A los diecisiete años, Anniken Jørgensen era la fashion blogger (bloguera de moda) más importante de Noruega. Su paso por un reality show cambió sus intereses por completo cuando descubrió de dónde viene su ropa.
A los diecisiete años, Anniken Jørgensen era la fashion blogger (bloguera de moda) más importante de Noruega. Su paso por un reality show cambió sus intereses por completo.
En Sweatshop, el programa ideado por el diario Aftenposten, la joven y otros dos participantes vivieron durante un mes como trabajadores de una fábrica textil de Camboya. O sea, con jornadas de diez horas cosiendo, casi hacinados, en los talleres del país, sin comer ni beber por un sueldo de menos de dos euros al día (unos $1.330).
La miseria, explotación y condiciones inhumanas fueron tales que a su regreso a Europa decidió romper una de las cláusulas de confidencialidad del reality: no revelar las marcas para las que ejercían esos trabajadores.
«Me pidieron que me uniera a la producción y acepté porque quería alejarme un poco de Noruega y hacer algo diferente», escribió Jørgensen en su blog. Lo que en un principio iba a ser una fantástica aventura se convirtió muy pronto en una pesadilla.
«El viaje a Camboya me cambió totalmente como persona», contó la joven en una entrevista con ABC. «Aprendí mucho durante mi estancia en Camboya. He aprendido a apreciar las cosas y a discernir qué es importante en la vida, que no necesito nada. No necesito cien artículos de ropa o zapatos».
Sweatshop mostró cómo operan las empresas textiles que abastecen a las principales cadenas del mundo, entre ellas, la popular compañía sueca H&M, o marcas como GAP, Levi Strauss & Co y Target.
En adelante, como muestra este reportaje, la joven se convirtió en una activista contra los abusos laborales, incluso con una demanda contra H&M.
Mano de obra barata
Según la ONG Ropa limpia, la industria textil es el pilar económico de Camboya. En 2012 significó el 95% de la exportación, con ingresos totales de US$ 3380 millones. Las casi quinientas fábricas dan empleo a medio millón de personas y «el sueldo bajo que perciben las trabajadoras hace que no tengan más remedio que trabajar muchísimas horas extra para tratar de ganar lo suficiente como para pagar sus necesidades más básicas», recoge el informe de la ONG, que también señala la mala nutrición de las trabajadoras.
«Todavía recuerdo el último episodio como si fuera ayer», cuenta Anniken a ABC. «Cuando hablé con una chica de mi edad cuya madre murió de hambre cuando era bebé. Lucho contra ese pensamiento cada día».