Alturas de Pisco Elqui: Los Búnkers por el “Chile profundo”

por · Febrero de 2013

La banda rebalsó de gente al pequeño pueblo con un concierto de 7 mil personas.

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El primer sábado de febrero Los Búnkers tocaron en Pisco Elqui. Fue el suceso del verano para la comunidad y más de siete mil personas asistieron a la presentación gratuita auspiciada por Pisco Mistral, a solo metros de su destilería. Esta es la crónica del colapso de un pequeño poblado, producido por el rock y la dulce polvareda que se levantó en la cancha de tierra donde los fanáticos y la vecindad del Valle “bailaron solos” y saltaron al ritmo del quinteto.

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Pisco Elqui es un pueblo mínimo. Lindo y pintoresco como todo rincón del Valle, ahí se disfruta del calor que se capea con la notable oferta de helados artesanales y pisco sours, durante el día y, de noche, se sobrevive al frío con el mismo brebaje, destilado de vino, que nos ha tenido enfrentados desde la vereda de la denominación de origen, el marketing y la imagen país con nuestros hermanos peruanos.

En Pisco, claro está, nunca pasa nada y los panoramas obligados son arrendar alguna bicicleta o cabalgar cerro arriba para mirar la inmensidad del valle que inspiró a la nobel poetiza.

Hasta allá, bien arriba, llegaron Los Búnkers. Primero a la Destilería de Pisco Mistral, luego al restaurant, una siesta en el hotel y, para cerrar el día, tocaron en vivo en la cancha de tierra municipal, sobre un escenario híper-producido con pantallas gigantes, show de luces, humo y el potente sonido que se esparció entre las montañas.

La noche anterior habían tocado en Canela, me dijo Álvaro López, un pueblito que queda desde Los Vilos hacia la cordillera. Un lugar famoso por sus molinos eólicos que reciben la ventolera del mar y se exhiben al costado de la carretera. «Estuvo muy bueno», comentó Mauricio Durán, «en el lugar habitan menos de mil personas y al show asistieron casi tres mil». Cifra notable, pienso, pero me temo que en el Valle la cosa será tanto más masiva. He escuchado de distintos lugareños que el año anterior, cuando la pisquera invitó a Los Tres, los estrechos caminos colapsaron con más de cinco mil asistentes.

Los Tres son quizá el grupo que más influenció en su comienzo a Los Búnkers y no deja de ser simbólico que ahora en el valle toquen estos herederos del rock penquista.

Recuerdo cuando los vi hace casi una década. Lo comentamos con Álvaro López (apadrinado en su momento por la voz de Los Tres) y recordamos, asombrados por el paso del tiempo, como si hubiera sido hace poco cuando Álvaro Henríquez invitaba a subir al escenario a cantar al vocalista de Los Búnkers y bromeaba pidiéndole al público que buscara las “siete diferencias”. Recuerdo, borrosos episodios por cierto, cuando fui también al lanzamiento de su segundo disco en la capital, en el memorable Teatro Providencia y los chicos de Concepción eran unos desordenados en el sentido musical, porque estéticamente eran una reversión local de Los Beatles.

Hoy el quinteto penquista, integrado por los hermanos Mauricio y Francisco Durán, Gonzalo y Álvaro López y el baterista Mauricio Basualto, ya no es de Concepción, ya no es chileno siquiera (nunca fue santiaguino tampoco, aunque algunos capitalinos así lo quieran): es una banda latinoamericana de rock y cuando les preguntan si las problemáticas no se habrán sustituido en sus líricas por los conflictos de la sociedad mexicana, se ríen y Francisco Durán responde que la realidad en México es igual o muy similar a la de acá.

«Los problemas son los mismos», dice, «la sociedad es tan desigual y la injusticia es la misma». Eso sí, hoy viven lo que sucede en nuestro país desde la distancia, porque son testigos a través de las redes sociales de lo que sucedió en las multitudinarias marchas, por ejemplo, y de esa experiencia nace una canción de amor del nuevo disco que se sitúa en el escenario de las protestas.

Por estos días Los Búnkers están haciendo una gira por el Chile profundo y se presentarán en vivo a lo largo de toda esta angosta faja de tierra, de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad. Como setlist ofrecen sus grandes éxitos, porque el nuevo disco, que está en la puerta del horno, recién saldrá a la luz en mayo. De momento, solo puede escucharse el primer sencillo: “Bailando solo”.

