Álex Anwandter revisa sus discos publicados y habla de su próximo trabajo en solitario. «Probablemente fue un error tener una banda», dice acá.
Álex Anwandter ríe algo desconcertado, sentado dentro de un café familiar en Providencia, entre dos callecitas alejadas de los bocinazos. «Yo también quería», dice después que la camarera ignorase su pedido. La niña regresa —ahora sí lo atiende— y el músico pide un cortado. Hablará de sus discos, de su antiguo grupo Teleradio Donoso, de Álex & Daniel, pero también de política y de sociedad, ante la atenta mirada de un señor que en la mesa del lado termina un seco de carne con algún agregado que desparramó sobre el plato.
Lo más próximo para Anwandter es su show en doble turno en Matucana 100. Y con eso comenzamos.
—En medio de la promoción de Álex & Daniel (2013) se agotó con anticipación tu show del 1 de septiembre en Matucana y vas por un segundo concierto, ¿cómo te tomas esa recepción?
—Bien. Justo me estaban diciendo que se está agotando también la segunda función, así que bacán. Me pone contento esta respuesta. Las instancias para medir cuánta gente te quiere ir a ver no son tantas, porque muchas veces uno toca en festivales o clubes que tienen su público regular pero acá soy solo yo.
—¿Extrañabas tocar solo?
—Lo he hecho, pero hace tiempo que no hacía un show tan producido. Cuando me invitan a tocar a un club no puedo llevar casi que escenografía al lugar, hay un logo gigantesco tras de uno, pero acá es solo un escenario y es bonito el teatro. Para nosotros se presta como un esfuerzo de hacer algo muy especial.
Le pregunto si durante el intertanto en que intercaló shows en solitario extrañó la dinámica de tocar a dúo. Pregunta riendo, «¿me dices si echo de menos a Daniel?». Ahora responde serio:
—No. Es que lo que hacemos con el Daniel (Gepe) es único, nunca sabremos cuántas veces más lo vamos a hacer. No porque estemos a punto de pelearnos, sino porque tenemos que hacer coincidir nuestras agendas. Siempre es complicado, cada vez más. Entonces siempre tiene la energía de ser algo único.
Llega su café cortado. Deja sus llaves y teléfono sobre la mesa, y se arremanga ambos brazos del chaleco azul marino que tapa su camisa de flores coloridas. Descubre, además, dos tatuajes negros de su antebrazo izquierdo que impresionan como si fuesen de esos que un viejo marinero guarda en cada uno de sus recuerdos y sueños de altamar.
Quizá como los recuerdos y sueños que guardará de su próximo y primer viaje a Inglaterra. Pero Anwandter va sin expectativas porque no le encuentra sentido.
Su interacción con el público no es algo que deja al azar. «Parte de lo que hago es establecer una relación con ellos», dice, «buscando entretenerlos, que se emocionen y que lo pasen bien».
—¿Qué crees que le puede interesar a los ingleses?
—No lo sé, aunque tengo algo de información de la gente que me invitó. Son como súper-híper-fans del video de la canción “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?”, entonces imagino que son un poquito más tirados al dance o house que para las canciones románticas. Es como un club, y es de noche, entonces no voy a irme en la onda acústica sino que con canciones bailables. Espero no estar equivocado.
—A mitad de julio estuviste en Puerto Rico y hablaste sobre «la cultura de la homofobia chilena», ¿qué tanto crees que aprendió el país con el asesinato de Daniel Zamudio?
—Siempre he tenido claro que no es una cosa fácilmente medible en hitos. Es un proceso cultural muy largo que involucra desde políticas de Estado, hasta el sentido del humor que prevalece desde las grandes ciudades hasta las comunidades más rurales. Con lo de Daniel, después de año y medio, es difícil saber cuánto ha cambiado la sociedad. Tenemos una ley que se promulgó «en su honor», algo casi básico que antes no había. Supongo que eso es un avance. Creo que se va discutiendo constantemente, pero semana por medio veo un hashtag homofóbico en Twitter o algún humorista en la televisión abierta haciendo sketches de peluqueros afeminados. O escucho gente en la calle. Diariamente recibo una dosis de comentarios homofóbicos con respecto a canciones mías que se hacen cargo del tema. Veo lo que se avanza y lo que no se avanza. En ese sentido no puedo dejar de verlo todavía como un proceso.
Anwandter toca el tema del humor. No está familiarizado ni con las rutinas de Yerko Puchento ni con lo que hace Felipe Avello. Eso sí, recuerda un sketch del “Pececillo” en que le ofrece a su tía un teléfono para comer. No entendió nada, pero le encantó. «Me gusta ese tipo de humor blanco y estúpido».
