A veinte años de la aparición de Chancho en Piedra y Los Tetas las bandas celebran en grande, no sin antes reflexionar sobre lo que han sido sus carreras.
Son 20 años desde que ocho muchachos, recién saliendo del colegio, decidieron formar sus bandas. Son 20 años desde que el espíritu del funk negro, filtrado por la furia del rock blanco y el rap, los movimientos pélvicos, los cabellos de colores sintéticos, marcaron sus pasos a seguir como un manual estético y de vida. Son 20 años desde que Chancho en Piedra y Los Tetas entraron a un estudio a registrar dos de los discos más novedosos y refrescantes que vio la época, Peor es mascar lauchas y Mama funk, justo en medio de los 90s, junto a una tropa de bandas que daban la idea de que en Chile las cosas estaban cambiando.
Que 20 años son nada, versa el famoso tango, y aunque de algún modo es así, la denominada Familia Chilenita del Funk —dejando atrás distancias y emocionados con el reencuentro— preparan una celebración en que tras todo lo que pasó bajo el puente, los unirá en un escenario, como bandas hermanas, el próximo 2 de agosto en el Teatro Caupolicán.
«Estábamos grabando y coincidimos con el mismo sonidista, Chalo González, que nos mostró mutuamente los demos de cada banda», recuerda Cristián Moraga (aka C-Funk), guitarra y voz de Los Tetas, 20 años después de esa revelación. La cercanía sonora no tardó en convertirse en afectiva a través de una serie de coincidencias: un sonido similar, la oreja atenta a Red Hot Chili Peppers, a Beastie Boys, al funk rock, los bajos recargados de slaps, las guitarras groovy, los fraseos y los coros en falsete.
«Ellos eran EMI y nosotros éramos Alerce, y cuando tocaban ellos, íbamos nosotros, o tocábamos nosotros y venían ellos. Íbamos a las radios juntos, también» recuerda por su parte Eduardo “Lalo” Ibeas, vocalista de Chancho en Piedra. «Ahora más viejo cacho que debe haber sido un cacho pa’ los sellos llevar a una banda de otro sello, si hasta pasaba que nos invitaban a la tele y nosotros íbamos con Los Tetas. Era súper inocente, pero sentíamos que estábamos haciendo algo parecido. Cuando se fue el Rulo (primer bajista de Los Tetas, ya de regreso), nos distanciamos un poco. Después se separaron y nos dejamos de ver», finaliza Lalo.
Eran los años en que en MTV aún pasaban videos musicales, y en una sola frecuencia a nivel continental, eran los años en que los grandes sellos firmaban decenas de bandas de rock chilenas, eran los años en que cada periódico tenía un suplemento sobre música, la vuelta a la democracia trajo consigo la industria y la música no estaba exenta de eso, pero eso es otro tema, lo importante: en la prensa habían detectado la existencia de la Familia chilenita del funk: «C-Funk se acordó el otro día de que el Toño (baterista de CHEP) le puso así, pero no sé por qué mierda», comenta entre risas Lalo. «Sí, me acuerdo que en la prensa nos preguntaban por la Familia… como si fuera una banda, de hecho hace poco nos preguntaron ‘¿oye, y esa banda en que tocaban ustedes, Los Tetas y Tiro de Gracia?’, así como sumándole más (se ríe). Pero nunca existió ese grupo, solo fue el nombre que se le dio a la amistad de las dos bandas».
«No podría elegir mi tema favorito de ellos», reconoce el compositor de Los Tetas. «Pero por anécdota, me quedo con uno que los Chancho tienen que es como si no fuera de los Chancho, que sale de lo estándar de ellos, y es “Da la claridad a nuestro sol“. Me acuerdo que nos llamábamos harto con el Pablo (Ilabaca, guitarrista de CHEP) en esa época, y me la mostraba cuando estaba componiendo, por teléfono. Creo que es una canción, con todas sus letras y en el sentido más clásico, un clásico».
Por su parte, Lalo declara: «Yo me quedo con Los Tetas más rockeros, con los del Mama funk, y espero que lo que estén grabando ahora vaya por esa línea, aunque yo cacho que todo indica que no va a ser así».
