Hay un antes y un después de Game of Thrones: la serie de mayor éxito de todos los tiempos es una mezcla explosiva de intrigas políticas y familias disfuncionales, situadas en una trama adictiva de fantasía épica.
En el mundo del entretenimiento, hay un antes y un después de Game of Thrones. La serie de mayor éxito de todos los tiempos es una mezcla explosiva de intrigas políticas y familias disfuncionales, situadas en una trama adictiva de fantasía épica, que ha regresado la fe a una señal de grandes series como HBO.
La Breve enciclopedia de Juego de Tronos (Ediciones B), de Martin Howden, comenta y analiza los principales hilos narrativos y los temas de fondo que han hecho de Game of Thrones la exitosa serie que ahora es. Lo siguiente es una selección de entradas que iluminan el mundo creado originalmente por George R. R. Martin, y adaptado exitosamente por la dupla formada por D. B. Weiss y David Benioff.
Adaptación
Era imposible llevar a la pantalla la saga de fantasía Canción de Hielo y Fuego; eso opinaban muchas personas y no es un detalle menor que entre ellas se contara su propio creador, George R. R. Martin. Era demasiado densa, tenía demasiados personajes y había demasiadas subtramas argumentales para que fuera posible entretejerlas todas en una película de tres horas. La palabra clave era «demasiado» y quitar algo sustancial era como manipular un castillo de naipes: un solo roce hace que todo se desmorone.
Además, había que pensar en los fans. La devoción no es incondicional y cortar rebanadas enteras de texto para hacer una película que llevara el título de la saga pero no su corazón hubiera despertado una reacción tan rápida como virulenta. Por otra parte, los lectores de esta saga no son los típicos del género. Martin le ha suministrado a la fantasía una inyección de literatura general, gracias al ritmo de la historia, la legibilidad de los personajes y la intensidad de las escenas de acción. Al prescindir del héroe, la ramera, el villano y la bruja, que son los ingredientes habituales de la fantasía, Martin le da una gran profundidad a sus personajes. Son personas de verdad en un mundo de verdad, al menos el mundo que él ha creado.
Había otra solución para resolver el problema del demasiado: adaptarla para televisión era claramente la mejor opción. Eso dejaba una puerta abierta, pero seguiría requiriendo paciencia. No se podía explicar todo y seguir algunas líneas argumentales resultaría al principio un poco difícil. No obstante, habría recompensas, ya que el mundo de Martin iría volviéndose más claro a medida que progresara la serie.
Por suerte, aquello no era nuevo para los telespectadores de las dos últimas décadas. Eso tenemos que agradecérselo a HBO, la cadena que iba a supervisar la adaptación televisiva de las novelas para convertirlas en la serie Juego de Tronos. HBO es, indiscutiblemente, la reina de la televisión refinada, gracias a su sistema de conseguir el dinero a base de suscripciones en vez de a través de la publicidad, lo que significa que no le afectan las habituales imposiciones con las que han de cargar otras cadenas.
Tras el éxito de series como The Wire y Los Soprano, entre otras, los telespectadores están acostumbrados a mundos en los que hay que meterse a fondo porque lleva tiempo que desplieguen las historias. Los personajes van tomando cuerpo en vez de aparecer a la primera de cambio como si ya hubieran alcanzado la cumbre de la virtud humana. A diferencia de lo que sucedía antes, cuando la televisión se consideraba la hermana fea del apuesto hermano que era el cine, ahora la pequeña pantalla puede ser garantía de excelencia; de hecho, mucha gente la elige para entretenerse el fin de semana y se pasa seis horas ante un mundo nuevo en el televisor en vez de ir al cine.
El viaje a la pantalla de Juego de Tronos empezó en 2006 en la comida que dos hombres jóvenes compartieron con uno de mayor edad, un orondo mago que suele ir completamente de negro. George R. R. Martin ya había oído de todo. Aquellos dos hombres no eran los primeros que acudían a él pensando en verter su descomunal saga a la pantalla. Desde que se publicó el libro por primera vez, Hollywood había cortejado a Martin. Él escuchaba, desde luego: siempre se mostraba cortés, reprimía los bostezos y evitaba poner los ojos en blanco cuando los productores entonaban odas a la franquicia al mismo tiempo que explicaban todas las escenas que tendrían que cortar para convertirla en una película. Luego Martin se iba a su casa tras rechazar la oferta, a pesar, como decía él, de las carretadas de dinero que le ofrecían. Se había resignado a que su serie nunca se viera en la gran pantalla.