Para el anecdotario queda la sesión de fotos que hizo la banda para la prensa en la Destilería de Pisco Mistral, justo antes del concierto. Colegas de distintos medios los entrevistaron en la sala de barricas y fue ahí donde Mauricio Durán sacó su Ipod de primera generación con audífonos blancos —de esos enormes— para mostrarle a los expertos una versión a medio masterizar del single.

Entre risas, cigarrillos y pisco sours (debo confesar que quienes asistimos a la producción del evento disfrutamos de las delicias del restaurant y aproveché de recomendarles a los músicos que probaran unos cócteles notables, pisco sour de albahaca, cedrón, papaya o manaza: elíxires simplemente espectaculares), en un completo relajo la banda fue compartiendo el primer sencillo y la conversación se enfocó en la canción.

Sobre por qué no hay solo de guitarra los músicos respondieron sorprendidos y comentaron que en todo el disco no hay un solo de guitarra, pero que no es una cuestión que hayan planeado. «Simplemente no hubo espacio para eso», dijo Francisco Durán, mientras contó que este era un disco, por fin, «más ecléctico» y su hermano comentó que, en esta ocasión, la grabación del álbum tuvo más ingeniería de sonido, lo que permitió un trabajo mejor desarrollado.

Debo confesar que no soy un fanático del grupo y que al evento fui sin mayores expectativas. Pero estando ahí, disfrutando del show, fui comprobando de un modo consciente que hay muchas más canciones de Los Búnkers de las que pensaba que he escuchado y disfrutado, muchas veces. Es muy distinto, me comenta un colega, ir manejando y toparse en la radio con un hit de estos locos que escuchar diez, doce, quince canciones consecutivas, todas reconocibles y memorables, con coros y melodías memorizadas sin querer (pura nostalgia adolescente en mi caso).

Así el grupo se ganó mi respecto irrestricto, como mero espectador, porque aunque las melodías y las voces se parecen, no dejan de ser quince o veinte canciones ejecutadas a la perfección, con una madurez basada en la conexión entre los músicos y una armonía con el público. Esa armonía, la del escenario transmitido a la cancha de tierra, pasó a emocionarme, me dejó ese nudo en la garganta en canciones que gozaba de pendejo y que vi a niños del ayer y cabros chicos del presente cantar al unísono.

En Pisco Elqui los veo saltar, bailar y seducir con su música desde el escenario y solo puedo pensar que los que están allá arriba gozando son tipos esforzados. No se durmieron en los laureles de la creatividad y la fama, siguieron trabajando y en una década ya ostentan seis álbumes y están con el séptimo casi a punto.

Durante el almuerzo le pregunté a los hermanos Durán si por esas casualidades de la vida tocaban “Santiago de Chile” en esta gira y me dijeron que no. Luego me contaron que ellos no vivieron el éxito televisivo del tema, que el equipo de producción de Los Archivos del Cardenal se comunicaron con ellos para pedirles permiso y que, a cambio, nada de tontos, la banda pidió que les hicieran un videoclip. Para mi sorpresa, el explosivo inicio del show fue con ese cóver del tema de Silvio Rodríguez y la batería de Mauricio Basualto encendió en el acto la cancha de fútbol y a los miles de asistentes.

El setlist en Pisco Elqui estuvo notable, durante más de dos horas tocaron grandes éxitos, nada nuevo, lo que sirvió para que el público acompañara cantando casi por completo el concierto.

Mención aparte para la versión de “La exiliada del sur” de Violeta Parra, que tocaron con la bandera del pueblo Mapuche de fondo y “Nada nuevo bajo el sol” y “Canción para mañana”, que Mauricio Durán dedicó a los estudiantes que han marchado por una mejor educación, lo que emocionó al público que dejó de levantar una polvareda en la cancha de tierra y decidió moverse de izquierda a derecha, encendedores en mano o celulares o voz a todo pulmón al coro para colaborar con el espectáculo.

Alturas de Pisco Elqui: Los Búnkers por el "Chile profundo"

Sobre el autor:

Daniel Olivares es periodista.

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