Lalo Ibeas: «Es distinto discutir con un colega que con un amigo de la infancia»
Lalo Ibeas tiene otras aficiones aparte de Chancho en Piedra. Está secretamente preparando un nuevo proyecto, se confiesa gamer, amante de la Xbox, consola que está ubicada al medio de su departamento en Ñuñoa, rodeada de videojuegos, y está dando sus primeros pasos en el stand-up comedy. A través de su televisor pone el Nanobots, el último disco de los They Might be Giants: «Puta, es una de mis bandas favoritas», confiesa.—Invitaron a tocar a Los Tetas en el pasado cumpleaños de Radio Uno y lo repitieron en el programa Mentiras Verdaderas después, ¿es, de cierta forma, un avance de lo que viene en el concierto del 2 de agosto?
—Claro, fue como oficializar que estábamos haciendo cosas juntos. Hicimos “Corazón de sandía” tocado, porque ellos lo hacen con bases, le hicimos arreglos y fue la primera aproximación a lo que vamos a hacer ese día.
—La Familia Chilenita del Funk volviendo poco a poco. Fue como un mito, ¿no? Tomando en cuenta de que más allá de la buena onda inicial, en el fondo hubo una generación de fans que nunca pudieron verlos tocando juntos.
—Sí, obvio, aunque yo creo que la Familia Chilenita es más bien eso, un mito, porque una banda de todos juntos nunca existió, pero la prensa de esa época creía que existía, y decían «hoy toca la Familia chilenita del funk», lo más que se acercó a eso fue un tema que grabamos para un disco para salvar el Bío Bío (“Añequechucuri“, en El Bío Bió sigue cantando, Mundovivo, 1996). Ese tema editado dura 5 minutos, pos hueón, el que grabamos duraba como 16, si era una hueá eterna, debe haber sido un dolor de cabeza para los productores, cantábamos todos nosotros: cantaba yo, después el Felipe, después el Rulo, después Tea Time.
—Además del concierto junto a Los Tetas, ustedes como Chancho en Piedra cumplen 20 años de carrera ininterrumpida, ¿qué tal eso?
—Bien, po’, después de 20 años, seguir tocando y que te sigan invitando a tocar, es un honor. Este año queremos grabar un disco y seguir con los mismos integrantes de siempre ha sido como tener un matrimonio largo cuando todos tus amigos se han separado. Hartas veces me preguntan por la fórmula y no es analizable pa’ nosotros porque se ha dado naturalmente, hemos discutido ene, hemos tenido hartas diferencias pero nunca una pa’ agarrarnos a combos ni pa’ separarnos. Sí hemos quedado enojados uno con otro, pero por puras huevás, como cuando pelean las parejas, después se nos pasa.
—Si bien no hay una fórmula, algo debe funcionar bien en la banda, como para estar tanto tiempo juntos, cuando casi todas las bandas que partieron con ustedes se han separado o parado por un rato.
—La verdad es que no sé, hueón. Nos han preguntado hartas veces lo mismo, pero la verdad no sé, porque esos discursos o análisis siempre son medios chantas, como de autoayuda. Lo que sí sé es que a nosotros nos ayuda, a diferencia de otras bandas, el que éramos amigos o hermanos, en el caso de Felipe y Pablo, antes de colegas. Éramos compañeros de kínder y primero básico, imagínate. Quizá esa sería la diferencia sustancial con otros músicos que se conocieron más grandes, es distinto discutir con un colega que con un amigo de la infancia, como en la película sobre Frankie Valli, eran amigos de la infancia y de pronto quedaba la cagá y le decían: «pero hueón, mándalo a la chucha» y el respondía: «hueón, cómo se nota que no soi de New Jersey, si somos del barrio, del colegio».
—Hay una unión más allá de lo laboral, claro.
—Sí, además, creo que vivimos todos los procesos juntos, desde aperrar ene, de que nos fuera bien, de viajar. Tuvimos bajones, también. Épocas en que no pasaba nada, en que todo el mundo nos chaqueteaba, sacábamos un disco y todos nos encontraban como el hoyo, un mánager que tuvimos en una época nos cagó con plata y estuvimos pa’l pico. Entonces, hemos tenido buenas y malas, se nos ha muerto familia y hemos estado todos ahí, eso nos ha mantenido unidos, creo. También creo que hay una curva, las bandas se separan porque hay un momento de chateo, y con Chancho ya pasamos esa época en que pasamos la curva, como pasa en todas partes, en relaciones de pareja, de amigos, siempre hay épocas intensas y otras relajadas en que tienes las cosas más claras.
