La novela construye con una prosa vigorosa y subyugante un mundo desolado, entretejiendo retazos del presente: desigualdad, narcotráfico, degradación ambiental y erosión de las instituciones democráticas.
En una vasta ciudad latinoamericana, asolada por una incesante guerra entre clanes, arrasada por enormes operaciones mineras y regida por autoridades débiles e inescrutables, el cuerpo de una joven es encontrado en un terreno baldío con una bala en la cabeza. La policía, ineficiente y corrupta, da inicio a una investigación que parece no llevar a ninguna parte.
A partir de este asesinato, la máquina narrativa pone en acción a un conjunto de personajes, un detective que anhela huir de la ciudad, un ex drogadicto acusado del crimen, una niña que guía a migrantes en su travesía hacia los campamentos de refugiados vinculados con la joven víctima y, asimismo, con una leyenda alucinante: la posible existencia del Archivo, un mapa o depósito de memoria que albergaría los recuerdos de todos quienes han habitado en la ciudad, vivos y muertos elementos de novela negra y alegoría política.
Entremuros, de Sergio Missana, construye con una prosa vigorosa y subyugante un mundo desolado, entretejiendo retazos del presente: desigualdad, narcotráfico, degradación ambiental y erosión de las instituciones democráticas. Pero entre las ruinas también hay lugar para el altruismo, la esperanza y, quizás, la redención.
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