A fines del año pasado lanzó el disco Meet me twice (Non Standard Productions), junto con el productor alemán Tobias Freund, y está a punto de presentar el EP de Pinknoize Matsuri, su dúo con la productora y artista multimedial peruana Val Evans.
Hace menos de un año conocí a la actriz, performer y cantante Javiera González, y rápidamente pude darme cuenta que la energía que transmitía al hablar se replicaba en una gran cantidad de proyectos muy diversos, marcados por la constante colaboración. Formó parte de la banda Bella e Putana y ha trabajado en conjunto con Cristóbal Carvajal (Holden, Teatro del Sonido), Sebastián Aracena, Chris Rechner (Breakdown), Raw-C, New Layer y la artista visual Valentina Berthelon, entre otros.
A fines del año pasado lanzó el disco Meet me twice (Non Standard Productions), junto con el productor alemán Tobias Freund, y está a punto de presentar el EP de Pinknoize Matsuri, su dúo con la productora y artista multimedial peruana Val Evans. También inauguró recientemente el Centro de Investigación Sonora Nihilista Espacial c.i.s.n.e. junto a Richi Tunacola.
Conversamos por Facebook mientras yo me bajaba de un taxi, iba al banco y continuaba con mi rutinaria vida de oficinista, y ella preparaba sus maletas para su nueva gira a Perú y México, y luego a Alemania, y luego a Chile para presentar éstas y muchas novedades más.
—Me interesaba saber cómo ha sido el proceso de reunir distintas disciplinas (teatro, performance, danza) con el canto y la electrónica: cómo se han combinado y nutrido mutuamente, cuáles han sido las dificultades de moverse a través de distintos circuitos, etc.
—Siempre me ha pasado que para mí estas disciplinas están muy entrelazadas. Cuando te toca actuar debes tener principios rítmicos y viceversa. El performance en sí es una propuesta que en general está ligada a la música, al igual que el teatro-danza, que he tenido la suerte de montar y dirigir. Para mí son artes plásticas como cuadros, funcionan bajo principios muy parecidos. Las dificultades son que los intérpretes o colaboradores a veces tienen conceptos más cerrados; cuesta que se entienda el concepto de show musical como arte escénico, que combina también arte plástico, pintura, escultura, etc. Aquí cuesta que se entienda que un show va evocando todos los sentidos.
—Respecto a eso, justamente quería comentarte que un aspecto que me interesa de tu participación en distintos proyectos con otros músicos es que parecieras asumir un rol distinto en cada uno de ellos, a diferencia de esa idea del «cantautor» que trata de ser siempre la misma persona, arriba o abajo del escenario, aquí veo eso mucho más abierto.
—Sí, ahora recién grabé un disco con el guitarrista Hernán Edwards en Triana, y participé como corista. Y de cierta forma era muy sutil, pero los cambios de colores y los matices que daban mis voces completan la imagen sonora final. Desde muy por debajo llené de detalles para ir generando tensión… Esa es una de las bases para mí, la tensión, para que funcione la flecha que estás tirando. Generar puntos opuestos que sigan unidos por una cuerda tensa. Ni tan tirante porque se corta ni tan tensa para que suene!
—Claro, y lo interesante es que esa tensión no sea sólo sonora, sino también dramática, de movimientos, etc.
—¡Claro! Esa tensión hace que se produzcan imágenes. Colores. Palabras. Un viaje…
—Otro aspecto que me interesa mucho de tu trabajo vocal es que más que un «instrumento solista» con música de fondo, utilizas la voz de manera ambiental, a veces más oculta (como que el auditor tiene que ir a buscarla), en capas superpuestas, o con distintos efectos.
—Sí, eso es un recurso que me lo da mi máquina de efectos. lo interesante es que lo hago en vivo, o cuando estoy improvisando, es un recurso que alimenta mi propuesta. A veces puedo estar arriba con una melodía y por debajo dejo un loop más despacio con palabras murmurantes o una nota pegada en un efecto bien distorsionado. Eso, en el fondo, es crear capas para hacer más tridimensional el sonido, más teatral.
—Ahí ya se pierde esa conexión tan directa entre la persona y la voz, y se produce un desdoblamiento…
—Claro, hay más cosas pasando. Información no tan lineal
—Exacto.
—También eso permite que el espectador vaya terminando las ideas. Vaya imaginando.
—¿Y qué ocurre con el significado de las palabras ahí? Me parece que pierden su fijeza.
—Sí; ese el uno de los factores que a veces cuesta para la gente con la que trabajo. las palabras a veces sólo evocan el sentido. No están ahí en forma de denuncias sino como puentes. Como sensaciones, a veces te cuentan algo y otras solo te llevan hacia otro estado no tan racional.
—Cuesta más controlar el «mensaje», entonces.
—Sí, cuesta más… mientras quieras que el mensaje sea intelectual, o desde un «contenido»… el mensaje va más allá de lo que puedas entender por los conceptos. Para mí el mensaje está más ligado a las emociones. Y ahí volvemos a una escena.
—Por lo mismo, me imagino que si le preguntas a alguien de qué se trató un concierto o un disco tuyo, habrá una gran disparidad de opiniones.
—Jajajaja sí. De hecho… es muy común que me digan cómo se sintieron, más que lo que entendieron.
—¡Eso está bueno!
—A veces creo que también eso genera un estigma, porque acá nos encanta etiquetar.
—¿Qué cosas dicen respecto a eso, por ejemplo, que no dices nada?
—Que es más sensorial. Que es un espectáculo bien teatral…. Que la fuerza está en las intervenciones vocales, los matices, los momentos más crudos y los dulces, y así se va componiendo. Obvio que me dicen algunos como «oye si tuvieras letras más claras sería increíble».
