Según nuestro reseñista, este año la Comic Con quedó debiendo
Era algo que muchos/as esperaban, ya que con celo veíamos- los nerds- cómo en otros lados de Sudamérica y el mundo se realizaban grandes presentaciones de películas, chicos compitiendo por elaborar los mejores disfraces y cómics reunidos de todas partes del mundo. Más celebridades “hollywoodenses” que compartían su fanatismo por las figuritas de los clásicos superhéroes o villanos de Marvel o DC Comics.
No puedo decir que me fui completamente satisfecho, pues nada de lo que siempre veía en EE.UU, se dio en Chile. Incluso, me gustaría hacer una crítica a lo provincianos que aún somos para este tipo de eventos, que en otras partes reúnen a miles de personas congregadas en el fanastismo utópico de la aceptación al ridículo.
Los cosplay, que tanto anhelé ver, fueron muy pocos y eran de baja, baja calidad. Por ahí, me saqué una foto con uno que notablemente se produjo como un zombie de los clásicos filmes de Romero, pero estaba atónito viendo a una súperchica “flaite” o a un Warmachine de 1,65 que no inspiraba el miedo de la metralleta abominable que impone este súper amigo de Iron Man.
Lo sé, estoy siendo muy duro, pero tengo una razón. Y esta se refiere a las expectativas: No vi mucho realizador, como Nicolás López y otros que trabajaran en largometrajes fantásticos, sino más bien vi a actores y realizadores del área dramática de TVN, los que se paseaban jubilosamente por los pasillos de la Comic Con riendo con algunas “monadas” que hacían los otakus y algunos espadachines que les pedían autógrafos.
Este evento es de talla mundial, de un muy alto nivel, y debe estar, en primer lugar, generado o dispuesto físicamente en un espacio mucho más amplio para que los fans tengan una real participación con los diferentes actores. Más bien vi pobreza y realizadores chilenos ávidos por vender sus historietas desde $500 hasta $3 mil, obviando las que eran traídas de afuera.
Esperaba ver a esos linternas verdes, thor, batman, guasones, moles y un sinfín de súper-hombres que nos llenaban el corazón cuando éramos niños con sus historias puestas en papel, o en la misma televisión. En vez de esto, vi a muchos otakus, j-fans, emos, poco fascinados por el evento, sociedades “tolkenianas” sin mucha producción, y una ensalada de productos que puedo encontrar en el mall, a precios incluso más bajos.
De verdad, démosle peso a esta instancia, donde los nerds son arte y parte de una sociedad más justa, donde no los discriminan por vestir orejitas de conejo, vestidos ajustados, o por entonar frases como: “In brightest day, in blackest night, no evil shall escape my sight”.
Poco show, mal animador, pocas celebridades, pocas estrellas y, fundamentalmente, pocos nerds capaces de ser sí mismos, o mejor dicho, cambiar a su personalidad modo héroe– o villano-, que miraban con distancia lo ofrecido.
Para ser la primera vez le pongo un 4. Espero que mejoren y se sigan haciendo más y mejores COMIC CON por todo el país. Dejemos la provincia e invirtamos más en cosas como esta; créanme que ya estoy harto de escuchar a mis amigos diciéndome si vale la pena ir, motivados por el miedo a perder dinero, a un espacio donde en poco más de una hora pueden conocer todo.
Al finalizar, cruzamos esa ancha calle y notamos que la chapa de la puerta del copiloto (donde iba yo) estaba reventada, y mi chaqueta no se encontraba. Algunos compartimientos abiertos, pero nada de tan alto valor fue extraído. Todo por ese “malacatoso” hombre de polera futbolera, que no soporto el no pago de la “luca” y no creyó en el juramento nerd, al decirle “te daremos dos cuando regresemos”.
// Fotos: Francisco Yávar.