Pop bailable
Suele afirmarse que la gracia de la música pop estaría en traspasar una amplia gama de temáticas a través del angosto cuello de la botella y que la canción sería el resultado de ese ejercicio. La música popular, entonces, podría jugar un doble rol: ayudar a mantener modelos sociales en torno a cuestiones tan recurrentes como el amor, la muerte o el sexo, o repensar los modos de acercarnos a estos asuntos mediante cuatro minutos de efectismo radial. “Música, gramática, gimnasia”, el nuevo disco del dúo nacional Dënver, es un ejemplo de esta última posibilidad. En el disco hay varias señales de cómo apostar por la estructura pop para contar historias convencionales sin caer el lugar común, desarrollando un lenguaje coherente, que asume sutiles riesgos y que se atreve a dar un giro al tratamiento que hasta ahora se le viene dando a la infinita lista de cuestiones sobre el amor y el mundito interior de los adolescentes.
Sin ir más lejos, al escuchar los segundos iniciales de “Mi primer oro” –la canción que abre el álbum-, la sorpresa ayuda a intuir el resto del nuevo trabajo de Mariana Montenegro y Milton Mahan. En vez de recurrir a un hit inmediato, la dupla presenta otra carnada: un tema de poderosa conjugación electrónica-instrumental, en donde ecos deportivos se mezclan con referencias a un mundo juvenil y dubitativo. Estos son rasgos que aparecen una y otras en el álbum, vertebrando “Música, gramática, gimnasia”. Al mismo tiempo, la apuesta sonora queda definida por la fuerte presencia de arreglos de cuerdas, vientos, programaciones, además de guitarras eléctricas, bajos y baterías, instrumentos que demuestran el evidente crecimiento de Dënver en comparación a su primer disco, “Totoral” (2008).
No obstante, la producción megalómana detrás del regreso de Dënver –que aún no encuentra un correlato en sus presentaciones en vivo- no sería nada sin las buenas ideas que aparecen en canciones como “Olas gigantes”, “Lo que quieras”, “Cartagena”, “Los adolescentes” o “Feedback”. Con ellas, la pareja traza una línea en donde aparece la playa como el escenario de la mayoría de sus nuevas ficciones y cuyas anécdotas entrelazadas permiten lecturas paralelas de cada canción.
Hay que agregar que la atinada estructuración de “Música, gramática, gimnasia” se completa cuando el melodrama de Dënver (recuérdese las antiguas “Miedo a toparme contigo”, “Insistes en volver” o “Paraíso de menta” de su debut) es casi borrado con el codo en escenas de inédita lucidez como “Los Bikers”, cuando la metáfora de la sumisión despega como nunca en una canción de Mahan con su idea de “la vida completa en un backflip”. También en “Litoral central”, en donde Mariana Montenegro brilla perversa en su apuesta electrónica sobre el asesinato y la insolencia, entonando con lo bello y lo macabro de su narración. Y ya en el cierre, “En medio de una fiesta” resume todos los talentos del disco en una melodía enorme, que se casa de igual manera con la liberación y el escapismo.
Con “Música, gramática, gimnasia” un nuevo disco pop se edita en Chile y la etiqueta ya comienza a sonar como un patrón que se repite en la mayoría de las llamadas “nuevas voces de la música chilena”. En su justa medida, Dënver aporta a fortalecer la rearticulación del pop nacional, pero en la jugada no hay sólo síntomas de este proceso, sino un intento bien logrado de ampliar las temáticas, introducir nuevas historias y construir un camino propio al interior la monótona canción popular que se edita actualmente en el país.
Dënver
Música, gramática, gimnasia
Sello Cazador, 2010
* Aparecido en El Mapa