Las puertas del selecto cielo de las series, en el que sin duda ya disfrutan de la catódica vida eterna Los Soprano, The Wire y Breaking Bad, se abren de nuevo para acoger a True Detective. En la editorial Errata naturae le acaban de dedicar un volumen a esta nueva producción de culto que nos […]
Las puertas del selecto cielo de las series, en el que sin duda ya disfrutan de la catódica vida eterna Los Soprano, The Wire y Breaking Bad, se abren de nuevo para acoger a True Detective. En la editorial Errata naturae le acaban de dedicar un volumen a esta nueva producción de culto que nos ha causado auténticos escalofríos, tanto físicos como intelectuales. Se trata de un libro que es también un juego, un artilugio y un experimento tan estimulante como la serie.
Así, en la primera parte del volumen, Nic Pizzolatto, creador de la serie, nos habla sobre su trabajo, su concepción de la literatura y la televisión, sus influencias y la manera en la que se llevaron a cabo algunos de los momentos clave de esta primera temporada. Iván de los Ríos disecciona los componentes filosóficos de la serie con precisión forense y nos muestra algunos indicios que nos podrían llevar a plantearnos nuevos interrogantes o a reinterpretar ciertas pistas, especialmente con respecto a su discutido y polémico final. Y el periodista Ethan Brown nos presenta su larga y arriesgada indagación sobre el caso real en que se basa la serie, una crónica tan espeluznante como excepcional, ejemplo del mejor periodismo comprometido y de investigación de nuestros días.
En la segunda parte, encontramos una serie de textos firmados por pensadores como Nietzsche, Schopenhauer o Ligotti; por escritores clásicos como Bierce, Chambers o Lovecraft; y por autores contemporáneos como Bolaño, Hammett o Barron. Nombres citados directamente en la serie y que vertebran sus contenidos, o bien que la atraviesan de forma subterránea. Cada uno de los textos va precedido por un breve y brillante ensayo de presentación de Iván de los Ríos, que sitúa la relación de estos autores y sus textos con True Detective. Un juego, por tanto, a través del cual el lector puede aventurarse en ese laberinto metaficcional que compone la serie, además de disfrutar de la lectura de un conjunto de relatos y ensayos de calidad y alcance excepcionales.
Disponible desde el 8 de septiembre.
El origen de este libro se encuentra en «El tiznao», un luctuoso bar de Vallecas, en la periferia madrileña, que es el único que queda por allí, hasta donde yo sé, sin televisor ni hilo musical, lo que lo convierte en un lugar extraordinariamente confortable. Iván de los Ríos (vallecano de nacimiento y autor de uno de los ensayos publicados en el libro Breaking Bad. 530 de gramos (de papel) para seriadictos no rehabilitados) y yo (vallecano de adopción desde hace ya una década y editor de aquel volumen) habíamos quedado para tomar unas cervezas y supongo que la atmósfera decadente del local, grávido de roña allá donde uno mire y exento de cualquier enser posterior a los años setenta, con su suelo de loza vieja, su achicoria, sus jubilados alcohólicos, sus inmigrantes pensativos y sus yonquis aún milagrosamente vivos, influyó en la conversación aportando un cierto tono melancólico. Los dos comentamos que tras la última y apoteósica temporada de Breaking Bad, nos sentimos peor que huérfanos: como si nuestro camello de toda la vida (con o sin cáncer) se hubiera muerto o reconvertido en funcionario, y nos preguntamos, mirándonos entre botellines y con la ansiedad mal disimulada del adicto, cuál sería la próxima producción que nos engancharía del mismo modo y que ascendería hasta el selecto cielo de las series, en el que sin duda también disfrutan de la catódica vida eterna Los Soprano, The Wire o Mad Men.
