Previo a su presentación en Rockódromo, el trío porteño Adelaida cuenta cómo fue grabar con el productor de Nirvana y por qué preparan sus maletas para marzo.
Barrio Puerto, Valparaíso. Si no lo conocen, es un lugar de innumerables olores y estrechas calles, en donde, tal como muchas agrupaciones porteñas, Adelaida deja escapar su música por las ventanas para mezclarse con los sonidos de la ciudad.
Allí ensayan, conviviendo con músicos de día, en casa de Jurel Sónico —su vocalista—, y de noche, viviendo frente al bar La Cantera, conocido por su estrecha relación con las bandas emergentes del puerto.
Previa a su presentación en Rockódromo, y ya habiendo escuchado su último single, “Holograma”, conversamos con Gabriel Holzapfel (Lele), Natalia Díaz y Claudio Manríquez (Jurel Sónico), el trío Adelaida, una banda que acaba de grabar con el productor de Nirvana, Jack Endino, y prepara las maletas para el SXSW en Texas.
—Desde que parten hasta hoy, ¿han cambiado sus gustos musicales?
—Se mantienen pero también se van sumando algunas bandas nuevas. No escuchamos solo indie, sino de todo un poco, hasta metal. Tenemos algunas bandas en común, lo que compartimos es la música noventera: Nirvana, Pixies, Smashing Pumpkins, y desde esa base ahora tenemos influencias no sé, de Tame Impala, por ejemplo. En realidad son bandas nuevas con aires de los 60, pero que tienen un aire fresco también.
—¿Les han dicho shoegaze?
—Harto, porque está de moda la hueá, pero no hay que ser tan fundamentalista. Típico nos encasillan como shoegaze, pero nosotros hacemos de todo. Teníamos un poco esa influencia, pero era eso, una influencia, no es que vamos a ser iguales a My Bloody Valentine, si para eso están ellos.
Por un momento, Gabriel recuerda cuando se unió a la banda, en ese entonces conformada por Claudio en voz y guitarra y Gabriela Vásquez en el bajo: «Cuando llegué a la banda no tenía idea que existía esa hueá (shoegaze), tú me la mostraste», le dice a Jurel.
«Ahora se viene el grungegaze», responde el aludido.
—¿Cómo lo hace Adelaida para crear?
—Ahora somos una banda. Antes trabajábamos como con la maqueta, yo (Jurel) grababa una idea, cada uno grababa con el celular, como podía, y después, cortando y pegando, armábamos algo. Trabajamos en equipo. Tratamos de ensayar como dos veces por semana, organizamos los tiempos a las 11 de mañana o cerca de las 7 de la tarde. Este lugar está lleno de música igual, qué fome sería si no fuera así. Siempre, los gringos pasan por afuera y a veces dicen: «oh, está buena», incluso una vez estábamos tocando y subió un loco hasta acá, entró porque dijo que le gustaba la banda, súper motivado y cabeceó como tres temas y se fue.
—Grabaron con Jack Endino, productor de Bleach (1989) de Nirvana ¿Cómo fue esa experiencia?
—Fue casi de sueños, muy bella. Conversamos con Jack sobre otras bandas latinas que ha grabado y nos contó de su paso por Brasil y México. También hablamos de otras bandas de (los sellos) Relapse Records y Sub Pop.
En cuanto a las grabaciones, el grupo cuenta que el trabajo fue rápido y a la par con Endino, haciendo la toma en vivo de sus dos canciones, más los arreglos de guitarra y voces en un mismo día. En el estudio de Rubbertracks, contaron además con la presencia de Pablo Giadach, con quien grabaron su primer disco, Monolito, apoyo que se suma al resultado de ambos temas.
«Jack estuvo muy preocupado de afinar detalles importantes para que todo quede bien, pero nunca le dimos referencias de cómo queríamos sonar ni nada de eso. Él entendió perfecto el lenguaje sonoro de la banda y lo explotó de buena manera. Al día siguiente nos reunimos y escuchamos las mezclas, nos gustó bastante el trabajo que hizo con nuestro sonido, salió todo muy orgánicamente», explica Jurel.
—Llamó mucho mi atención su perfil en Facebook, en redes sociales trabajan la identidad de Adelaida como una tercera persona. ¿Cómo se forma ese personaje?
—Está en búsqueda. Ahora está como un poco más sólida, hace dos años atrás era como más un proyecto de Jurel, pero ahora es una banda, Adelaida, y nosotros somos parte de ese conjunto. Con el tono de cuando escribimos en Facebook… Jurel hace como un hueveo, empezamos a tratar a Adelaida como una persona, pero sin ninguna intención detrás, como cuando tú pones eso de «en qué trabajas», él pone amante de Adelaida. Es como una diosa.
—¿Qué le falta a Adelaida para forjar definitivamente su personalidad?
—Plata (risas). No, la idea es tocar harto, afuera están pescando mucho nuestro estilo y queremos viajar y tocar para ver qué onda, a lo mejor salen cosas buenas.
—¿Quieren migrar dentro de Chile o que Adelaida sea internacional?