—¿Te acuerdas del primer concierto de los Chancho?
—Hay un Chancho en Piedra prehistórico, que se llamaba Pig in Stone, el primer show de eso fue en el Liceo de Aplicación, pero había otro bajista y otro baterista. Pero ya como Chancho en Piedra, fue el 1 de mayo del 94, y fue la primera vez que tocamos con el Felipe (Ilabaca, bajo), y ensayamos ese día en la mañana con él, no me acuerdo perfecto pero sí me acuerdo que fue en una parcela, tocamos algunos temas de los viejos, estaba ya “Socio”, “Funky tu madre”, había una primera versión de un tema que después se transformó en “Buenos días a todos”, pero que entonces se llamaba “Me gusta quebrar los pies de los recién nacidos”, que hablaba de la gente que se cree mala, como los trashers de esa época, que se creían súper rudos y hacíamos una caricatura de eso, y unos cóvers: “Bombtrack” (de Rage Againt the Machine), “Fight for you right” (de Beastie Boys), y el resto, temas nuestros que ya no existen, como “Simios”, que después reciclamos en “Me vuelvo mono” y dos temas más que también murieron. Después nos centramos más en componer.
—¿Te imaginabas en ese entonces cumplir 20 años sobre un escenario?
—La verdad que no, para nosotros era un logro tocar en vivo, que nos tocaran en la radio, pero no se nos pasaba por la cabeza que nos invitaran al extranjero ni menos que íbamos a estar tocando 20 años, en esa época los cuatro queríamos ser dibujantes de cómics.
—Supongo que han cambiado mucho las cosas en este tiempo, desde su propia relación en la banda hasta la industria, la forma de hacer las cosas.
—Claro, desde grabar, antes era carísimo, unas 500 lucas por dos temas y era peludo pa’ hueones de 17 años conseguir esa plata. Grababai en cinta y no había casi computadores ni efectos. Me acuerdo que en un tema del Peor es mascar lauchas queríamos grabar un portazo, que era una hueá, como un chiste, y la puerta estaba lejos, entonces había que contar hasta diez y pegar el portazo y no se grababa bien, quedaba corrido y había que grabarlo de nuevo. Ahora grabar eso es una mierda, lo grabas en tu casa o lo bajai de Internet. Ya el segundo disco, grabamos las voces con protools, pero no era el protools de ahora, sino que era una mierda que se pegaba, se tenía que sincronizar con la cinta. Vivimos todo ese proceso del análogo al digital, pasar de los grandes sellos a los sellos muriendo, pasamos de una radio que se la jugaba por la música chilena a una que con cueva toca a alguien chileno, vivimos el boom en que lo taquilla era llevar una banda a tu discoteque, entonces hubo un año, a fines de los 90s, en que todas las bandas estaban tocando en todas las discoteques, en todo Chile. En Arica tocaba un día los Chancho, al otro día tocaba Tiro de Gracia, al otro día Lucybell. Ahora, en cambio, las discoteques llevan a un hueón de un reality, o a una mina que muestre las tetas y la gente queda feliz con eso. Antes era otra cosa y había que llevar sonido y equipos, era más caro supongo. Pero también fue una época en que estaba el canal Rock and Pop, estaba la revista Extravaganza!, todos los diarios tenían suplementos de rock, había shows en vivo en la tele, fue una época bien luminosa que ya no está y que me encantaría que volviera a existir para nuevas bandas. No sé qué factores habrán influido en que eso pasara, si el término de la dictadura, no sé, pero fue bien beneficioso y tuvimos la suerte de haber estado ahí.
—Y en la dinámica interna del grupo, ¿siguen componiendo igual? ¿Trabajan de otra forma?
—Igual ha cambiado nuestra forma de componer, antes era más como que llegaba una idea a poto pelado y la armábamos entre todos hasta que iba tomando forma, ahora uno llega con una idea más acabada, si bien no es una canción lista, sí mucho más armada que antes y ya hay un concepto más claro de lo que se quiere. Generalmente, Pablo muestra un tema y va derivando a otro lado. Tomamos una idea rockera y la volvemos reggae, por ejemplo. Es cierto que antes también era más intuitivo, ahora sabís más lo que querís. Se da todo, es como súper inexplicable el proceso creativo, de pronto hay canciones que salen hueveando en una jam y otras que tú la compusiste, la preparaste en tu casa.
