protagonista.
Asimismo, no puedo dejar de destacar que la novela surge de un contexto en el que la violencia se ha convertido en elemento central de la vida cotidiana. Me refiero, claro está, a Venezuela, cuya capital Caracas es considerada una de las ciudades más peligrosas del mundo. De ahí que la obra de Lucas García pareciera intentar dar una respuesta a la sensación de soledad y abandono que los ciudadanos sienten. La más fiera de las bestias construye un espacio en el que la justicia se privatiza, dejando de estar en manos del Estado y pasando a manos de actores no estatales que determinan los castigos apropiados para quienes han cometido asesinatos y crímenes.
Por supuesto, la obra presenta esa paradoja de que la justicia en manos privadas tampoco satisface la ausencia de una justicia pública que controle la violencia urbana. El protagonista no sabe quién es, está seguro de no haber cometido un crimen, pero pierde voz a la hora de exigir sus derechos. No existe, pues, la imparcialidad, sino que los mismos justicieros se vuelven parte de la misma violencia que critican.
La más fiera de las bestias retrata la vida de un país en el que el Estado deja de ser el responsable de impartir justicia, y controlar la violencia, sino que son los ciudadanos los que asumen el papel de justicieros.
La más fiera de las bestias
Lucas García
Punto Cero, 2011
191 p. — Ref. $10.000