Pero aquellos dos hombres, con los que Martin siguió hablando mucho después de acabada la comida, lo convencieron de que podían hacer lo imposible.
Weiss recuerda que recibió un paquete postal con los libros y leyó algunas páginas. El algunas pronto se convirtió en centenares y no tardó en hacer lo que no había hecho desde que era niño: devorar un libro y acabárselo en cuestión de días. Estaba enganchado, al igual que Benioff.
Benioff le contó a la web de entretenimiento Collider: «Nos mandaron los libros con la idea de que pensáramos en la adaptación cinematográfica. Pasamos una semana leyéndolos, una semana en la que nos lo pasamos mejor que con todo lo que habíamos leído hasta entonces, y nos dimos cuenta de que no funcionarían como largometraje, porque eran de una complejidad descomunal, con muchísimos personajes y subtramas argumentales.»
Vieron que la versión fílmica tendría que simplificarlo todo y «recortarlo hasta, quizás, una sola línea argumental, de modo que fuera la película de Jon Nieve o la película de Daenerys, o de cualquier otro, y probablemente acabaríamos eliminando alrededor del 95% de los personajes, la complejidad y las líneas argumentales. Eso no nos interesaba. Queríamos mantenernos lo más fieles posible al mundo de George, sabiendo que iba a haber ciertas desviaciones, pero no queríamos desprendernos de todo aquello que lo hacía tan especial».
Benioff también explicaba que, a diferencia de muchas otras sagas de fantasía, aquellos eran libros escritos para adultos: «Esto no es fantasía escrita para chicos de doce años. Lo que no significa que no haya chavales de esa edad a los que les encantarían, pero en su mayor parte se trata de un público lector más sofisticado. Queríamos conservar eso y también la sexualidad de los libros. Una película apta para menores acompañados con un Tyrion que nunca dijera la palabra que empieza con c, no sería Tyrion, y queríamos conservar ese tipo de cosas. Sabes que a alguien le van a cortar la cabeza y que verás brotar la sangre, y no quieres quitarlo para que sea una película para menores acompañados, porque para eso solo puede haber dos derramamientos de sangre por hora.»
Martin se llevó una buena impresión de su encuentro con Benioff y Weiss, y se fue pensando que tal vez, solo tal vez, había encontrado su —pequeña, sin duda— partida de guerreros dispuestos a jugárselo todo para hacerse con su propia versión del Trono de Hierro adaptando Canción de Hielo y Fuego. Por su parte, ellos, como le habían dado vueltas a la idea de una película, también sabían que tendría que ser una serie de televisión y le plantearon la idea a la única cadena de verdad: HBO.
El 18 de enero de 2007, Martin dio la noticia que los fans de los libros habían estado esperando. HBO había adquirido los derechos para hacer la serie: «Sí, es cierto. El invierno va a llegar a la cadena HBO. Canción de Hielo y Fuego va a estar en muy buenas manos. Estoy muy contento de haber cerrado un acuerdo con HBO.»
No obstante, Martin, todo un veterano de la televisión, se apresuró a advertir a los nerviosos fans que tenían por delante «un largo y tortuoso camino». A lo que luego añadió que «una serie de televisión no se materializa de la noche a la mañana, claro está. No vais a ver Juego de Tronos en HBO la semana que viene ni la vais a grabar de TiVo el mes que viene. A lo mejor, el año que viene por estas fechas estaréis viendo a Tyrion y Dany y Jon Nieve en esos anuncios promocionales de HBO.
