Autores invisibles

En Segundas oportunidades (Ediciones UDP), el escritor Edmundo Paz Soldán ajusta cuentas con los autores fuera del radar de los lectores, escritores de literaturas desplazadas o aplastadas por la avalancha de novedades, que merecen un nuevo aire.

Fue en el blog del diario El País, “Papeles perdidos”, donde el escritor Edmundo Paz Soldán ensayó un segundo aire con autores de literaturas desplazadas, fuera del radar de los lectores o casi desconocidas. En primer lugar, como una cartografía personal, el autor de la compleja novela Iris (Alfaguara) puso el foco de sus columnas en esos escritores que por distintos motivos fueron invisibles, y que ahora, a su juicio, merecen otra oportunidad. «Había autores que necesitaban ser rescatados, que merecían una segunda oportunidad como yo la había tenido con mi vida», escribe al comienzo del libro.

El polaco Bruno Schulz, la estadounidense Alice Sheldon, el soviético Isaac Babel o el chileno Alfredo Gómez Morel, autor de El río, son parte de esa cartografía revisada en los tramos que permite el periodismo cultural (por lo general columnas muy breves, de máximo dos o tres páginas). Ahí las lecturas de Paz Soldán traslucen a la literatura como un viaje, y sabemos que uno viaja no tanto para cambiar de lugar como para cambiar de ideas.

Lo siguiente, que aparece al inicio y ya sobre el final del libro, puede leerse como una serie de textos para entender al propio autor: sus obsesiones y sus lecturas sobre la ciencia ficción, el cómic o el género policial. Y su propia formación como escritor y profesor universitario. Ahí, en un pasaje dedicado a su estadía en Berkeley, Paz Soldán anota: «La literatura no solo se sostiene a través de sus cumbres (…) Rulfo y Philip Roth son fundamentales, pero también necesitamos a Hilda Mundy y Arthur Machen (…) Seguimos citando a Roberto Bolaño y Javier Marías, pero ahí, en el fondo de la sala, por diversas razones, Agatha Christie y Clemente Palma ayudan a sostener el edificio.»

Segundas oportunidades (Ediciones UDP) finalmente es eso: un batido de autores marginales y de culto, llamados a mostrarse fuera de las bodegas, disimulados entre la avalancha de novedades. Pero también va sobre algunos de los géneros que salpicaron la biografía del autor; y sobre todo, el libro construye el propio canon de un escritor que contagia esa curiosidad y entusiasmo por las lecturas que sostienen una actitud por abrir espacios, que es, al mismo tiempo, una de las aspiraciones de algo más complejo de descifrar que conocemos como literatura menor.