—Dentro de Chile siempre es bueno. Ir a tocar a Conce (…) no nos queremos quedar con Santiago, además nos gusta la calidad de vida de Valpo, es más cómodo. Yo (Lele) soy de Puerto Montt. El 2007 me vine a estudiar y ahí me quedé porque acá se puede hacer mucho más, allá no pasa nada con la música, si quieres vivir de eso estay cagado. Acá estamos al lado de Santiago, hay más tocatas y va más gente.
—¿Tiene alguna relación que se dediquen a la música con que vivan en Valparaíso?
—De todas maneras, nuestras canciones hablan de lo mismo también; de los sentimientos que nos pasan en el día a día, los días nublados de Valpo, la camanchaca. Todo tiene que ver, pero no con ese típico imaginario del puerto y los ascensores. En el fondo donde vivas vas a tener algo que te representa, se da natural.
—Sus primeras canciones tienen un sonido fresco, ¿cómo definen su último material?
—Es fresco, pero también hay temas más rockeros. Tenemos de todo, no es plano, es difícil de clasificar porque las canciones se diferencian mucho entre sí. Aunque uno siempre dice eso como banda y capaz que cuando reinterpreten la hueá van a decir que todo es lo mismo. Es tan subjetivo que solo los invitamos a que nos escuchen. Uno pone el pancito en la mesa y el que quiera comer, que coma.
—¿Con qué otras bandas les ha tocado compartir escenario?
—Siempre nos pasa, en el mismo Rockódromo y en los temporales musicales: viene una banda como pachanga, después electrónica y al final nosotros. Nos ha tocado compartir con Dënver, los Ases Falsos. Por eso son bacanes las tocatas, porque el público sabe que va a tener que mamarse estilos que quizás no le gustan, es un público abierto y respetuoso.
Entre los lugares por los que la agrupación porteña ha pasado, recuerdan con cariño sus presentaciones en Blondie o la tocata que tuvieron en Concepción. Mientras que cuando se quedan en casa, pueden compartir con sus bandas amigas dentro del mismo barrio, entre los que nombran Fatiga de Material y Platillo Volador.
Además del contacto directo con las bandas que habitan el Barrio Puerto, los chicos tienen una trayectoria musical con proyectos anteriores a Adelaida. Gabriel Holzapfel fue baterista de Terapia Grupal, conjunto que se disuelve y vuelven a reunir, aparte de ser percusionista de Camila Moreno y participar en la disuelta agrupación Pánico Escénico. Por su parte, Natalia Díaz fue guitarrista de Moskita Muerta, para luego pasar por Andragon tocando el bajo. En tanto, Jurel Sónico era integrante del trío Lisérgico hasta el 2012, junto a otras colaboraciones en bandas de diferentes estilos, las cuales mantuvo de forma paralela a Adelaida. Sin embargo, los chicos afirman estar actualmente comprometidos en un 100% con este proyecto.
—Con toda esa experiencia además de Adelaida, ¿cuál es la escena musical que predomina en Valpo? ¿Existe algún patrón o son muy diversos los estilos?
—En Valparaíso hay muchas bandas buenas, que nos gustan caleta y tenemos buena onda: Cola de Zorro, Fatiga de Material, los Platillo Volador, muchas más que se me olvidan, que van por el estilo progresivo de Valpo. También se marcó tendencia con lo instrumental, la onda noise y rockera. Todos nos cachamos, está lleno de bandas buenas que tienen que jugársela y tocar, grabar y también que pertenezcamos a Valpo no quiere decir que vamos a tocar acá siempre, hay que salir.
—Con la amplia lista de bandas porteñas, ¿Cuál es la imagen que quieren proyectar como Adelaida?
—Es chistosa en realidad, tomárselo con humor. No nos gusta esa pose de la típica banda para verse minos, o sea, nos sacamos fotos de todo tipo, pero tratamos de no llamar la atención como una banda posera, es más cotidiano, como toda la gente nos sacamos la cresta para comprarnos nuestros equipos y tener nuestras cosas.
—En unos días van a estar en Rockódromo, ¿cómo viene esa presentación?
—Vamos a tocar el 7 de Febrero, como a las ocho. Y eso, es un show corto igual, tenemos invitado al Nicolás de Platillo Volador y queremos tocar de todo, lo del primer disco y cosas nuevas. Bueno, ese día también van a estar The Ganjas, Ases Falsos, Dënver, con ellos tenemos buena onda de antes.
Cuando les hablamos de planes a mediano y largo plazo, los tres contestan al unísono «sacar más videos», sin embargo la agenda se aprieta en marzo, fecha en que serán parte del South by SouthWest, festival de Texas al que han sido invitados.
—Luego de que lancen su segundo disco, ¿qué viene para Adelaida?
—Tocar no más. Viajar a otros países, pero siempre para el mismo nicho en el fondo, expandir el nicho en diferentes lados. Quizás con el primer disco establecimos una carrera acá, igual sería la raja ahora ir a tocar a Argentina, estamos esperando que el disco tenga buena aceptación.
Fotos: Kika Francisca Gonzalez.