Blusas abiertas, medias malla con puntos corridos y dos chicas haciendo blues-rock a lo Black Keys.
El domingo pasado cayó la primera nevada de la temporada en Manhattan, y gracias a eso, a las siete de la tarde ya estaba oscuro. El trajín en las calles era mínimo y la poca gente que vi caminaba apresuradamente a su destino. Afortunadamente, la precipitación me favoreció mucho porque al llegar al Mercury Lounge, el pequeño pero destacado boliche en el Lower East Side, estacioné fácilmente a la entrada del local. Esa noche se presentaba Deap Vally, el dúo rock / blues de Los Ángeles integrado por Lindsey Troy (guitarra y voz) y Julie Edwards (batería y voz), y no quería llegar tarde.
Lindsey y Julie se conocieron el 2011 en Los Ángeles, California, en un curso de crochet donde Edwards le enseñó a tejer a Troy. En ese momento ya ambas estaban involucradas en la música, Julie como integrante de una banda y Lindsey como solista.
Fue en julio de 2012 que Deap Vally lanzó su primer single “Gonna Make My Own Money” bajo el sello independiente Ark Recordings, y fue muy bien recibido tanto en EE.UU. como en Inglaterra: en agosto firmaron contrato con Island Records y dos meses más tarde estrenaron un nuevo single, “End of The World”, nada menos que en el programa Hottest Record in The World de la BBC Radio 1.
Lo que las llevó a lanzar, en junio del 2013, su primer álbum Sistronix bajo el mismo sello.
La gran recepción que ha recibido Deap Vally las ha propulsado en una firme y meteórica trayectoria de grandes logros. Gracias al estilo puro y sin pretensión de su música y a la energía de sus presentaciones, merecidamente han sido invitadas a participar en varios festivales de música: Lattitude, Reading, Leads, y Glastonbury en Europa, y Bonnaroo, Coachella, Lollapalooza, y Austin City Limits en EEUU. Por lo mismo, el dúo también ha teloneado las giras de bandas como The Vaccines, Munford & Sons, Yeah Yeah Yeahs, Queens of The Stone Age, Arctic Monkeys y Muse.
Vestidas de manera seductora como vedettes rebeldes en shorts bien cortos— blusas y sostén a secuencias, medias malla con puntos corridos y descalzas— empezaron a tocar su música e inmediatamente cautivaron al público. Todos los hipsters, rockeros y hasta el tipo vestido como Elton John en los 80s (anteojos blancos y bufanda de plumas al cuello) se enfocaron inmediatamente en ellas.
Deap Vally no consiste en un par de chicas bonitas jugando a ser bombones del rock, Julie y Lindsey son minas rockeras en todo aspecto y se comportan como tales. Con un gran repertorio musical que destila las mejores influencias del Delta blues, Led Zeppelin, Black Keys, Jack White, y varios más sin perder su originalidad, Troy y Edwards brindaron una estupenda presentación e hicieron vibrar el Mercury Lounge.
Lindsey acentuó diestramente su canto acompañada de su guitarra Fender, y a ratos irrumpió los bellos tonos de su voz con primitivos y viscerales rugidos que me hicieron pensar en una joven Joplin. Con la explosiva dinámica característica de su propio estilo, Julie marcó certeramente el ritmo de los temas para complementar a su compañera, pero también compartió el micrófono con Lindsey y juntas cantaron muy buenas armonías. Como se complementan sus voces es sinceramente notable.
Dio mucho gusto ver que se entregan por completo sobre el escenario, y el hecho de que este show no haya sido frente a miles de espectadores o sobre un amplio escenario como en los grandes festivales, no significa que se hayan esforzado menos. Al contrario, aprovecharon la intimidad para compartir con el público antes y después de dar un show íntimo… una especie de set musical privado entre amigos, y eso se agradece.