»Me han dicho que a HBO le gusta y están haciendo un presupuesto, pero todavía no le han dado luz verde. Además, los guionistas están en huelga, así que a saber lo que estará sucediendo en Hollywood. Pero HBO es lo que he querido para esto desde el primer momento. Cuando esté acabada la saga en los libros tendrá unas diez mil páginas y eso es demasiado incluso para una serie de películas. Por otra parte, hay un montón de sexo y violencia, lo cual hace que no haya pensado muy en serio en las cadenas de televisión. HBO puede hacerlo como hay que hacerlo; así que cruzo los dedos. Ahora todo está en manos de HBO».
El autor debería haber hecho caso de su propia advertencia. Desgraciadamente, no llegó al cabo de un año, ni de lejos. En junio de 2008 un Martin muy frustrado les contó a sus fans mediante una entrada de blog que «Juego de Tronos sigue siendo un guion que se desarrolla y no una serie que ya se produce».
Continuó la explicación en otra entrada del blog: «Desde el primer momento, me he dicho a mí mismo: “No te emociones mucho con esto porque si luego no sale adelante el golpe será terrible.” Unas palabras muy sabias, aquellas. Soy un tío muy listo, pero decirlo es más fácil que hacerlo. He fracasado. No puedo estar más emocionado y si HBO decide pasar del asunto, por la razón que sea, me quedaré hecho polvo. Así que esperemos que, en lugar de eso, pronto se me vea dar saltos de alegría.»
Al principio se planteó que cada temporada durara doce horas; luego se rebajaron a diez. David Benioff —quien describió la serie como Los Soprano en la Tierra Media— y D. B. Weiss planearon adaptar una novela por temporada y pensaron escribir ellos todos los episodios de cada temporada excepto uno, del cual se encargaría el propio Martin. Al final no fue así y al equipo se unieron otros guionistas. A pesar de planear que Martin escribiera un episodio por temporada, no pasaba mucho tiempo en la grabación. Convocar a un escritor al plató de rodaje, dijo, es «de tanta utilidad como ponerle pezones a una coraza».
Por fin, la primera temporada empezó el 17 de abril de 2011, una fecha que marcaba el final, y de hecho también el principio, de años de sudor y lágrimas. Benioff admitió que trabajar en la serie fue un proceso aterrador, porque había que seguir con un proyecto disparatadamente ambicioso e intentar ignorar una vocecita interior que insistía en que quizá no hubiera público; es decir, que quizá todo aquel trabajo era en vano, ya que el éxito del libro no implicaba que la serie de televisión fuera a tener mucha audiencia.
Martin también estaba nervioso. Declaró a The Guardian: «Habían hecho cosas estupendas con el drama histórico en Roma, el western en Deadwood, el mundo de los gánsteres en Los Soprano. Habían redefinido cada uno de esos géneros y los habían puesto en otro nivel, así que pensaron que podían hacerlo con la fantasía. Ahora mismo estoy entusiasmado, pero tengo momentos de “Ay, Dios, ¿y si es terrible?, ¿y si es un fracaso?”. He trabajado diez años en proyectos de Hollywood, series como La Dimensión Desconocida y un montón de pilotos que nunca vieron la luz, y me han partido el corazón unas cuantas veces, así que sé todo lo que puede ir mal.» Por suerte, aquel no iba a ser el caso, y Weiss y Benioff respiraron aliviados cuando las dos primeras temporadas demostraron que había mucho público convencional para la fantasía.
Sobre la adaptación de su serie, Martin dijo: «Me gusta que David y Dan estén haciendo una adaptación fiel, así que, cuando las escenas son los pasajes de los libros, me gustan. Y me gustan también las escenas nuevas, las que no están en los libros, sino que las añaden David, Dan y los otros guionistas.» No obstante, admitió que echaba de menos pasajes que habían quedado fuera, «las escenas de los libros que no están en la serie de televisión y que yo desearía que estuvieran. Cuando veo un episodio pienso: “Ah, ahora pasará esto”, y entonces resulta que no va aquel fragmento, pero entiendo que tiene que ser así. Disponemos de diez horas, no hay más; no se pueden poner todos los diálogos y todos los incidentes en la serie de televisión, hay que ir directo al grano. Ojalá tuviéramos más de diez horas; no mucho más: doce por temporada sería ideal. Si hubiéramos dispuesto de esas dos horas extras, podríamos haber incluido algunas de esas pequeñas escenas de personajes que habrían ayudado a desarrollarlos y hacerlos más reales; elaborar su profundidad y sus contradicciones, y que sean un poco más sutiles. Pero no contamos con doce horas; tenemos diez. Habida cuenta de esa limitación, creo que la serie de televisión es extraordinaria».