—En ese sentido, me imagino que se siguen potenciando cada uno como músico, en busca de una canción.
—Sí, siento que los temas de Felipe tienen más estructura, una intro más larga. Pablo es un genio, de los humanos vivos que conozco, este hueón es el más talentoso. Yo trato de escribir cosas que no he escrito nunca y trato de que queden originales y entretenidas, a veces lo logro y otras no. Toño viene del mundo del rock y el metal, le pone la fuerza, por ejemplo a mí no me gusta el metal, me gusta el punk rock, pero el Toño toca como batero metalero y provoca que a veces, en temas pop, le meta unos redobles que no tenían sentido en ese estilo. Todo eso es una conjugación, al final. Es raro, ahora que somos más viejos y mucha gente cree que Chancho en piedra es una banda pop, en realidad, además de tener cosas súper poperas, tenemos ene cosas del rock progresivo, incluso, es rara esa conjugación. “Historias de amor y condón” es súper progresivo, pero pasa como un tema rock pop.
—Oye y has estado haciendo stand-up ahora último, ¿qué tal ese cambio?
—Llevo tres meses, pero ha sido ene. El mes pasado fueron dos fechas por cada fin de semana, así que ya en el cuerpo llevo unos quince shows. Es raro, después de haber estado 20 años con un micrófono, es algo súper distinto estar sin ellos detrás. Todos me hueveaban con «ah, ¿cómo te vas a poner nervioso?», pero me pongo súper nervioso. En Chancho en piedra siempre me piden chistes durante los conciertos y me da lo mismo, pero acá estoy solo, es distinto. Me doy cuenta de que cuando estoy nervioso sale fome, pero cuando no, sale bien. Por ejemplo, si en Chancho… tiro un chiste fome, después viene una canción y a todos se les olvidó, pero en el stand-up, después de un chiste fome, viene otro chiste fome, entonces armar todo eso, y acordarme de la rutina, ha costado, pero por lo visto ha gustado harto y a mí también me gusta. Tengo varios shows más en julio y agosto. Me gusta, de esos 15, 5 han salido la raja, no sé si es porque estoy más curado, o porque ha estado más gracioso pero es la raja ver que la gente se está riendo y pasándolo bien. De vez en cuando, igual me gusta meter algo más serio, que te haga pensar algo, como lo hace Henry Rollins, uno de mis ídolos de siempre.
C-Funk: «Los sellos te exigen mucho, te dan poco, te roban todo»
—Y si los sumái, son cuarenta, ah —dice C-Funk, bromeando, acomodándose en un sofá de su hogar en La Reina. La noche anterior tocó con Joya, su proyecto solitario con el que lanzó un disco hace un par de años, entre esa pausa que se tomó de la banda que lo inició en esto, Los Tetas. Y es extraño, porque pareciera que los 20 años desde ese comienzo, en donde plasmó su entonces cabello verde en un video, el reencuentro con sus pares de Chancho en Piedra, lo emociona mucho más.—C-Funk, ¿cómo ha estado la preparación del show con Chancho en Piedra?
—Igual estamos reuniéndonos seguido para coordinar. Ha sido bien entretenido porque también es un reencuentro, porque siempre nos veíamos y decíamos: «ya po’, hagamos algo», pero no se dio hasta ahora. Hace años que no estábamos tan comprometidos. Cuando chicos salíamos a carretear con el KVZón (Pablo Ilabaca, CHEP), y después nada, nos alejamos, qué sé yo. Así que es ese tipo de reencuentro el que ha sido entretenido.
—¿Saben que están saldando una deuda con una audiencia que a pesar de seguir a las dos bandas, nunca pudo verlas haciendo cosas juntas?