—Para algunos lo sensorial es menos «profundo».
—Pero yo me lo tomo como una sobrevaloración social occidental de la palabra, del «sentido». Las cosas tienen que tener sentido. Eso está sobrevalorado. No nos enseñaron a perdernos, a que perdernos o estar en la nada sea un lugar cómodo. Me gusta usar a veces eso para generar esa tensión de la cual te hablo. Claro, lo sensorial es para las minas lloronas… Para mí lo sensorial tiene mucho de crudeza, de cuando nos entendíamos bajo otros conceptos.
—Claro, al final las palabras también pueden ser limitantes.
—De hecho me acordé de lo que dice Varela: el lenguaje que usamos como «comunicación» solo ocupa un 10 por ciento de tu capacidad cerebral. La comunicación y el lenguaje tiene que ver con la conciencia. Y la conciencia está en todo el cuerpo. En toda nuestra memoria neuronal… no solo en descripciones.
—Me imagino que eso tiene que ver también con el hecho de que muchas veces no escribes las letras previamente, sino que las improvisas.
—Sí. Eso te puede también llevar a cosas horribles. Pero el juicio está más que nada en si emociona o no, qué es lo que te provoca.
—Sí. Es interesante, además, porque es muy poco frecuente la improvisación de texto (excepto en las payas o el canto popular, la mayoría de las veces es algo previamente escrito), y eso da un cierto vértigo a la performance, encuentro.
—Sí, ese vértigo me gusta. Porque estamos al mismo nivel que el espectador. Descubriendo. Des-cubriendo.
—Y en esa improvisación, ¿también incorporas palabras inventadas o ruidos vocales?
—Sí. Me acuerdo aveces de los cantos chamánicos o los mantras.
—Ah, bacán.
—A veces no tienen un significado sino un sonido de evocación
—Y también a veces cantas en inglés y otras en español, ¿no? ¿Esa decisión se basa en algo específico?
—Casi siempre se me vienen las frases en inglés, la verdad es que me obligo un poco al castellano. Ahora me estoy dejando sumergir más por el español… también es la memoria auditiva… yo desde más chica escuchaba harta música anglo… también es bueno para mí salirme de esa área cómoda.
—¿Y qué diferencias te ha significado ese cambio a la hora de improvisar? Porque las palabras tienen diferentes materiales y flexibilidades en distintos idiomas.
—Muchas diferencias… me pongo mucho más buscona, tengo más filtros con el castellano, con el inglés fluyo más sin pensar. Creo que es práctica… a veces me obligo a rapear así freestlye y me sale terrible. Pero es sacarse lo prejuicios propios… en castellano le estoy hablando directamente a mi familia, a una historia de amor. Cosas más fundadas en experiencias personales… en inglés puedo sentir más universalidad en los textos sin perder la nostalgia y la intimidad. Es bacán meterse en otro idioma ya completamente distinto.
—Sí. Pasando a otro tema, quería preguntarte cómo ha sido este trabajo de constante colaboración e interacción con otros músicos, que me imagino que ha significado no sólo estilos sino también formas de trabajo muy distintos.
—Increíble, me hace mucho más versátil. Y me buscan porque también saben que mis elementos les sirven la impro y la plasticidad, y en escena la potencia de los movimientos y el cuerpo, cómo se involucra el cuerpo. Los distintos artistas han sido un regalo para mí.
—Sson muchos los proyectos en los que has participado, y me imagino que varios de ellos van y vuelven; en cuáles estás trabajando ahora mismo?
—Lo que grabé en estudios Triana casi bordea el folk, o sea, tuve que guardar la máquina de efectos. Grabando también para el primer ep de los new layer. Y bueno, en c.i.s.n.e. invitamos el otro día al pianista Lautaro Quevedo y sucedieron cosas muy distintas y estimulantes. Llegando trabajaré contigo.
—¡Sí po! Oye, y cuáles de esos proyectos vas a presentar en tus próximas giras?
—Lanzamos ahora en Lima el Ep de Pink Noise Matsuri, proyecto de impro electrónica junto Val Evans, y tocaremos junto a Richi Tunacola con c.i.s.n.e. también en lima y méxico. y mi disco que lo andaré promoviendo y entregando en tiendas y después de las tocadas.
—¿Y en qué tipo de lugares te presentarás? porque me imagino que eso es importante para el tipo de ambiente que buscan lograr.
—Tocaremos en un lugar bien bakano en Lima y en México barcitos más under. A mí me gustan lugares más pequeños, el sonido suele ser mejor……
—¿Y también vas luego a Alemania, no?
—Sí, Berlín el 5 de nov. En un teatro hermoso tocaremos el disco junto al Tobias y las proyecciones de Valentina Berthelon.
—¡Qué bien! ¿Qué rol juegan las proyecciones en todo esto?
—Son parte principal del show, crean ambientes y texturas que van jugando con música y las voces. Se torna como una escena donde puedes descansar a veces en las imágenes y otras veces van alimentando un clima para ir avanzando en el viaje. La idea es que sea un viaje. Te metes a una cajita musical donde todo te lleva, te involucra, te compromete.
—Buenísimo. Para ir terminando: ¿Qué recomendaciones les darías a quienes vayan a escuchar estos conciertos? ¿qué deben esperar o no esperar?
—Deben estar atentos porque el show no te suelta… y ocupa tus perspectivas para terminar la información, no es un show donde vayas a descansar, esto se compone de acuerdo a cómo te involucres. Solo estar basta. Estar entero.
—¿Algún otro mensaje?
—Un abrazo a todos los que se atreven a salirse de las convenciones, un beso a todos los que apoyan la escena independiente, y una mirada suspicaz a todos los productores que tratan de mantener el arte encasillado a marcas, modas, y situaciones de interés personal.