Fantasía
Durante mucho tiempo se ha pensado que la fantasía estaba formada por historias ridículas sobre monstruos o se consideraba un género lleno de tramas tan enrevesadas y descomunales que los espectadores o los lectores necesitaban tener a mano una enciclopedia de ese mundo para entender qué estaba sucediendo.
Esos mundos fantásticos solían estar formados por personajes extraordinarios y estereotipos del género. Hasta que llegó El Señor de los Anillos, de Peter Jackson, y cambió todo eso. Basadas en la trilogía épica de J. R. R. Tolkien, las películas de Jackson fueron un triunfo en todos los sentidos. En primer lugar, que se hicieran ya fue un logro (pocos estudios accederán a rodar de manera simultánea tres películas de fantasía con un director casi novel en el sistema de las superproducciones de Hollywood); además, fue un éxito de taquilla y un triunfo en los Óscar. De la noche a la mañana aquellas películas cambiaron el género fantástico.
Ian Bogost, profesor de Medios Digitales en el Georgia Institute of Technology, declaró en la CNN que El Señor de los Anillos fue el primer paso para convertir la fantasía en un género de masas: «Probablemente la culpa es de Peter Jackson; en realidad todo esto se reduce a él. El inmenso éxito de las películas de El Señor de los Anillos no solo les enseñó a unos espectadores no acostumbrados a ello cómo había que ver una fantasía épica en la pantalla grande, sino que también demostró a Hollywood que la fantasía podía ser un género viable en el mercado de masas. Ahora las películas de El Señor de los Anillos ya tienen diez años y han proporcionado unas ganancias enormes. Eso es lo que hace falta, una inversión que demuestre que el sector privado está interesado en ese tipo de películas.»
Pero, hasta el éxito de Juego de Tronos y El Señor de los Anillos, la fantasía se movía entre sombras. Jackson, hablando de la película decía que a él no le gusta la magia y que el protagonismo lo tienen los personajes. Martin es de la misma opinión: «Si te fijas en El Señor de los Anillos, aunque toda la Tierra Media está impregnada por un denso ambiente mágico, la magia no es relevante. Gandalf no va por ahí lanzando rayos que le salen de la punta de los dedos. Si está presente en cada página, la magia pierde su magia.»
Otra gran influencia fantástica fue La Rueda del Tiempo, una serie de novelas épicas que infundió un aire nuevo al género de la fantasía literaria. Se había planeado como seis novelas, pero, como sabe muy bien Martin, las obras crecen, y la serie estará formada por catorce libros, precuelas y novelas de acompañamiento aparte. Robert Jordan, cuyo nombre real es Jim Rigney, empezó a escribir la primera entrega en 1984 y se publicó seis años más tarde.
La razón por la que los fans están tan obsesionados con la mortalidad de Martin es que Jordan falleció en 2007, cuando estaba trabajando en el último libro. Por suerte había previsto la deprimente eventualidad de fallecer antes de acabar y dejó muchas notas para que otro autor terminara su trabajo. Se le asignó la tarea al autor de fantasía Brandon Sanderson y el libro que resultó acabó convertido en una trilogía. Habiendo vendido cerca de cincuenta millones de ejemplares en todo el mundo, la descomunal serie de novelas se centra en el Oscuro, la encarnación del mal en estado puro, cuando escapa de su prisión. Un hombre se da cuenta de que es el Mesías y decide que debe hacer cuanto pueda, cueste lo que cueste, para destruir al Oscuro.