—Sí, yo creo que partiendo con que hay una deuda pa’ nosotros, también. No sé en qué punto fue que los públicos se separaron y eso nos terminó separando a nosotros de igual forma. Una vez tocamos no me acuerdo si en Melipilla, creo, y los públicos se peleaban, era raro, era como algo futbolero, tocaba un grupo y los fans del otro grupo los hueveaban y después tocaba el otro grupo y los otros fans los hueveaban, y se ponían a pelear los fans de uno con los del otro y nosotros decíamos «¡pero qué pasa!», y ocurrió eso. Eso nos llevó a dejar de tocar juntos. Además, cuando uno es chico es más emocional, entonces, todas las cosas son graves, nos pasó dentro de Los Tetas, también, y era como una teleserie, nos tomábamos las cosas con una gravedad que no la tenía.
—Bueno, pero igual había un público que era cercano a Chancho y a ustedes, y que no se peleaba en los conciertos
—Le debemos al público compartido, al que nos vio crecer juntos, pero también se lo debemos a nuestra música, porque partimos juntos y nos dimos cuenta de que nos gustaba una misma música, dentro de toda la que hacemos, que es la música funk. Es algo que teníamos pendiente y que ahora que hemos crecido ambos bastante, es bonito hacerlo, y a los 20 años de carrera de los grupos, mejor.
—Igual, ambas bandas vivieron una época muy mediática de rock chileno que luego desapareció, ¿se sienten de alguna forma también sobrevivientes a eso?
—Para mí era una locura, era un niño. Siento que, comparándolo con los Chancho, ellos lo hicieron mejor, o tuvieron una suerte distinta, porque fueron subiendo. Nosotros, Los Tetas, fuimos un golpe, aparecimos de pronto en todas partes, y yo, de caminar en Cumming con la Alameda todos los días como cualquier persona, pasé a que todos los pendejos del Salesiano y del Aplicación me hueveaban: «oh, C-Funk, wena», y con 18 años, entonces era una hueá rara. Los Chancho partieron suave, no fue un golpe inmediato, les costó sonar en la radio, por el sello o por el tipo de música, no sé, porque en cierta medida también eran bien revolucionarios, sus letras hacían sonrojar a la gente, nosotros igual teníamos un poco eso, pero teníamos un sello y un mánager que hicieron fluir todo. Como siempre fuimos también confrontacionales, teníamos nuestros ideales, entonces cuando vino el sello y nos dijo un par de estupideces, los mandamos a la mierda, y nos quedamos sin sello en un dos por tres, y aunque seguimos, tuvimos un quiebre con lo mediático. Justo en ese momento, los Chancho encontraron un buen sello, y empezaron a subir más y fue la raja, porque como Los Tetas partieron arriba, yo sentía el deber de apoyarlos, de hablar de ellos, de tocar con ellos cuando me invitaban. En Sony hicieron con los Chancho lo mismo que Emi hizo en su momento con nosotros, y fue bacán porque consolidaron su carrera de forma más lenta pero más firme que nosotros.
—Lo de Los Tetas fue más turbulento, ¿no?
—Claro, pa’ nosotros, después de la EMI, bajó la cosa, pero la retomamos en México con Universal y Sones del Mexside, y andaba bien, andaba la raja, pero decidimos parar. Lo bueno fue que cuando volvimos (en 2011) todo estaba ahí, nuestro espacio en el mercado musical, por llamarlo de alguna forma, seguía intacto en Chile, y con más gente, gente nueva, con mejor gusto que cuando empezamos. Antes nos decían: «ah, pelo rojo, maricones» o «ah, tocan funk, raros».
—Bueno, son 20 años, y también por las condiciones propias de la historia de la banda, han vivido distintas etapas, desde los grandes sellos, la independencia, ahora mismo en una etapa más piola, ¿en cuál te has sentido más cómodo?
—Me siento cómodo hoy, porque los sellos te exigen mucho, te dan poco, te roban todo, se adueñan de tu música. Hoy los sellos no son nada, no pueden hacer nada por mí. No tienen recursos, nada. Lo que pasó con Los Tetas fue como una evolución, junto con la decadencia de los sellos, justo nos salimos y empezamos a ver qué pasaba por las nuestras. En México estuvimos bien con el sello, tuvimos giras enormes, pero siempre he pensado que nosotros estamos en el underground, porque no somos el mainstream, ¿cachai? Jamás lo hemos sido, nunca hemos vendido nuestra música para mantenernos y, sin embargo, estamos ahí, haciendo lo que queremos. Hoy se puede vivir bien de la música, haciendo lo que uno quiere hacer. Entonces, más que con la onda de los sellos, hemos ido fluyendo con la mutación de la industria de la música. Hoy vemos que ser independientes es lo correcto, lo fuimos el 98 y fue difícil pero fue cimentar algo. Y en un estilo que es el nuestro, el funk, con algunos que lo hicieron antes, como De Kiruza o La Banda del Capitán Corneta un poco, abrimos un camino de tierra en medio de una selva y cimentamos para que pasen otras bandas por ahí.
