Claudio Parra: “Es muy probable que volvamos a subir a Machu Picchu”

por · Abril de 2011

Su mirada a 30 años de “Alturas de Machu Picchu”

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A días de revivir el mítico concierto interpretado en las ruinas incas, Claudio Parra reflexiona acerca de su vida como “Jaiva”, sentado frente a su piano de cola blanco. Cierren sus ojos, abran su corazón por 37 minutos y sientan a Los Jaivas en su máxima expresión.

Alturas de Machu Picchu, 1981

1981 fue sin duda uno de los años más intensos de la banda viñamarina. Recorrieron gran parte de Europa presentando el disco Canción del Sur (77) y, sin embargo, la gran aventura musical llegaría con la propuesta del productor peruano Daniel Camino, quien les ofreció crear una gran cantata latinoamericana en base a los poemas de Pablo Neruda.

Este era el comienzo de Alturas de Machu Picchu (81).

Desde 1977 Los Jaivas se habían instalado en París, hasta llegada la invitación de Camino, quien como un profeta les enviaba los poemas de Neruda con la siguiente dedicación: “A mis queridos Jaivas – La base de una cantata que ha de ser genial. Daniel”. No se equivocaba, el disco se transformaría en el segundo más importante de la historia de Chile, según un ránking la revista Rolling Stone elaborado por músicos chilenos, y de los más emblemáticos del rock del siglo XX.

El proyecto contemplaba la participación de Mercedes Sosa y Chabuca Granda, la cual nunca llegó a destino. Sin embargo, el escritor Mario Vargas Llosa, hoy premio Nobel de Literatura, introdujo el documental allá en las alturas.

Los Jaivas en Machu Picchu

En ese entonces el pianista Claudio Parra tenía 36 años, dos hijos y una vida en comunidad explotando sonoridades únicas y vanguardistas para su época. En la grabación del disco el músico tocó piano, clavecín, mini moog, piano eléctrico, marimba y tarka. De los siete temas que componen esta obra, el primero en grabarse fue Águila Sideral, creado a partir de una gran improvisación. Alberto Ledo, el “sexto Jaiva”, creó Del Aire al Aire en su totalidad, grabando el sonido de los pájaros en un amanecer en la casona de París. Éste regalo fue el punta pie e inspiración para comenzar la obra.

A tres décadas de publicado el disco y en el marco de su conmemoración, Claudio con su voz grave y formal reflexiona acerca del disco, los miembros de la banda que ya no están y de la gira que comienza este 17 de abril en el teatro Nescafé de las Artes y que lo llevará por Europa y Norteamérica, pasando por el Festival Cervantino en México y el Latinoamericano de Milán.

Claudio Parra

Cuando recibieron la propuesta de Daniel Camino para realizar el proyecto de Alturas… ¿pensaron que esto llegaría tan alto, por lo bajo crearon uno de los discos más importantes y representativos de Chile?
—No trabajábamos así, no sabíamos a dónde íbamos a llegar. Nosotros lo hacíamos por amor, por intuición. Las creaciones artísticas las haces por una necesidad interna. Después empiezan a pasar cosas, hasta que se lanza la creación. Nos sorprendió la producción tan grande que hubo. Nunca habíamos tenido nada parecido: el despliegue, mucha gente, países involucrados, canales de televisión. La policía peruana también coperó, incluso teníamos un helicóptero, el cual iba ser ocupado para la logística y al final terminó llevando el piano. Sube a Nacer Conmigo, Hermano fue un single aparte. Con él nos dimos cuenta que había caído bien en el público, por lo que sabíamos que íbamos bien encaminados. Creo que lo más rescatable es que todo el trabajo: grabación de temas y documentarlo audiovisualmente lo hicimos en menos de un año.

¿Cómo miras hoy en día, 30 años después, ese disco en particular?
—Para nosotros es una de las obras más importantes de nuestra trayectoria. Es una obra cúspide. El lenguaje de Los Jaivas empieza con improvisación, con una búsqueda, dejando de lado lo que sabíamos, para encontrar nosotros mismos una música nueva. Esto nació el 69, estuvimos tres años así de forma casi prehistórica. Luego nacen nuevos ritmos, adquirimos instrumentos, todo de forma atonal. Después se va fijando todo y va naciendo un lenguaje, creamos temas y sigue evolucionando todo hasta llegar a Alturas de Machu Picchu y Obras de Violeta Parra (84), llegando así a la cúspide.

