La banda chilena que rescata lo natural.
Es casi imposible escuchar a Boraj y no pensar en los islandeses Sigur Rós, ícono del post-rock que de seguro muchos conocen, banda que tiene sobre sus hombros más de veinte años de exitosa carrera. Por eso mismo parecerá una exageración para algunos esta comparación, pero el efecto que ambos grupos logran es similar: un viaje evocativo a algún lugar lejano, muy lejano, de la rutina en que la mayoría de las personas estamos sumergidas. Pero no es cualquier viaje. Es un tránsito en el que nos conectamos con lo natural, a través de recuerdos, sueños, experiencias o sentidos. Es una conversación con la música y las distintas raíces que esta pueda tener: desde sintetizadores y guitarras eléctricas, hasta bombo leguero y violín. Es un viaje multicultural en que compartimos con la naturaleza y con nosotros mismos.
Boraj se formó hace poco más de cuatro años en la capital de nuestro país y, hasta la fecha, cuenta con ocho integrantes entre los 25 y 31 años: Felipe Markmann (composición, voz, guitarra), Nicolás Rosenberg (sintetizadores, saxofón), Juan Francisco Ruiz-Tagle (bajo, guitarra), Isabel González (voz, piano), Gabriel Ferrés (guitarra eléctrica), Felipe “Pipe” Aros (violín, coros), Pablo Chaparro (batería) y Arturo Zegers (producción y sonido). Sin embargo, el proyecto inicial lo conformaron solo tres de ellos.
Felipe y Nicolás se conocieron mucho antes de siquiera pensar en una banda. Felipe era el mejor amigo del hermano de Nicolás, por lo que tenían cierta familiaridad. Pero, no fue hasta 2012 cuando comenzaron a hablar de música. Se dieron cuenta que tenían gustos en común, Bon Iver y Sigur Rós por ejemplo, y decidieron aventurarse a hacer música. Empezaron a grabar en sus piezas. A maquetear, jugar y crear. Estuvieron así un tiempo hasta que Nicolás conoció al tercer integrante de la banda, Juan, quien hacía dedo afuera de la universidad que ambos compartían. Nicolás le dio un aventón y en el camino comenzaron a hablar. Cerati, Spinetta, Tame Impala. Nuevamente Nicolás encontró una persona que compartiera sus gustos musicales. Felipe, abogado; Juan, Ingeniero Comercial; y Nicolás, Psicólogo, tres jóvenes con carreras tradicionales y diferentes entre sí, encontraron una pasión en común: la música. Aprendieron de forma autodidacta y así comenzaron a darle forma y vida a lo que hoy es Boraj. Una banda que opta por romper los esquemas, donde la voz no necesariamente sea la protagonista. Una música evocativa, llena de ecos. Una invitación a viajar.
Es común que categoricen a Boraj como soundtrack, pero eso no es una molestia para el grupo, por el contrario, ya que algunas de sus inspiraciones son los reconocidos compositores de banda sonora cinematográfica Hans Zimmer (Gladiador), Vangelis (Blade Runner) y Yann Tiersen (Amelie). «Nos encantaría hacer música de película», aseguran, y eso se nota en su relación con lo audiovisual. Uno de esos momentos está ligado a la producción de su primer EP. En 2014 un canal de Youtube dedicado a los deportes extremos les pasó plata para que la banda hiciera música y ellos pudieran usarla en sus videos. La idea no pareció mal pues era normal que compusieran mirando videos en Internet, imaginándolos de fondo. Sin embargo, el proyecto final no funcionó, pero para Boraj se transformó en una oportunidad: con esa plata lograron masterizar Cambiar el Aire y así darle un primer impulso a su carrera musical.
Y con el tiempo, el trabajo dio frutos. Eduardo Parra, integrante de Los Jaivas, vio algunos de sus videos en Youtube y los contactó para trabajar. Se juntaron y conversaron, pero finalmente no pudieron concluir en el estudio porque Parra estaba viajando constantemente entre Chile y Francia y eso hacía todo más complicado. Pero a pesar de eso, la relación funcionó como un impulso a la carrera de Boraj. Parra los hizo tocar en el Onaciu y con eso se abrieron camino las tocatas en Bellavista. «Trabajar con él fue una motivación», cuentan.
También se toparon en el camino con Andrés Nusser, vocalista de los disueltos Astro, con quien trabajaron su segundo EP, La Costa, que lanzaron en 2015. Nicolás le compró un teclado a Andrés y en esa transacción se conocieron. Hablaron de Boraj y Andrés les ofreció su ayuda. Mezcló el disco y luego los contactó con Chalo González, quien lo masterizó. «Fue aprender a mezclar de forma profesional», afirman.
El 10 de marzo de este año lanzaron el single “Un Rayo”, compuesto por un tema central homónimo más un tema introductorio y uno de cierre. Lo interesante es que se lanzó acompañado de un cortometraje documental que cuenta la historia de José Luis Vergara, un hombre que dejó su carrera como abogado para convivir con lo natural. «La naturaleza está dentro de uno», dice Vergara en el video, pensamiento que se relaciona de lleno con lo que expresa Boraj en su música. Además, el hecho que lanzaran su single con una propuesta audiovisual se condice con la intención cinematográfica que tiene la banda, esa misma propuesta que pudimos ver en la reciente edición de Lollapalooza Chile, donde Boraj realizó una presentación con una desarrollada puesta en escena: se pintaron sus rostros y brazos, sumaron acrobacias circenses con telas y aros y complementaron la música con material audiovisual que podía verse atrás de la banda.