Martín no solo admiraba a Robert Jordan sino que eran amigos. De él dijo: «Me dio una frase para la cubierta cuando yo estaba empezando mi saga, una promoción que me proporcionó un montón de lectores. En realidad fue su propia obra la que posibilitó mi serie. Jordan rompió el molde de la trilogía que Tolkien había ayudado a consolidar. Nos mostró cómo hacer un libro más grande que una trilogía. No creo que mi saga hubiera sido posible si La Rueda del Tiempo no hubiera tenido tanto éxito como tuvo. Siempre he querido diversificarme y Jordan, en gran medida, lo hizo posible con sus sagas.»
A la muerte de Jordan, Martin escribió lo siguiente en su blog:
Hoy el mundo de la fantasía épica es más pobre. James Rigney, más conocido para los lectores de fantasía como Robert Jordan, ha fallecido. Aunque llevaba años plantándole cara a la amiloidosis, la noticia de su muerte fue un duro golpe para muchas personas, entre las que me cuento. Era tan optimista y decidido que te hacía pensar que podía vencer a la enfermedad. Jim era un hombre bueno y amable, un placer compartir un estrado o una pinta de cerveza con él, y su contribución a la fantasía moderna es grande. Su enorme, ambiciosa saga La Rueda del Tiempo ayudó a redefinir el género y abrió muchas puertas para los escritores que lo siguieron.
Por otra parte, era extremadamente generoso con otros escritores de fantasía, a los que siempre animaba y apoyaba. Es posible que mi saga de los Siete Reinos nunca hubiera encontrado su público sin el elogio de la cubierta que Jim tuvo la amabilidad de suministrarme, cuando Juego de Tronos se publicó por primera vez. Siempre le estaré agradecido por ello.
Guerra de las rosas
Martin estaba cansado de novelas de fantasía que no eran más que imitaciones de Tolkien escribiendo una es pecie de La Edad Media en Disneylandia. Gran aficionado a la historia, dijo: «Quería coger esas dos hebras: la magia y el prodigio, por un lado, y la imaginación de la fantasía, por otro, y combinarlas con un poco de la crudeza, el realismo y la complejidad de la ficción histórica.
»Conocí el Muro de Adriano en 1981; era la primera vez que ponía los pies en el Reino Unido y, de hecho, creo que la primera vez que salía de Estados Unidos. Estaba viajando con mi amiga Lisa Tuttle, que colaboró conmigo en la novela Refugio del Viento. Lisa se había ido a vivir al Reino Unido y se había casado con un británico, y me estaba enseñando los lugares más significativos. Íbamos en coche y llegamos al Muro de Adriano al ponerse el sol: el día estaba llegando a su fin, así que todos los autocares de turistas estaban listos para marcharse; la gente subía a los autocares y se iba porque estaba a punto de oscurecer. Teníamos el muro para nosotros solos, lo cual era estupendo. Estábamos en otoño y hacía un día frío, limpio. El viento soplaba y me subí al muro: fue impresionante, una experiencia profunda que se me quedó dentro. Unos diez años después empecé Hielo y Fuego, y aún tenía aquella visión y la sensación de que me gustaría escribir una historia sobre la gente que custodia el fin del mundo.»
Martin continuó describiendo el efecto que el Muro de Adriano tuvo sobre sus ideas y el impacto que tiene la influencia histórica en su escritura: «Pero, por supuesto, en la fantasía siempre juegas con todo. La fantasía es más grande y más colorida, así que un muro de tres metros de altura no me iba a servir. Mi muro mide doscientos metros y es de hielo; y las cosas que salen del norte son mucho más aterradoras que los escoceses o los pictos, que es de lo que tuvieron que preocuparse los romanos.»
El medievalismo influyó enormemente sobre Martin, sobre todo el período entre 1455 y 1487, el de la guerra de las Dos Rosas. En ese intervalo se sucedieron varias guerras entre la Casa de Lancaster y la Casa de York, cuyos emblemas eran, respectivamente, una rosa roja y una rosa blanca, que son las que dan nombre al acontecimiento histórico.
Jon Snow
Si bien la primera temporada está concebida como un enigma criminal al viejo estilo, con Ned Stark buscando desesperadamente respuestas a la pregunta de quién mató a su mentor Jon Arryn, hay un misterio mucho más profundo que continúa sin ser resuelto: ¿quién es la madre de Jon Nieve?
