Tanto el enmascarado como su antagonista, el poderoso y violento Wilson Fisk, están motivados por su obsesión con el barrio que los vio nacer, y son capaces de llegar hasta las últimas consecuencias para protegerlo a su modo.
Que Netflix se ha transformado en la vanguardia en cuanto a la industria de la narración audiovisual seriada, no es ninguna revelación. Pioneros en cuanto al formato de series en Internet, no sería arriesgado aseverar que esta plataforma de películas, documentales y series, ha tomado la posta de la HBO con respecto a la exhibición y el riesgo creativo de sus productos. Netflix propone, además, un cambio importante en cuanto a consumo de material audiovisual. Si antes esperábamos semana a semana para descubrir los giros y acontecimientos que nos iba a entregar cualquier capítulo de una serie transmitida por televisión, hoy Netflix desafía los estándares y sube de inmediato las temporadas completas de sus series. En cualquier otro medio de exhibición, esa decisión sería una locura. Nadie se atrevería siquiera a proponerla, porque contradice el sentido común de la industria.
Sin embargo, Netflix se escapa a los estándares de dicha industria como la conocíamos. Netflix comprendió que las nuevas plataformas tecnológicas iban a cambiar la forma en que los espectadores nos enfrentamos al consumo, y que había no solo que caminar en la nueva dirección que se avecinaba, sino también aprovechar todas las oportunidades que de ahí podrían desprenderse. Por eso, no es extraño que, al igual que la HBO hace más menos 16 años, comenzaran a explorar la manufactura de productos propios, y además entregarles un sello que tenía que ir necesariamente por la diferenciación en cuanto a calidad y temáticas. Dentro de esta dinámica se enmarca la producción de la serie Daredevil, basada en el cómic de Marvel, publicado por primera vez en 1964.
Con 13 capítulos de aproximadamente una hora de duración, la serie arranca cuando el abogado Matt Murdock da sus primeros pasos como un enmascarado que se enfrenta a las fuerzas delictuales que siembran el terror en el barrio Hell´s Kitchen, en Manhattan. La particularidad de Murdock radica en su ceguera, adquirida a los nueve años, cuando salvó a un anciano en un accidente de auto. A medida que el espectador se adentra en la historia, descubre a qué se debe la notable pericia que Murdock ha desarrollado, y que reside en la extrema agudeza que posee en sus cuatro sentidos sanos, que sumados a una destreza física inigualable, lo convierten en un potencial héroe para el barrio. Potencial, porque aún no tiene identidad, ni traje especial, ni una leyenda a sus espaldas que produzca miedo en sus enemigos. Se trata solo de un hombre muy ágil, que viste de negro y usa una media, también negra, que le cubre la mitad superior del rostro. Para la mafia que opera en Hell´s Kitchen, se trataría solo de un desequilibrado o un estúpido, que ha interferido en operaciones menores, como la que abre la serie, cuando el enmascarado rescata a un grupo de mujeres que iban a ser comercializadas como prostitutas. En otras palabras, en gran parte de la temporada asistimos a la construcción de un héroe, algo similar a lo que ocurre en la película Batman Begins, la primera de las cintas realizadas por el cineasta Christopher Nolan para la adaptación de la historia de Batman. La mención, pienso, no es gratuita, porque no solo en términos de argumento la serie decide arrancar de forma similar a la mencionada película. También existe una deuda en términos de tratamiento y tono. El Daredevil que Netflix ha traído a la pantalla es un hombre solitario y atormentado, con el recuerdo del padre pesándole a cada momento como una cruz, carente de vínculos filiales (salvo la férrea amistad que lo une a su amigo y socio Foggy Nelson), y que por cierto no ha podido ni ha tenido la intención de establecer una relación de pareja auténtica.
Aunque las escenas de combate cuerpo a cuerpo son generosas en coreografías y espectáculo, la serie tiene un fuerte espíritu naturalista. Los conflictos humanos y las contradicciones que enfrentan los personajes, junto con la ambientación y el tenor de los acontecimientos, en todo momento está marcado por el mayor realismo posible que concede el género de superhéroes. Aquí también la serie se emparenta con la adaptación realizada por Nolan.
Daredevil es arquetípica en cuanto a estructura seriada. Frente a esto, también toma riesgos, porque su mayor lealtad es con el personaje y la construcción de la historia. Por eso el creador y showrunner Drew Goddard nos presenta la génesis misma del héroe, sacrificando así un arranque de historia de mayor impacto. En lugar de un héroe en la máxima capacidad de sus habilidades, nos encontramos con un sujeto medio perdido en el caos de Hell´s Kitchen, víctima de su falta de experiencia, y constantemente herido, a veces con mucha violencia. Por eso, a medida que avanzan los capítulos, y el enmascarado ciego va descifrando las causas y alcances de la mafia que opera en su barrio, la historia y las tramas troncal y secundarias se van haciendo más robustas, y el peligro al que se exponen los personajes se vuelve más denso.
El diseño del antagonismo es sólido, y permite que Murdock vaya desentrañando paso a paso el origen del mal que corroe Hell´s Kitchen. Liderando un conglomerado multiracial y peligroso, se encuentra Wilson Fisk, interpretado soberbiamente por Vincent D´Onofrio. Fisk es un hombre poderoso y refinado que esconde una infancia terrible y violenta. Tiene mucho dinero, y como villano es ambiguo y megalómano en cuanto a sus intenciones. Dice amar el barrio que lo vio crecer, y por este motivo quiere limpiarlo de la peste que lo corroe. Por cierto, la peste que motiva a Fisk es también la gente pobre, los emigrantes y tantos otros que son víctimas pasivas de la tormenta de horror que se cierne sobre todos. En la serie, Fisk puede comprar arte y tomarse mucho tiempo en la refinada decoración de su penthouse, pero también es capaz de reventarle la cabeza a un socio que ha elegido un mal momento para abordarlo, o luchar a mano limpia con el propio enmascarado. A su modo, Wilson Fisk es también un héroe, alguien que cree tener un propósito moral más elevado e importante que el resto. Es ese objetivo mayor lo que mueve a Fisk, y en esto no es tan distinto del misterioso enmascarado que quiere boicotear sus planes. De nuevo, como en The Dark Knight, donde el Guasón se siente una némesis de Batman (finalmente son dos freaks con atuendos extraños moviéndose en el caos de Ciudad Gótica), el enmascarado y Fisk están motivados por su obsesión con el barrio que los vio nacer, y son capaces de llegar hasta las últimas consecuencias para protegerlo a su modo.
Un nuevo caballero de la noche inicia, y lo hace con crudeza, en una serie cuya temporada primera está construida sólidamente, permitiéndose los tiempos y la intensidad necesarios para darle profundidad y perspectiva a la historia. El único problema: los once meses de espera que quedan para ver qué nos traerá la segunda temporada de Daredevil.