Recuerdos, consejos, puntos de vista, tomados de carts, ensayos y novelas, de Kurt Vonnegut, el autor de Matadero cinco y El desayuno de los campeones, reunidos temáticamente y comentados por una antigua alumna se recopilan en Apiádense del lector (Hueders).
Por Zachary Houle. Traducción: Patricio Tapia
Uno de los mejores consejos de escritura que alguna vez haya recibido fue uno de Kurt Vonnegut. Olvidé dónde lo leí —tal vez un libro de consejos para escribir en forma de cartas para otros escritores— pero se me ha quedado grabado. Es algo más o menos así: no espere hasta la página 17 de su relato o novela para divulgar un detalle importante, hágalo directamente en la página 1. Esa porción de consejo se ha quedado conmigo, ya que no sé cuántas novelas he leído que, para mi frustración, rompen esa regla. Aunque Vonnegut fue claramente un escritor del siglo XX, algunas cosas suyas tienen la aptitud de la permanencia. A él no le gustaba mucho la escritura elegante, o la escritura que era difícil de leer con el objeto de hacer que el autor pareciera inteligente y que la obra que tal autor ha producido fuera importante. Vonnegut era, todo lo indica así, un escritor y una persona con los pies bien puestos en la tierra. Necesitamos esas características ahora más que nunca.
Si bien han pasado más de tres lustros desde que Vonnegut pasó a la vida que está más allá de esta vida, la gente todavía quiere leerlo, o los editores así lo creen. Recuerdo haber leído y reseñado un volumen con sus cuentos completos hace un par de años. Otras colecciones póstumas han ido y venido, y, ahora, tenemos una colección de sus consejos de escritura para otros escritores, realizado en coautoría con una de sus exalumnas, Suzanne McConnell, a quien Vonnegut le enseñó a escribir en un programa de maestría en la universidad de Iowa, a mediados de los años 60. Con extractos de novelas, borradores, discursos, entrevistas y otras cosas más, Apiádense del lector (Hueders, 2022, 528 pp.) es un compendio de consejos sin aspavientos, reunidos en 37 capítulos diferentes, una proeza que tardó cuatro años en ser llevada a cabo.
Algunos de los consejos son sabios, aunque pienso que esta es, en realidad, una colección de consejos para escritores que quieren convertirse en el próximo Vonnegut. Suzanne McConnell pone énfasis en los tics estilísticos de Vonnegut, como la forma en que utilizaba el sonido como lenguaje. Sin embargo, todavía hay algunos consejos que brillan para cualquier escritor, tales como el escribir sobre algo que te interese, conseguir un trabajo de tiempo completo que pague tus hábitos de escritura hasta que te vuelvas rico y famoso (o no), y construir una comunidad de otros escritores de ideas afines que pueden consolarte en los tiempos difíciles. Mucho se habla de la escritura como un arte solitario, y mucho de la necesidad de ejercitarlo, siempre que puedas incrustarlo en tu horario de escritura.
En general, este es un buen libro, y uno muy necesario, aunque no está exento de problemas. Debido a que Vonnegut ya no está aquí para hablar por sí mismo, McConnell interviene para ofrecer apartes y viñetas de sus días como estudiante, lo que a veces es esclarecedor (cuando se habla del sexismo de Vonnegut) y otras veces no. Si bien a McConnell se le entrega una proporción de 60 a 40 entre las palabras de Vonnegut y las suyas, se convierte demasiado en un personaje en este libro, y se ve a veces como una especie de porrista: como “mira lo gran fanática que soy de Vonnegut” y “¡oh, él también era mi amigo!”. Me importan más los pasajes sobre Vonnegut y menos los pasajes sobre su propia educación. La experiencia del lector, en todo caso, puede ser diferente de la mía.
Aparte de eso, Apiádense del lector, insisto, está muy bien. El libro toma prestado, de manera generosa, de la ficción publicada de Vonnegut, lo que hará que quieras salir y leerlo (otra vez) o te molestará por ser algo con lo que ya estás familiarizado. Sentí que McConnell podría haber estado sacando de contexto algunas de las palabras de Vonnegut, pero, una vez más, él ya no está para defenderse, así que tome todo esto con un inmenso grano de sal.
Probablemente sea un libro tan bueno como el que se podría escribir, considerando que ya no tenemos al autor principal presente para escribirlo él mismo. (Bueno, existe el argumento de que, si él realmente hubiera querido que se escribiera este tipo de libro, lo habría hecho Vonnegut mismo, cuando aún estaba vivo). McConnell difícilmente es una persona objetiva como para escribir este libro, dada su proximidad con el autor, así que espere un poco de ese estilo de hinchas a la antigua, pero si puede superar eso, podrá encontrar una o dos ideas que valen la pena aprender sobre el oficio de escritor. Vonnegut estaba lleno de buenos consejos; ahora ellos están recopilados y presentados en forma de libro para que cualquier escritor — veterano o novato— los asimile, para bien o para mal.
Artículo aparecido en Medium 10-11-2019. Se traduce con autorización de su autor.
