En un Londres oscuro y sombrío, un hombre intenta que toda la mierda que lo rodea no lo salpique. Pero a veces, inevitablemente, deberá aguantar la respiración y zambullirse.
«Es posible que quieras mantener tus manos en los bolsillos. Reduce la tentación de querer tocar cualquier cosa». Esa es la primera recomendación que le hace John Luther a su nuevo compañero y aprendiz, Justin Ripley, al ver una escena del crimen.
John Luther, interpretado por el tremendo Idris Elba (mejor conocido por su personaje de Russell “Stringer” Bell en The Wire) es el protagonista de Luther, la serie original de la BBC, emitida entre 2010 y 2013, y recogida por Netflix, que rescata fielmente la tradición británica en la narrativa policial y detectivesca, en donde con solo tres cortas pero potentes temporadas, muestra ese Londres oscuro y sombrío de Jack El Destripador y Sherlock Holmes, con locaciones de una capital que aunque pretenda mostrar su cara más cosmopolita, también tiene zonas olvidadas, que acumulan óxido, fábricas abandonadas y conjuntos de departamentos que rememoran esa Europa del Este fría y deshumanizada.
Es en ese inhóspito medio ambiente donde Elba le da vida a John Luther, con el cual se ganó el Globo de Oro a ‘Mejor actor de miniserie’ en 2011.
Luther es quien debe lidiar día y noche con el lado más oscuro y depravado de Londres. Un cóctel con los más sórdidos psicópatas que deambulan por una ciudad, que en su epidermis luce limpia, correcta y donde todo funciona aparentemente bien, pero que en lo más profundo esconde a sujetos enfermos, que lo único que desean es teñir todo de rojo y locura.
Pero, ¿qué pasa por la mente de un hombre que cada día tiene que meter sus manos hasta lo más profundo y oscuro de los miedos humanos? Aunque Luther quiera «mantener sus manos en los bolsillos», inevitablemente, por tentación u obligación, termina tocando y manchando todo a su alrededor.
¿Y qué ocurre cuando ese humano ve cómo los psicópatas van transgrediendo los límites? Inevitablemente para sobrevivir, él también debe transgredir esas fronteras, construyendo otras nuevas y olvidándose a ratos de las impuestas por la «moral humana y social». Simplemente porque a veces está mal, pero es lo correcto.
Luther es solo un hombre, pero con una enorme humanidad y sensibilidad, que intenta que toda la mierda que lo rodea no lo salpique. Sin embargo, a ratos debe aguantar la respiración y zambullirse en lo más putrefacto del alma humana.
La fuerza del personaje de Luther radica en que es un tipo real. Ni 100% bueno ni 100% malo. Como en “Don’t let me be misunderstood” de Nina Simone: «soy solo un alma cuyas intenciones son buenas. Oh Dios, por favor no dejes que me malinterpreten. ¿No sabes que nadie puede ser un ángel siempre?». Como toda persona, es una mezcla de grises, desde lo más negro a lo más blanco. Con virtudes y defectos. Un detective por arriba de la media, que logra percibir cosas que otros no ven, pero que su mismo trabajo lo va consumiendo y hundiendo cada vez más. Un hombre que por cada logro en su vida laboral, tiene un fracaso en su lado personal. Un ser atormentado por sus demonios que lo empujan a transgredir sus propios límites.
Luther es un hombre que podría llegar a inmolarse por lo que considera correcto, pero que inevitablemente termina hundiéndose y arrastrando y enlodando a todo lo que él pretende mantener a salvo. Un ser muchas veces incomprendido por su forma poco ortodoxa de trabajar y que muchas veces lo obliga a romper su regla de oro. Esa de los bolsillos.
Luther está disponible en el catálogo de Netflix.