Arrinconado en la memoria

Una muerte incomprensible, de la que no se habla, implosiona a la familia de un chico en El amor nos destrozará, la novela de Diego Erlan que examina los años noventa y la belleza de saberse inexperto cuando el mundo se abre como un gran campo de pruebas.

Un chico cifra en la muerte de una hermana la implosión de su familia: entonces tienes siete años y estás de vacaciones y se acaba de morir tu hermana mayor y tu familia no dice mucho y de repente estás de vuelta en Buenos Aires y la vida sigue. El chico, como un búmeran afilado, se pierde en el hastío de la rutina, las maneras de los padres, tragado por un inodoro de experiencias fundamentales: las primeras fiestas, novias, cuando descubre los casetes que lo marcan para siempre. Esas canciones, a falta de ciertos afectos o guías, permiten comprender la propia existencia. El rock se presenta como un desafío por resolver, como la válvula abierta para el viaje de un chico atormentado por la muerte. Esa es la historia de la extraordinaria novela del periodista y escritor Diego Erlan, El amor nos destrozará, donde trabaja la esencia de una generación anterior a la gran crisis argentina, con especial cuidado por las palabras imprecisas.

Ahora es mayo de 1980 y Joy Division está a punto de girar por Estados Unidos cuando Ian Curtis, su cantante, aparece colgado. En adelante todo es rápido cuando la banda que todavía no es New Order decide lanzar Closer, un disco que incluye la urgente “Love will tear us apart”. Esa canción que nombra a esta novela, se pega a la vida del chico que va encontrándose y perdiéndose a cada vuelta de página, un poco como el recuerdo de la hermana, en una atmósfera contaminada de incertidumbre y los silencios que quedan como mugre, entre conversaciones llenas de cerveza, la disquería Abraxas y Charly García, avanzando al matadero de la adolescencia en los 90 trasandinos. Allí Erlan registra los pliegues de lo iniciático, esa belleza de saberse inexperto cuando el mundo se abre como un gran campo de pruebas. Al final, El amor nos destrozará es un juego de la memoria, un agua turbia que termina por dejar más preguntas que certezas en el descampado de la niñez. «Supongo que fue Simón quien dijo que no se puede escapar de la infancia. Ni del pasado. Ni de las cosas que uno perdió —dice el protagonista—. Al final la vida queda arrinconada en una frase, en una imagen que sigue dando vueltas sobre uno, hasta que uno decide desecharla, o reemplazarla».