Jon Nieve ha tenido que cargar con la etiqueta de hijo bastardo de Eddard Stark y eso lo enfurece cada vez que surgen comentarios sobre el asunto. Soporta los insultos igual que un soldado sus heridas; lo ayudan a mantener el control y a no sentirse nunca demasiado importante.
Criado por su padre, ha desarrollado un estrecho vínculo con su hermano y sus hermanas, pero siempre choca con el recelo de su madre, Catelyn Stark. Para ella, la presencia de Jon es un continuo recordatorio de la infidelidad de su amado esposo; por eso lo trata con frialdad y le preocupa que mantenga una relación tan estrecha con sus hijos.
Kit Harington, que interpreta a Jon, ha dicho en westeros.org acerca de su misterio: «Creo que Jon lo ha dejado estar. No es que haya olvidado la pregunta; por supuesto, él quiere saber quién es su madre tanto como nosotros y la muerte de su padre tiene también esa parte negativa.»
Jon no solo ha perdido a su padre; también ha perdido a su madre, porque al morir Ned muere también la identidad de su madre. Así lo explicaba Harington: «A menos que Catelyn lo sepa —y si es así nunca se lo dirá—, es ya como si no existiera la cuestión de la identidad de su ma- dre; Jon no puede averiguar nada más. No se reconciliarán jamás. Ha habido odio desde el principio; bueno, él no la odiaba, pero ella sí que lo odiaba a él.»
Nieve había oído historias de una noble estirpe de guerreros que ayudan a proteger el Norte de los salvajes y otras criaturas. Cree que está llamado a formar parte de la Guardia de la Noche y anhela servir en ella, ya que ve en ello una ocasión de crear su propia identidad, encontrar una nueva familia y no estar manchado con el mismo baldón que su tocayo. Así que se une a la Guardia, pero le cuesta adaptarse, porque se da cuenta de que aquella idea de nobles soldados era mentira. Capturan delincuentes y les dan a elegir entre la mutilación, la muerte o un lugar en el Castillo Negro para servir en la Guardia de la Noche. A pesar de todo, se da cuenta de que esa es la familia que andaba buscando.
Lo mandan a las montañas con un destacamento cuya misión es matar al antiguo miembro de la Guardia de la Noche: el Rey-Más-Allá-del-Muro: Mance Rayder. Cuando está Más Allá del Muro, le encomiendan la tarea de acabar con un grupo de salvajes, entre los que hay una mujer. Tiene ciertos escrúpulos a la hora de matarla y eso le permite a ella escapar. Jon consigue volver a capturarla, pero ha perdido a los otros miembros del destacamento. Los salvajes los capturan a él y a otro integrante de su grupo, que le dice que lo mate y se pase a los salvajes para descubrir cuáles son sus planes.
El papel de Jon Nieve lo interpreta Kit Harington, cuya vida cambió a partir de protagonizar el montaje teatral londinense de War Horse, que acabaría convirtiéndose en una película dirigida por Steven Spielberg.
Esto fue lo que dijo sobre su personaje a westeros.org: «Cuando conseguí el papel, devoré los libros y acabé llegando demasiado lejos. Son una lectura irresistible, pero tuve que pisar el freno porque me había adelantado demasiado. Me encanta tener a mano el material de referencia: a algunos actores no: quieren saber solo lo que está en el guion, pero si el personaje está en el papel y ahí hay más de lo que pone en el libreto televisivo, yo quiero saberlo.
»Jon quiere saber quién es su madre, pero lo que lo mueve no es eso; en realidad solo quiere demostrar que él es algo más que un bastardo. Es un buen hombre, al igual que su padre, y quiere demostrarlo. Sabe que quizá vuelva a ver a sus hermanos y hermanas, puede que vuelva a ver el Sur, puede vengar la muerte de su padre, pero está con la Guardia de la Noche y allí puede ascender y ser el mejor. Jon comete muchos errores porque se esfuerza demasiado por impresionar. Es muy bueno en lo que hace y es un líder nato, pero al igual que cualquier joven se equivoca en algunas decisiones. En la segunda temporada los comete, desde luego.»
