Revisamos el mítico último concierto de la banda arriba de Apple records.
Eran días de LSD y sexo libre. Un 7 de diciembre de 1968, Jefferson Airplane desordenaba la rutina neoyorkina para tocar “House At Pooneil Corners” en la azotea de un hotel de Manhattan, con Jean-Luc Godard en la cámara. Todo es rápido y caótico, y la banda de Marty Balin alcanza a interpretar un solo tema, cuando la policía los para en seco por la figura de escándalo público.
Pocas semanas después, al otro lado del Atlántico, John Lennon cierra la historia de The Beatles en el techo de Apple Records. «Me gustaría decir ‘gracias’ en nombre de la banda y de nosotros mismos y espero que pasemos la audición», dijo a las cámaras.
Fue el último registro en vivo de la banda más importante de la historia y esa fue la frase final.
Eran tiempos de confusión. The Beatles estaba por disolverse y la olla a presión de las relaciones entre sus integrantes se hacía evidente. Planeaban despedirse con un concierto en un barco lleno de fanáticos en medio del Támesis, en las pirámides egipcias o el coliseo romano. Pero Paul McCartney propuso volver a las raíces de la banda: bajo, batería, voces y guitarras; y antes de grabar su penúltimo disco de estudio, el Abbey road (1969), los fab four se encerraron a escribir las canciones de lo que sería Let it be (1970).
Fue en medio de esas grabaciones que subieron al techo del estudio para tocar “Get back”, “Don’t let me down”, “I’ve got a feeling” y “One after 909”, desde los cielos de Londres, con Billy Preston en los teclados, un 30 de enero de 1969.