¿Qué sientes personalmente al tocar el disco sin Gabriel Parra, Gato Alquinta y Eduardo Parra?
—Asumimos que no están de cuerpo presente, es un legado. Ellos están ahí, ellos lo crearon. El 15 de abril se cumplen 23 años sin Gabriel (Parra), con Gato (Alquinta) son 8. Ya ha pasado bastante tiempo, ya lo hemos asumido, seguimos adelante, con su presencia espiritual. Siempre van a estar presentes. Están ahí, en la música, lo estamos viendo, escuchando, sus imágenes están ahí. Todos los nuevos integrantes son muy respetuosos e intentan ser lo más fiel al lenguaje de Los Jaivas. Nosotros seguimos tocando, sabiendo que contamos con su presencia. Está toda su obra presente, quizás por esa razón nos ha costado emprender un nuevo proyecto de creación. Hay mucha obra creada y trabajos que quedaron en el camino.

¿Qué novedades podremos ver en el concierto? ¿Tendrá nuevos arreglos o será fiel al disco?
—Musicalmente seremos lo más fiel. El trabajo de creación es bien largo y cuando llegamos a un arreglo final, el tema queda así para siempre. Cuando hemos llegado a estudio con un tema fresco, lo grabamos y luego va evolucionando, lo tocamos en concierto hasta que madura y decidimos darlo por terminado. Estamos en una campaña de escribir las partituras originales lo más riguroso posible, para dejar ese legado. Con lo que nosotros dejamos y queríamos para el tema. En el futuro se verá lo que hacen con él. En cuanto a los cambios, no van haber. Sólo temas de sonido, debido a que muchos instrumentos ya están viejos, a veces fallan y no tienen el mismo sonido que en el 81.

¿De dónde venía la influencia en aquellos años como para crear Alturas de Machu Picchu?
—Queríamos ser lo más auténtico posible y encontrar nuestra identidad. Intentamos de evitar todo tipo de influencia, sobre todo la directa como los grupos que se parecían a nosotros o que ocupaban los mismos instrumentos. Cada uno de nosotros tuvo una formación diferente. Gato recibió mucha influencia de su padre que tocaba guitarra, le gustaba el tango y el folclore argentino, además era un amante de la música clásica. A mí me interesó el piano clásico, estudié en el Conservatorio. Gabriel tocaba trompeta, después pasó a la batería. Eduardo era bohemio, poeta. Andaba por el puerto en bares con gente que hacía lo mismo. Mario tenía un padre marino y aprendió a tocar guitarra de muy joven.

¿Cómo recuerdas esos días que estuvieron en las ruinas?
—Fueron días maravillosos. El hecho de tener los instrumentos ahí mismo era fantástico, sobre todo para mí que tenía un piano de cola acústico. Por las noches subía a tocar a Machu Picchu y era realmente maravilloso, con ese silencio y en ese lugar. Nosotros vivíamos en la hostería que está ahí en Machu Picchu, paseábamos todos los días y grabábamos cuando la gente no estaba, por la mañana y por la noche. Recuerdo una anécdota de cuando íbamos a grabar las imágenes para la canción Final. Teníamos la idea de hacer una ofrenda al Intihuatana (reloj solar), pero no teníamos luz para hacerlo, el día estaba completamente nublado y ya no había tiempo para esperar. Estábamos cambiando el guión y perdiendo las esperanzas, hasta que en el cerro del frente se vio un rayo de sol, era una luz. Aquella luz se empezó a desplazar en línea recta hacia nosotros, así que nos preparamos rápidamente. El rayo pasó y pudimos grabar las imágenes, fueron los minutos precisos para una sola toma. Realmente fue un momento mágico y simbólico.

¿Qué tan avanzadas están las conversaciones para tocar en Cuzco el 7 de julio en la conmemoración de los 100 años del descubrimiento de la ciudadela?
—La oportunidad de tocar allá es un gran regalo. Ahora tocar después de tanto tiempo, con estas fechas especiales es todavía más increíble. Se va realizar en la plaza de Cuzco, va ser un momento maravilloso que espero con ansias. Es muy probable que también volvamos a subir a Machu Picchu.

Claudio Parra: "Es muy probable que volvamos a subir a Machu Picchu"

Sobre el autor:

José Miguel Portilla

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