Pese a que al principio rechazaron a Kit porque era demasiado mayor para interpretar al personaje de catorce años, que es la edad que tiene en el libro, se ha convertido es un rompecorazones y muchas fans están encantadas con los cambios introducidos por Weiss y Benioff.
Trabajar en la segunda temporada le pareció más difícil que hacerlo en la primera: «Resultó más duro porque la indumentaria era más voluminosa; esa fue la principal diferencia. El año pasado estábamos en el patio de ejercicio con un equipamiento mínimo, pero aquí nos movemos al norte del Muro y hay que llevar un gran manto, además de capas y capas de ropa (no paran de ponerte prenda sobre prenda); y debajo de todo eso tienes la ropa interior de invierno y alguna otra cosa más. De esa guisa, en Islandia, coreografiamos un combate que ensayamos día tras día hasta que la cosa se puso bastante peliaguda.»
Parece que el vestuario lo hace todo más complicado: «Entonces nos pusimos los trajes y no podíamos movernos. Parecía que no servían y que no sabíamos qué hacer, pero, en realidad, le dieron verosimilitud al combate. Porque en el mundo real, los combates son feos, desagradables; no son fluidos ni como fotografías preciosistas. Eso fue lo que aprendimos; no iba a ser bonito de ver, no se trataba de una escena de combate ligera; iba a ser lo que acabó siendo. En la escena llevamos un montón de equipo y de ropa, y hay muchísima nieve (combatir en la nieve es harina de otro costal), que acabó convertida en un auténtico barrizal.»
Harington pasó a explicar que había ido comprendiendo mejor a su personaje a medida que progresaba la grabación: «He empezado a entender de verdad a Jon conforme íbamos avanzando; creo que la pausa que tuvimos entre la primera y la segunda temporadas fue muy beneficiosa. Es curioso que aunque no pensaba en él a todas horas del día, Jon fue madurando un poco dentro de mi cabeza. La primera temporada me encantaba interpretarlo, pero siempre estaba pensando en qué pasaría en la segunda. La primera trata sobre su conflicto interior, sobre si quiere estar con su familia o en el Muro y se vuelve muy introvertido. Al final de la primera temporada, decide que tiene su propia guerra que librar. Así que en la segunda, la cosa ya está muy clara: Jon tiene una misión, está decidido, va a cumplirla. Me pareció que eso era un cambio muy interesante para él.»
El actor se rompió el tobillo y tuvo que cancelar una aparición en el panel de la Comic-Con de julio. La cadena HBO le dijo al Hollywood Reporter que no se había hecho daño en el rodaje y que la lesión no interferiría con la producción de la serie.
Tyrion Lannister
Tyrion Lannister, o el Gnomo o Mediohombre, como también lo apodan, es el hijo pequeño de Tywin Lannister. Posee un ingenio cáustico, inteligencia aguda y la costumbre de zaherirse para así no darles a otros la oportunidad de mofarse de su estatura.
Ha tenido que endurecerse porque, a pesar de su apellido, a veces Tyrion tiene que aguantar el escarnio. Por otra parte, su padre siempre ha sido muy severo con él porque lo culpa de la muerte de su amada esposa Joanna, que falleció al alumbrarlo.
Su hermana Cersei también lo desprecia, mientras que su hermano Jaime es el único que le muestra afecto. A los trece años, él y Jaime rescataron a una mujer de unos violadores y Tyrion se enamoró locamente de ella. Para gran conmoción y sorpresa suyas, los sentimientos eran mutuos, y él y Tysha se casaron en secreto. Cuando se enteró, su padre se inventó una historia y obligó a Jaime a corroborarla. Le dijeron a Tyrion que Tysha era una prostituta y que Jaime había organizado toda aquella falsa violación para que Tyrion por fin pudiera acostarse con alguien. Para darle veracidad, Tywin hizo que toda su guardia la violara en presencia de Tyrion y lo obligó a que él lo hiciera tras todos los demás.
Breve enciclopedia de Juego de Tronos
Martin Howden
Ediciones B, 2015
293 p. — Ref. $12.000