De su participación en Lollapalooza se enteraron una semana antes de lanzarse el line-up. Se encontraban haciendo escala en Atlanta, yendo hacia Montreal para participar del festival Pop Montreal. Además, estaban en pleno proceso de grabación de su single “Un Rayo”. «Fue la locura», cuentan. Los ensayos partieron en febrero y los hicieron en la Escuela Moderna de Música. «Es muy distinto cuando estay en El Clan, con gente súper cercana, hay una sensación muy cálida. Acá el escenario era muy grande y la gente estaba lejos. Si no trabajaste bien las luces no te ves bien. Fue un buen aprendizaje», afirman.
Ahora se preparan para su última presentación antes de iniciar su viaje al sur. Estarán el próximo miércoles 26 de abril en la Escuela Moderna de Música, un show de mayor duración en el que intentarán hacer del momento algo más íntimo. «Sentir un poco de ese calor de nuevo va a estar bueno», aseguran.
Hacia el sur
El 3 de mayo parten a Magallanes. Grabarán la primera mitad de su LP. Esperaron varios años por este disco debut, principalmente porque no se sentían conformes con sus grabaciones. «Llegamos a un buen momento para hacer un disco porque fue un proceso de maduración entre el primer EP, el segundo y ahora este, en que estamos casi listos». Lo importante, sobre todo, es que ahora tienen un concepto. El disco abordará ese viaje que busca conectarse con la naturaleza, y también la relación que existe entre la música y ella. Por ese motivo sus grabaciones serán literalmente en la naturaleza.
El origen de la idea fue su trabajo previo con el single Un rayo. Grabaron al aire libre, gran parte en el lago Ranco. Eso coincidió con la oportunidad de ir a la Patagonia a grabar. La empresa Ecocamp, conocida por sus domos inspirados en antiguas viviendas de la región, les dio la posibilidad de alojarlos y guardar sus cosas mientras la banda se lanza a la aventura de grabar adentro cuevas milenarias al sur de Chile. «Queremos rescatar un poco de esa sonoridad para meterla dentro de la música», sostienen. A esta oportunidad se suma otro hecho crucial: la banda se ganó el fondo Ventanilla Abierta, entregado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA), con el que se generó la opción de hacer dos presentaciones gratuitas en Punta Arenas. El 12 de mayo en la Casa Azul del Arte y el 13 en el Teatro Municipal de la ciudad.
Realizarán un viaje de once días en esta primera parte. La segunda la harán en el norte del país. «Últimamente se ha explotado harto hacer música en el sur, en los bosques y todo, pero el norte está medio abandonado. Entonces, también queremos meterle norte al disco», cuentan. Para ese viaje están en conversaciones con el Hotel Altiplánico, ubicado en San Pedro de Atacama, que al igual que Ecocamp se ofreció a cuidarles las cosas y alojarlos en caso de ser necesario. «Es un ejercicio interesante porque haremos un experimento sonoro muy distinto», afirman.
El primer single de este nuevo álbum saldrá a fines de junio de este año.
El animal del hombre
Boraj es una aldea ubicada en Rajasthan, la India. También es el nombre de un fuerte en ese mismo lugar. Sin embargo, ninguno de esos significados le dio origen al nombre de la banda. Este surgió hace seis años bajo una suplantación de identidad. Por ese entonces Felipe, el vocalista, no tenía Facebook, pero había un perfil suyo dando vueltas. Con sus fotos, su nombre. Solo cambiaba el apellido: Boraj. Felipe lo denunció, pero se quedó con esa palabra dando vueltas en su cabeza hasta que un día se lo sugirió a Nicolás. «Este es el nombre de la banda», le dijo. Nicolás hizo el trabajo de buscar en Google: un fuerte, una aldea. Con eso Boraj se transformó en el nombre de la banda. «Además tiene una sonoridad medio exótica, étnica, como de mundo», aseguran en la actualidad.
Entre sus principios se encuentran el respeto y la ecología. De hecho, es algo que forma parte de sus vidas. Reciclar, entender que todos somos parte del mismo ecosistema, conectarse con la naturaleza. «Es la manera en que hemos decidido llevar nuestras vidas», explican. Por eso mismo, su sala de ensayo está en medio del bosque, camino a Farellones, lugar donde van dos o tres veces a la semana. A desconectarse y reencontrarse. Para Boraj es su filosofía.
En la banda creen que no es posible definir al ser humano sin naturaleza y eso se ve reflejado en sus temas. «La relación con la naturaleza es directa y obvia en las canciones. Cuidarla y respetarla mucho». Por lo mismo si tuvieran que definirse lo harían como música de mundo. Apuestan a rescatar un tema que es universal, la naturaleza. Eso ha significado que los escuchen desde México y España hasta Brasil y la India. Un abanico multicultural que responde a la esencia que guarda esta banda. «El hecho de que Boraj nazca tiene que ver con una manera de expresar lo que hay adentro», algo para lo que no necesariamente se necesitan palabras, sino que estar atentos y escuchar. La naturaleza misma dentro de su música. Esa enriquecedora e imborrable invitación a viajar y aprender.