Del personaje de Daniel Alcaíno recuerda sus alegatos políticos.
«El sentido del humor aún lo veo como reírse de lo que es distinto y eso lo encuentro discriminatorio, ni siquiera gracioso. Lo encuentro muy fácil. Cuando puedan reírse de lo que es normal, eso lo encontraría más interesante y subversivo, en ese sentido lo que veo es muy conservador».
—¿Qué crees tú que falta para que se consoliden los derechos de la diversidad sexual?
—Es una pregunta muy difícil y amplia, pero creo que lo más importante es la educación y la información en muchos niveles. Alguien tiene que decirle a un niño que, aunque las personas son distintas, está bien que sean distintas, que el niño que dobla la muñeca o que la niña adolescente que le da un beso a otra niña no tiene nada de malo. Por eso insisto: es un proceso cultural súper grande y transversal, que no avanza al ritmo que uno quisiera. Se demora.
—En entrevista con El País, Andrés Nusser de Astro dijo que «es erróneo pensar que una banda tiene una responsabilidad social», ¿compartes ese juicio?
—Creo que es un tema con matices. Estoy de acuerdo con Andrés en el sentido que no todo el arte tiene que tratar temas políticos porque se eliminarían todas las canciones de amor que disfrutamos o el arte abstracto plástico. Porque una canción de Juan Gabriel o un cuadro de Jackson Pollock son cosas que me gustan. Las encuentro arte y me parecen bien. En donde empiezo a diferir es en el punto que sugiere que los artistas pueden desconectarse de su contexto social o de la política. Parafraseando un poco a Bertolt Brecht, «la política determina el precio de los porotos» y es así. En todo hay política, y en ese sentido encuentro extraño y mal que un artista sí se desconecte de su contexto social, no siendo excluyente que siga haciendo una canción de amor, pero que la conecte con la realidad en que vive. Donde sí difiero profundamente es en una opinión que decía, más o menos, que encontraba positivo que las nuevas generaciones no pensaran tanto en la dictadura. Eso me parece muy equivocado porque nuestra historia es lo que somos ahora, seguimos siendo un país heredado de la dictadura y desconectarse de eso es hacerlo también del sufrimiento de miles de personas que viven acá, y eso me parece una insensibilidad extraña.
Termina de contar que estaba en shock viendo al ex Comandante en Jefe del Ejército Juan Emilio Cheyre en El Informante. Y que por eso reclamó en Twitter la noche anterior. Mientras, el señor del plato con carne se retira. En su lugar se sienta un segundo entrevistador que espera tranquilamente su turno.
Qué horror ver a Cheyre actuando "sensible" frente a la historia de un hombre cuyos padres él fue cómplice de asesinar.
— Alex Anwandter (@alexanwandter) August 21, 2013
No sé qué es real
Ahora Anwandter habla de su próximo trabajo, con miras al 2014, del que tiene «bastante listas» las letras. Dice que todavía no define la paleta de colores, como él le llama a la estética y los estilos musicales en los que incursionará. «Es todo muy adaptable aún», cuenta.
Sí le interesa profundizar en una producción musical más aventurera, como hizo con Odisea (2011) y también en la fuerza de la composición y las temáticas que sugirió en Rebeldes (2012), «porque no desaprendí el confiar absoluta y totalmente en la composición como lo primordial de lo que hago», dice.
Su próximo disco será una mezcla de todo eso.
—Creciste con The Beatles, Abba, Michael Jackson y Emmanuel, ¿fue la clave de la sensibilidad que muestras con el pop?
—No. Yo creo que la radio de los noventa fue súper clave. Me acuerdo de haber escuchado en la Rock and Pop de la época a los Guns N’ Roses o Roxette y ambos me producían igual intensidad de placer. O igual de importante fue escuchar música clásica, porque tocaba el violín, o música brasileña, porque mi papá es brasileño. Estoy escuchando un montón de música brasileña, esa es en gran parte la música de mi infancia. Las bandas de acá también fueron súper importantes, desde las Supernova hasta Violeta Parra. Creo que todo eso es pop en algún sentido, la Violeta Parra es pop por lo que logra en sus letras y conceptos, y Supernova por razones obvias. En todo hay cultura popular.
—Gran Santiago (2007), Bailar y llorar (2008), Odisea (2011) y Rebeldes (2012) son cuatro discos muy distintos, ¿cuál de ellos representa al Anwandter más real?
—Creo que todos son muy honestos en cuanto a la música y honestos en cuanto a las letras, pero hay un mayor logro en términos de letra en el Rebeldes. Me cayó la teja con el segundo: era casi más importante que la música hablar de algo pertinente y real, entonces me tomé mucho tiempo en escribir. Algunas me salieron muy fácil, otras no: “¿Cómo puedes vivir contigo mismo?” tuvo cinco letras distintas hasta que llegué a una cosa que me pareció y pensé «sí, esto tiene algo de relevancia para mí, para la gente y para el país», entonces sí es más yo, más puro, porque creo que logró mayor profundidad.
