Revisión del libro “Canción valiente”, la primera investigación publicada por Ediciones B de la periodista y comentarista musical Marisol García.
«La historia sin sonido no es historia y el sonido sin voces no es memoria», se asegura en la contratapa de Canción valiente. 1960-1989 tres décadas de canto social y político en Chile, el primer libro de Marisol García (1973), de cuya obra como periodista sabemos a través de revistas como Wikén, Capital y Qué pasa, y el diario Las últimas noticias, siempre en tramos cortos.
La investigación de 447 páginas confirma la potencia de la canción social chilena en las tres décadas que vieron brillar a compositores como Violeta Parra, Víctor Jara, Luis Advis, Sergio Ortega, Patricio Manns y Jorge González. La última noche de julio la idea fue asentida por el musicólogo Juan Pablo González (1956) durante la presentación del libro en el GAM. «Cuba, Uruguay y Chile son los países que más y mejor canto político han producido en Latinoamérica», dijo allí después de escuchar a Manuel García (1970) re-versionar a Violeta Parra y Los Prisioneros.
González, que es co-autor de la monumental Historia de la Música Popular en Chile, leyó de sus apuntes: «La misma responsabilidad con la que Marisol García abordó un texto tan amplio como este, es la que le ha permitido la libertad de reinventar la forma de escribir un libro, tal como Violeta Parra reinventó la forma de escribir una canción».
Un poco antes el periodista Iván Valenzuela (1966) dijo de Canción valiente: «No ha pasado ni media página sin que yo considere que se trata de una obra brillante, de una obra que viene a inaugurar o a persistir en una cuestión que cuando me inicié en periodismo musical —hace un cuarto de siglo— era inexistente. Yo crecí en un país donde la crónica sobre música se refería al color de las guitarras eléctricas y a la cantidad de ropa interior que le caía en el escenario a Gustavo Cerati».
Como parece que las recomendaciones vienen de cerca, es natural reaccionar con desconfianza, sobre todo si los libros de González están extensamente citados en la obra de García y porque el mismo Valenzuela reconoció leer muy lento y no haber terminado el libro, contrariando seriamente la ética académica y crítica.
También porque este libro aparece en un contexto de agitación social, iniciado por las movilizaciones estudiantiles en 2011, muy mediatizado. Con músicos como Ana Tijoux y Portugal publicando videoclips con escenas de marchas, y otros proyectos tocando aparentemente de forma desinteresada en tomas de estudiantes, aunque unos hicieron afiches mientras otros escogieron aparecer de manera sorpresiva: Ases Falsos, Álex Anwandter, Protistas, Portavoz, Primavera de Praga y el propio Jorge González, una voz revisada pero no entrevistada acá por la autora.
Canto que ha sido valiente, siempre será canción nueva
Cercana al objet trouvé, Canción valiente parece unir distintos estudios más acotados bajo la tesis: Chile como país de la “cantautoría social”. Un concepto que García propone como uno de los pilares de la cultura popular chilena más admirados en Latinoamérica. «No es casualidad que una de las canciones políticas más famosas en el mundo, que es “El pueblo unido, jamás será vencido”, sea chilena», argumentará la autora en entrevista radial.
«Estábamos acostumbrados a los testimonios de primera fuente y a los músicos que no han escrito, pero que han dado sus testimonios en libros de David Ponce, Emiliano Aguayo, Gonzalo Planet», dijo el musicólogo González —que también es Director del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado y medalla bicentenario del Consejo Chileno de la Música— para explicar que Corazón valiente es una «escucha atenta, crítica y sensible de aproximadamente mil canciones, de las cuales ella (García, la autora) consideró las que correspondían al plano social y político». Al académico le llamó la atención que el libro «rompe además con la diagramación convencional, intercalando listados de canciones recomendadas o playlists —como juguetonamente le llama Marisol—, como si se tratara de un e-book impreso».
Al comienzo, la lectura de Canción valiente nos sitúa en 1960, cuando los pliegos de la Lira popular fueron tomados por la obra de Violeta Parra. «Uno nunca exagera cuando habla bien de Violeta Parra», dice García, lo cierto es que no se puede entender todo lo que pasa durante esa década sin ella. Detrás de la leyenda, hay una artista visionaria. Si bien en Chile ya había canción popular de denuncia (cantos mineros, cuecas a presidentes, lamento obrero), uno de los méritos de Parra es llevar estas temáticas a grabaciones que terminaron en discos de distribución multinacional (EMI Odeon) y el oído universal.
«No hay revolución sin canciones», dijo durante la Unidad Popular Salvador Allende. El locutor Ricardo García, cita la autora, parece responderle: «creo que las canciones no derriban gobiernos, así como las guerras no se ganan con marchas. Son, solamente, bellas banderas del pueblo. Pero, ¿qué haríamos sin ellas?». Así avanza este libro, con cancioneros que pueden ocupar más de una página y entrevistas crudas. Hay, por cierto, una intención de emitir juicios en Canción valiente, de establecer conclusiones indirectamente, pero también de resaltar casos aislados, como el rescate de una banda que duró apenas un disco: Congregación, independientes de cualquier mensaje hegemónico, como un gesto político confundido, en la década del 70, con el descompromiso.
Los mejores momentos del libro tienen que ver con anécdotas de archivo, como cuando el inminente Nobel Pablo Neruda presentó en vivo a una banda de transición de Eduardo Gatti, durante un acto organizado por el Partido Comunista: «acá los dejo con uno de estos grupos extranjerizantes, que solo vienen a distraernos de nuestra causa».
En la rigidez de Canción valiente García enarbola una idea interesante sobre la trascendencia del canto social: cuando las canciones son precisas en su observación, serán vigentes siempre. Algo que ya había dicho Víctor Jara en su himno “Manifiesto”, de donde saca el nombre este libro:
«Canto que ha sido valiente /siempre será canción nueva».
Una prueba actual: la vigencia de las letras ochenteras de Los Prisioneros. Allí, justo en ese punto, con unos incipientes Fiskales Ad Hok y Pinochet Boys, cierra el relato marcado por una pretensión de autoridad: si en Prueba de sonido el periodista David Ponce se dedica a observar y registrar de manera enciclopédica los movimientos del rock chileno entre 1954 y 1986, en Canción valiente Marisol García propone una mirada, una tesis que quizá intuíamos pero que no estaba.