—Después de Los Tetas y Chancho en Piedra, el funk se volvió un nicho más o menos importante, hubo varias bandas…
—Mira, yo nunca me he sentido orgulloso de esa escena funk que vino después. Me gusta más pensar que abrimos el camino más para el rap que para el funk. Tuvimos la primera canción g funk que sonó en la radio, por ejemplo, así como hit. Pero sí, ahora tú dices que tocas funk y te dicen: «ah, la raja». Cuando nosotros partimos te decían: «funk, ¿qué es esa hueá? ¿Punk?». Siento que se abrió un camino pero nunca estuve muy contento con las otras bandas funk, está bien el esfuerzo pero muchas no llegaron, en el estilo, quizá estoy siendo ahueonao o medio nazi, pero no llegaron a hacerlo como corresponde, a hacer buen funk. A mí me siguen llegando demos de cabros chicos y me encanta que pase, pero necesitamos ser más pro, porque no es llegar y tocar funk, y hacer las mismas guitarras, los mismos bajos, la misma forma de cantar y mal. A mí me gusta una banda de La Serena que se llaman Fonk Machine, que son capos los hueones, que sus conciertos son increíbles. Creo que sus grabaciones no reflejan lo que son en vivo, hace rato que les digo que les quiero producir un disco. O la Ana (Tijoux), que viene de antes y con todo el respeto que le tengo a Makiza, pero la Ana es un monstruo, es la Alexis Sánchez del hip hop, pero lo que más rescato de eso es la gente que está detrás de eso, quienes hacen la música, que es gente nueva, como el Andrés Celis, que vinieron después de nosotros, y esa es la diferencia con la camada de funk, que no se esfuerza, que no lleva la cosa al extremo. Hay que poner la oreja en lo que te gusta, en lo que querís hacer, falta onda y cariño, no llegar y tocar a la loca.
—¿Te acuerdas del primer concierto de Los Tetas?
—La primera vez que tocamos y nos pagaron como 50 lucas fue cuando nos llevaron al Liceo n° 1 de Niñas. Fue la primera tocata como Los Tetas, porque antes tocábamos Pepino, Rulo y yo como Funkenstein. Pero esa vez tocamos como cuatro temas que estábamos produciendo en Balmaceda 1215, que eran “Hormigas planas”, “La paradoja”, “Sale luca” y algún otro que no me acuerdo, que los produjo Álvaro Henríquez y Pedro Greene. Nosotros queríamos a Pedro Greene pero Álvaro Henríquez nos quería a nosotros, así que tuvimos que hacer un cambalache. Buena onda igual Álvaro Henríquez pero quería hacernos sonar como los Rage Against the Machine chilenos, y yo quería a Pedro Greene porque él había grabado con mi viejo en discos antiguos y me encantaba su sonoridad, lo encontraba muy funk. En ese tiempo no teníamos idea de ni una hueá, el Pepino le pegaba a la hueá como viniera, más fuerte que la chucha, no teníamos idea de sonido. El Álvaro fue muy buena onda, me prestó su guitarra, una Gibson antigua, fue entretenida la hueá. Después, cuando ganamos Balmaceda 1215, tocamos en la Estación Mapocho y fue la primera tocata con un marco grande de gente y estuvo la zorra, dejamos la cagá. La gente se volvió loca, se tiraban de arriba del escenario los hueones y fue la primera vez que sentí que de verdad me gustaba la hueá.
—Están grabando el nuevo disco de Los Tetas, ¿cómo lo están trabajando?