—Sobre tus primeros trabajos, una de las cosas que llamó mi atención del término de Teleradio Donoso fue tu explicación (en el libro de Manuel Maira Canciones del fin del mundo): «A la gente le encantan los mitos (…) ¿por qué íbamos a pelearnos? Es un grupo no más, no es tan importante». Esto a propósito de la búsqueda de un camino artístico.
—Podría confirmar que sí, que para mí lo más importante es la cosa artística, no una banda como una asociación con determinadas personas. En cuanto al arte, si en algún momento tengo un impulso, sí, eso es lo más importante para seguir. En ese sentido probablemente fue un error tener una banda, porque si me daban ganas de hacer música folklórica pascuense, ¿qué iba a hacer con ellos? Quizás no debí haber armado una banda si tenía esa personalidad.
Creo saber la respuesta, pero le pregunto si volvería a juntar a Teleradio Donoso. Anwandter vuelve a reír antes de decir que no. «Me gusta mucho hacer cosas irrepetibles y creo que la gente aún no se ha dado cuenta. Encuentro súper bonito eso. Para el público que lo ve y disfruta es algo muy especial».
Le encanta como Teleradio «ha crecido con las personas». No se acuerda cómo eran los shows, pero sí recuerda que no iba tanta gente, que no eran el grupo más popular de Chile, pero dejó intacto ese otro recuerdo, el que guarda cada fan que fue a sus recitales.
Pero la gente crece.
Una nueva aventura
Lo sabemos: Álex & Daniel son Álex Anwandter y Gepe. Este último, la otra mitad del dúo, dijo en entrevista que el disco homónimo del proyecto «le sonaba a Odisea». A Anwandter no le extraña porque él fue el productor de ambos trabajos. «Quizás no todos lo saben porque no han leído los créditos».
Por distintos motivos ese disco en conjunto demoró varios años y durante ese tiempo Anwandter concluía en paralelo Odisea. Incluso la frase «Aquí ni yo me entiendo» del tema “Cabros” se repite en “Una nueva aventura”.
«Francamente no entiendo el afán de buscar quién hizo qué. Lo entretenido es que se mezclen las cosas y he descubierto que no le achuntan mucho cuando hacen ese ejercicio, creo que deberían disfrutarlo nomás», reclama.
—En esa misma entrevista Daniel dijo que fuiste tú el que incluyó la frase «te pone ready pensar en mí» del tema “Japón”.
—Honestamente y esto igual es gracioso: no estoy seguro si lo hice yo o Daniel, porque ya no me acuerdo, fue hace tres años. Si Daniel dice que fui yo, demás. Pero él dice también que me llamó por teléfono para juntarnos por primera vez y yo recuerdo que me envió un mail. Entonces, no le creo.
—Con los discos Álex & Daniel y Fuera de campo de Dënver, ambos publicados este año, ¿crees que se corona un ciclo o aún hay espacio para seguir explotando ese sonido pop/dance?
—No lo sé, yo creo que es como algo que sabremos en un tiempo más. Personalmente sí voy a hacer música dance en el próximo disco, me imagino que el Daniel (Gepe) y la Javiera (Mena) también, pero no puedo hablar por ellos. Yo creo que lo que empezó a pasar es que tuvimos una época de producción más intensa, pero luego a cada uno nos empezó a ir mejor y nos dejó menos tiempo para hacer discos, entonces puede darse una sensación de desaceleración de esta especie de pop nuevo que se hace acá, que tiene que ver con el éxito.
—Dijiste que te subes al escenario con Gepe sin saber si será o no su último show, ¿te gustaría concluir la etapa en un festival grande o un concierto en el Caupolicán?
—No pienso tanto en eso y conversando con mis pares músicos siento que nosotros somos lo suficientemente aterrizados para no pensar en hitos todo el tiempo.
Anwandter lo ve como parte del oficio. «No nos desvivimos por llegar a tal festival o tener tal cantidad de discos vendidos, en ese sentido te puedo decir que con el Daniel no hemos hablado de esto, no sabemos si el próximo será nuestro último show o si grabaremos un próximo disco, y me siento súper cómodo así», dice.
Terminamos hablando de Primavera Fauna, de The Cardigans, Hot Chip y Lana Del Rey. Dice que le gusta la banda de Nina Persson. Pregunto si junto a Gepe compartirán el cartel con ella. Se ríe nervioso, como al comienzo, y dice que espere la confirmación de la productora.
Ya queda poco.