Al cabo de los meses, Iván, que ya estaba de vuelta en Chile, donde vive, imparte clases de filosofía en una prestigiosa universidad y creo que es razonablemente feliz, me escribió un correo electrónico a deshoras donde me hablaba, entre otras cosas, de Nabokov, de Schopenhauer y de la verga de Bataille, y me contaba que había comenzado a ver una serie nueva, True Detective, que le tenía, según me dijo, con el ceño fruncido. Separados por algo más de once mil kilómetros, vimos juntos el resto de capítulos de esa primera temporada y cuando terminó creo que ambos teníamos claro que habíamos encontrado a un nuevo camello para sustituir a Mr. White y que las puertas del paraíso televisivo parecían abrirse de nuevo. True Detective nos había causado escalofríos, físicos y conceptuales, y nos había recordado, una vez más, que el territorio del relato serial es uno de los espacios creativos más importantes, influyentes y complejos de nuestro tiempo, en perfecto parangón con el cine o la literatura. Nos había parecido una producción extraordinaria en términos de guión, dirección, fotografía o diseño de producción, pero, además, pensamos que albergaba dos elementos que condensaban, si cabe, su excepcionalidad: por un lado, se construía sobre unos sólidos cimientos filosóficos, muy poco frecuentes en el ámbito audiovisual; por otro lado, establecía un verdadero mapa de influencias, diálogos y confrontaciones con sus referentes literarios, lo que la convertía, de cara al espectador, en un extraño laberinto metaficcional o en una frenética persecución biblio-detectivesca: ¿Carcosa? ¿El Rey de Amarillo? ¿Nietzsche? ¿Un tal Ligotti? ¿De verdad andaba por ahí Roberto Bolaño? ¿Y los mitos de Cthulhu? ¿Y papá Hammett?
Todos estos factores nos convencieron de la pertinencia (¿de la necesidad?) de dedicarle a True Detective un volumen en la colección de «Series para leer» que Errata naturae viene publicando desde 2009. Como editor del sello, le envié a Iván un nuevo correo electrónico con el que aplazaba una conversación pendiente sobre sutras, vedas e impenetrables textos estoicos para hacerle una propuesta algo más gozosa y amena. A los pocos días estábamos trabajando juntos en el proyecto, y desde el principio estuvimos de acuerdo en que este libro tenía que ser, de algún modo, dos libros: ante todo —y al igual que el resto de publicaciones sobre series que hemos editado en Errata naturae—, un libro que analizase True Detective con rigor y desde diversos puntos de vista, ofreciendo al lector un espacio ensayístico a través del cual descubrir nuevas perspectivas y en el que integrar su propia reflexión derivada del visionado de una obra tan interesante y compleja; pero, teniendo en cuenta los propios contenidos singulares de esta serie y ese dédalo de ficciones y discursos que la conforma, este libro tenía que ser, también, un artilugio, un juguete y un experimento que diera cuenta de todo ello. Y que no sólo diera cuenta, sino que le ofreciera al lector todas las herramientas para que este hiciera, por así decirlo, sus propias cuentas. Al fin y al cabo, ahora mismo son numerosas las páginas en Internet que relacionan True Detective con tal o cual autor, con tal o cual texto, en combinaciones y listados para todos los gustos, pero establecidos casi siempre de forma extraordinariamente vaga e inconsistente. Lo que hemos pretendido nosotros, por tanto, es proponer nuestra propia selección de los textos, tanto literarios como filosóficos, que consideramos fundamentales para analizar a fondo el origen y el desarrollo de esta serie, y para interpretar sus posibles sentidos y alcances desde un punto vista narrativo, estético y moral. Pero ofreciéndole al lector esos mismos textos y no sólo sus referencias, en una edición y traducción cuidadas al detalle, de modo que este pueda ahondar en las influencias, las relaciones, las resonancias, las pequeñas traiciones o los secretos homenajes que la serie realiza con respecto a algunos de los más destacados pensadores y escritores del último siglo y medio. Y, por supuesto, permitirle así, en un nivel paralelo, disfrutar de la propia lectura de ese conjunto de relatos y ensayos que, sin exageración alguna, conforma un paseo de altura y enormemente bello por una cuerda de cumbres literarias y filosóficas.