—Se trabaja un poco como siempre, recae un poco en mí la responsabilidad musical, y más que nunca siento el apoyo de los chiquillos. Antes era un trabajo que no se notaba pero que estaba, mi trabajo entre las máquinas y con los instrumentos. Los Tetas siempre fue una banda en la que he compartido ambas facetas. Desde que tocaba guitarra de palo, hasta que mi viejo llegó con un secuenciador y un teclado y me puse a componer ahí. La mitad son bases y la mitad tocado, ha sido lo mismo y siento la responsabilidad y el aprecio de mis compañeros. Hemos compuesto tocando en la sala y con ideas de cada uno en la casa. Estamos haciendo el disco de manera moderna, en un súper estudio de Caco Lyon, que es un tipo como uno, sabiendo que no va a ganar ni uno con la música, hace un estudio tremendo, pa’ mi gusto es el mejor estudio de Latinoamérica, es como traerse un estudio de Nueva York, la mesa de sonido que tienen ahí, hay solo veinte en el mundo, hay que agradecerle por eso. Grabamos ahí para tener el sonido análogo, como antes, con pre-producción a la antigua, pero después agarro todo ese material y lo llevo a mi estudio, que también está de nivel, y seguimos ahí el proceso, y lo vamos a masterizar afuera. Queremos un sonido pro, no casero, el sonido que se merece la gente y nuestro nuevo disco.
—¿Y sigue el sonido de Los Tetas o van a mostrarnos algo distinto?
—Sigue la línea en el sentido de que el origen es el mismo. Instrumentos, máquinas, C-Funk manejando eso y los chiquillos tocando como saben hacerlo. El Rulo es el mismo, que era nuestra gran duda cuando nos juntamos: «¿Estará la hueá aún?». Por eso nos tomamos un tiempo para hacer el disco, porque necesitábamos probar si podíamos hacer algo bueno y no para engrupirnos a la gente y venderles un disco, y sí, está. Yo he tocado con varios bajistas y con todos tengo algo especial y hay muchas cosas que no me pasan con Rulo, pero lo que me pasa con él, con el bajo y la guitarra, no me pasa con nadie. Cuando nos juntamos, lo hacemos de tal forma, dejamos el espacio pa’l otro, ni siquiera como músicos, sino como instrumentos. Una comunión. Yo he tocado con bajistas tremendos, como el Chicho Espinoza o el Roberto Trujillo y cuando a los hueones les tocaba sacar las líneas del Rulo, quedaban locos. Si escuchái temas como “El Chavo” o “Primavera”, hay un ritmo entre el Rulo y yo que es único. Nos demoramos un tiempo en reencontrarlo porque hemos cambiado, porque ya somos hueones viejos, con hijos, preocupaciones y responsabilidades, pero lo hicimos.
—Pepino no está ya en la banda ¿o sí?
—Pepino ya no está con nosotros, sino que está con su mujer en Estados Unidos. Tomó esa decisión porque estaba muy difícil. En el disco tuvimos que suplirlo con dos bateristas, pero son dos de los mejores, el Max que toca con nosotros en vivo y con Cristóbal Orozco que toca conmigo en Joya y también con De Kiruza y Myriam Hernández.
—Y ya que estás practicando las facetas de productor y compositor en Los Tetas, ¿te gusta más una que otra?
—Me gustan las dos, lo discutíamos con el Camilo, el otro día. El productor pasa, por una confusión, como un hueón que hace sonido o como el que hace pistas en el hip hop, pero está también la figura de Rick Rubin, por ejemplo, que ni toca con los hueones, sino que escucha y da su opinión. O tenís otra figura como Quincy Jones, que toca, hace arreglos y hace todo. Es variado. Mi figura, guardando las proporciones con lo que te nombré, creo que es bien completa en ese sentido. Tengo lo que se necesita. Me gusta producir, creo que lo he hecho bien, he recibido buenos comentarios, tengo lo que se necesita que es buen gusto. Me gusta hacer lo que hice en Joya, siempre me llamó la atención el «compuesto, producido y arreglado por Prince» de sus discos y yo decía, «¿pero cómo?, este hueón hace todo», y ese fue mi desafío con Joya, y además lo mezclé, y todos me decían; «¿quién te mezcló el disco?», «¿quién te produjo?» y nada, Joya fue mi experimento y salió bien. Entre medio produje otros discos, uno de mi viejo, y este de Los Tetas sería mi consolidación como productor.