Calamaro: días como semanas

por · Mayo de 2013

26 canciones disparó Andrés Calamaro en Santiago como parte del Bohemio tour, mientras ya tiene listo su nuevo disco y más de 2 mil experimentos sonoros en la red.

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Calamaro sale a escena de camisa, chaqueta y un pañuelo oscuro con estrellas claras que le da forma a su cabellera. Suenan “Loco”, “Crímenes perfectos” y, después, “A los ojos”, de Los Rodríguez, con dedicatoria especial.

-El dictador Videla se murió de viejo, pero preso. En la cárcel, el horror y el exterminio pagó. En lugar de dedicarle un gran “hijo de puta”, más que insultar al dictador, aplaudamos a los que lo metieron preso —son sus primeras palabras y todos aplauden y por antonomasia celebran los cojones del Estado argentino.

La lectura entre líneas es terrible.

Calamaro, para definirlo mal, es la hoja diagnóstico de un creativo con incontinencia. El proactivo que no detiene su trabajo. El autista que se acompaña mejor con grabadoras y teclados, al mismo tiempo que asoma como el songwriter que nunca nos permitió dudar.

Ahí están, doblando la apuesta inicial, discos como peldaños de una torre maciza: Por mirarte, Nadie sale vivo de aquí, Sin documentos, Palabras más, palabras menos, Alta suciedad —uno de los mejores en la historia de este continente—, Honestidad brutal, El salmón, El cantante, El palacio de las flores, La lengua popular y, hace unos años, On the rock.

Calamaro como el rockstar que antes de masticar una frase incendiaria —en la prensa, en la Radio Salmón Vaticano, en su tuiter— contestó con canciones.

Calamaro como el sujeto afectado por dosis iguales de soledad e insomnio.

Por las chicas que desaparecen.

Por el veneno.

Por los días como semanas, donde la ansiedad se mata a punta de porros, drogas duras, drogas oficiales on the rocks y mucho trabajo (canciones).

Calamaro es el tipo que viene a donar su corazón, más para la disección que para el trasplante.

Ese parece ser el gran leitmotiv de su obra, el tono de sus conciertos y la sustancia de sus letras. Obsesionado por los aforismos de Cioran, por la película Apocalypse now, de Coppola, y por las emociones convertidas en canciones, desde los tiempos de Abuelos de la Nada a chico pop, de rockero perdedor a Rodríguez de importación y, finalmente, a solista de éxito iberoamericano y creador prolífico.

Calamaro

Falta mucho para las nueve de la noche, está lloviendo tímidamente en Santiago y en el Arena las plateas están rebozadas esperando al argentino.

En la cancha, donde se ven varios asientos vacíos, se impone la profesionalización de un show masivo (nadie puede fumar tabaco ni beber alcochol ni estar parado lejos de su asiento numerado) por sobre la tradición del rock de estadios (donde nadie puede estar sentado ni tan quieto en el mismo lugar y se puede oler y hasta fumar hierba).

Asoman los tipos solos, con la vista pegada a las pantallas, entre medio de parejas que abundan y se funden en un abrazo honesto, un pequeño baile de metro cuadrado, mientras corean a dúo las canciones que probablemente el mismo Calamaro les cantará cuando terminen.

Fue en octubre de 2011 que Calamaro se bajó de un escenario en Chicago para encerrarse a escribir canciones acompañado de instrumentos, algo de hardware y su laptop. Nada de conciertos, muy poca prensa, muchas piezas musicales. Quizá demasiadas. Solo hasta esta noche lleva la escalofriante suma de 2.135, las que cuelga en su cuenta de soundcloud y que van desde el registro de ruidos y mezclas, a la cuota de experimentación y los guiños a Astor Piazzolla y Led Zeppelin.

Por fortuna, no todo se trata de cantidad.

Ahora que Calamaro retornó a los escenarios con una gira por la provincia argentina, acaba de terminar un nuevo disco bajo la producción del incombustible Gerardo “Cachorro” López (Los abuelos de la nada, Miguel Mateos). Se rodeó de una nueva banda y ahora, cuando está sobre un escenario en Santiago, se toma con humor los problemas técnicos y de sonido que acortaron este concierto a veintiséis canciones.

El mismo músico se desahogó en tuiter:

La música también es el arte de combinar horarios. El baterista Sergio Verdinelli (Luis Alberto Spinetta, Fito Páez, IKV) lleva el pulso de estas canciones junto al bajista Mariano Domínguez (IKV), dándole protagonismo a los guitarristas Julián Kanevsky (Fito & Los Fitipaldis) y Baltasar Comotto (Los fundamentalistas del aire acondicionado, Luis Alberto Spinetta), dejándole el trabajo de teclados a German Wiedemer (Ratones Paranoicos, Memphis La Blusera) y por supuesto a Calamaro, que a veces se pierde en las letras, entre los problemas con sus retornos y las hojas sobre su V-piano Roland.

Quizá por eso se comió el bis de “Flaca” y “Paloma”, que mostró en otros conciertos de esta gira, y después de la primera pausa se fue directo a la parte final con “Alta suciedad” y “Los chicos”, donde el soporte visual recordó a las influencias del músico que se han ido: Gardel, Piazzolla, Guevara, Moura, Prodan, Spinetta, Pappo y hasta Víctor Jara, para cantar, ya sobre el final, parte de la letra de “Música ligera”, de Soda Stereo.

En total: veintiséis canciones con puntos muy altos (“Crímenes perfectos”, “Estadio Azteca”, “Sin documentos”) y cerca de diez mil personas que ahora, entre las filas de autos y el merchandising mojado, discuten las canciones que faltaron (“Flaca”, “Paloma”, “Mil horas”).

 

Bohemio tour — Santiago

Loco
Crímenes perfectos
A los ojos
Quién asó la manteca
El salmón
Todavía una canción de amor
Mi enfermedad
Mi bandera
Los aviones
El día de la mujer mundial
Output-input
Días distintos
La libertad
Mi gin tonic
Tuyo siempre
Tres Marías
Patas de rana
Media Verónica
Me estás atrapando otra vez
Carnaval de Brasil
Te quiero igual
Estadio Azteca
Canal 69
Sin documentos

Bis:
Alta suciedad
Los chicos

[Fotos: DG Medios]

Calamaro: días como semanas

Sobre el autor:

Alejandro Jofré (@rebobinars) es periodista y editor de paniko.cl.

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