Desde esta perspectiva, la primera parte del libro se inicia con una extensa y lúcida entrevista a Nic Pizzolatto, inédita en castellano, donde el creador de la serie nos habla sobre su trabajo, su concepción de la literatura y la televisión, sus influencias y la manera en la que se pensaron y llevaron a cabo algunos de los momentos clave de esta primera temporada. A continuación, Iván de los Ríos disecciona los componentes filosóficos de la serie con precisión forense y nos muestra algunos indicios que nos podrían llevar a plantearnos nuevos interrogantes o a reinterpretar ciertas pistas, especialmente con respecto a su discutido y polémico final. Y el periodista Ethan Brown nos presenta su larga y arriesgada indagación sobre el caso real en el que se basa la serie, una crónica tan espeluznante como excepcional, ejemplo del mejor periodismo comprometido y de investigación de nuestros días.
En la segunda parte del libro encontramos esa serie de textos de escritores y pensadores a la que aludíamos más arriba y que conforma propiamente esta «Antología de lecturas no obligatorias». Y las consideramos «no obligatorias» porque, por supuesto, su lectura no es necesaria para disfrutar de True Detective ni para adentrase en algunos de sus entresijos; sin embargo, estamos convencidos de que la compilación que proponemos despliega un campo de interpretación (y de placer interpretativo) a través del cual los espectadores de la serie podrán analizar, desde puntos de vista inéditos, determinados elementos o personajes, profundizar en otros y descubrir alguno desconocido. Para ello, cada uno de los textos se halla precedido por un breve ensayo de Iván de los Ríos que sitúa la relación de True Detective con cada autor seleccionado, y en los que también se analizan aspectos concretos de la serie vinculados al texto elegido. Por supuesto, la antología que proponemos (¿es necesario decirlo?) es incompleta. Porque el mundo es finito y el número de páginas de un libro es, consecuentemente, limitado. En este sentido, nuestra selección ha obedecido a diversos criterios: hemos incluido autores y obras que aparecen citados directamente en True Detective y ostentan un papel en la trama, ya sea éste de carácter simbólico o estructural (es el caso de Bierce, de Chambers, de Nietzsche…); otros de los autores que incluimos no aparecen citados directamente, pero creemos que se mezclan y contaminan cada molécula de oxígeno que respiran los personajes en esta historia irrespirable (es el caso de Lovecraft, de Schopenhauer, de Hammett…); algunos han ejercido una influencia más puntual pero igualmente persistente en el trabajo creativo de Pizzolatto, y, además, son escritores apenas editados en nuestra lengua o directamente inéditos, lo que redobla, creemos, el valor de su inclusión en esta antología (pienso en Ligotti o en Barron); o el caso de Bolaño, que parece ejercer sobre la serie y su creador una atracción subterránea que permite analizar algunos de sus contenidos desde una perspectiva tan singular como fructífera. Un juego, por tanto, a través del cual el lector puede aventurarse en ese laberinto de narraciones que compone la serie (con pistas en apariencia evidentes pero que no es tan sencillo seguir y otras prácticamente borradas), además de disfrutar de la lectura de un conjunto de relatos y ensayos de calidad y alcance excepcionales.
Mientras escribo este prólogo, apenas unos días antes de que el libro entre a imprenta, Iván de los Ríos se halla a cierta altura sobre el océano Atlántico recorriendo esos once mil kilómetros que separan una facultad de filosofía santiaguina de una pequeña editorial madrileña, así como otras cosas. Con suerte aún no habrán cerrado «El tiznao» por insalubre o por amparar algún tipo de actividad ilegal, y podré llevarle allí los ejemplares que le corresponden como coordinador y autor del volumen, y brindarlo con un botellín.
True Detective. Antología de lecturas no obligatorias
Varios autores. Coordinado por Iván de los Ríos y Rubén Hernández
Errata Naturae, 2014
392 p. — Ref. $15.000