Antología de los consultorios sentimentales en los periódicos de nuestra historia
Corazones Rotos es una antología que demuestra lo calientes, sufridos y anticuados que somos los chilenos en materia amorosa. Todo a través de los más delirantes consultorios sentimentales. Aquí conversamos con su autor, Axel Pickett, y regalamos un libro.
Los consultorios sentimentales son como las cumbias, ha dicho el periodista Axel Pickett: masivos, transversales y secretamente adictivos. Todos los han leído en algún momento y hasta protagonizado aunque no lo quieran. Es que en realidad no hace falta mucha imaginación para identificarse con algún caso o, por el contrario, para terminar festinando con el ingenio de las respuestas.
Primero que nada, mi viejo perro, permítame ponerme de pie y tributarle un corto pero elocuente aplauso. Yo que usted me dedicaba a la crianza de conejos. Por lo menos posee el albergue adecuado para estos roedores. Ahora pasemos a su problema, que no veo que exista. Antes que nada, cásese con la vieja. Ella pone la experiencia, que debe ser muchísima, y usted el dulce pájaro de la juventud que está deslumbrado por los billetes (…) Ahora, en lo que se refiere a la cabrita, tendrá que esperar. Mientras, puede irla trabajando. No mucho, para que la viejuja no se ponga saltona y no muy poco para que la cabra no se aburra. (…) Eso es todo. Y, por favor, no comente con nadie mi consejo. Si le preguntan, diga que yo le recomendé que se alejara de ambas porque lo estaban incitando al pecado mortal.
Así responde Jean de Fremisse, responsable del consultorio sentimental del diario Clarín, ante la pregunta de un atribulado joven: seguir con la mamá millonaria o, mejor, con su atenta hija. Y no es ni el más hot ni el más desgarrador de los consejos que se leen en Corazones Rotos, la antología de consultorios sentimentales de la prensa chilena (1914-2007), es sólo un ejemplo de su faceta más delirante. Pickett, compilador de estos textos, retrata una inédita cartografía amorosa de los chilenos, anterior a los consejos del Rumpy o los candentes capítulos de Infieles. En esta antología están las historias no (suficientemente) documentadas que los curas, confidentes y orientadores familiares se han llevado a la tumba. Panorama mucho mayor a los mismos atraques, manoseos y quejidos varios que musicalizan estas páginas.
Al mencionado Jean de Fremisse, se le suman especialistas de reputada trayectoria en la prensa nacional como Eugenio Condemarín, Rosalyn, Amadeo Richardson o el más reciente, Doctor Cariño. Todos respondiendo desde sus tribunas las más disparatadas o sentidas declaraciones. Los temas son variados, de la cebolla fina a las situaciones más disparatadas. Aquí, por ejemplo, una del The Clinic:
Titan: Perdona mi ignorancia, pero ¿que te la chupen puede dar Sida?
Toqui
Depende del entusiasmo, mijito.
Este libro se lanzó hace dos semanas en la Universidad Diego Portales y hoy sábado 30, a las 20 horas, será el turno en la Feria de Libro de Santiago, donde Pickett estará escoltado por Marco Enríquez-Ominami y Karen Doggenweiler. Aquí un par consideraciones con su autor:
¿Cuándo se inicia Corazones Rotos, Axel?
—Surge en un delirio del momento. Yo estaba haciendo un magister en la UDP y en un ramo sobre antología veía con horror cómo todos mis compañeros tenían ideas muy inteligentes de compilación de poetas jóvenes, de novelistas y yo, como me suele pasar en la vida, estaba ahí y no sabía qué hacer. Hasta que el profesor me apunta con el dedo y le digo voy a hacer una antología de los consultorios sentimentales. Así empezó. Hubo una larga discusión si el tema cumplía los requisitos para un ramo de edición literaria, pero al final con la ayuda de Roberto Merino, que era el profesor del curso, se aprobó y lo fui desarrollando hasta que lo retomé para la tesis de grado. Y una parte de ella se edita ahora en formato de libro.
¿Qué es lo más literario de este género?
—La parte más literaria tiene que ver con la construcción de los personajes. Lo que se buscó es que la gran mayoría de los consultores que se antologaron fueran coherentes con su manera de ver la vida y por lo tanto que los consejos que entregaran tuvieran valor en ese sentido.
¿Y cuáles son las características de estos especialistas?
—Tienen un ego desproporcionado. Yo creo que darle consejos a la gente por el diario, y autocalificarse de apropiado para hacerlo, es brutal, aunque sin duda es gente bien intencionada. Tiene que ver además, sobre todo en décadas pasadas, con ser de alguna manera portadores de la moral pública. Todo eso hasta la irrupción de Jean de Fremisse en el Clarín, porque antes los consultores eran personas que hablaban muy en serio y que aconsejaban desde la moral y las costumbres de la época.
Hay que ser bien exhibicionista para escribir a estos consultorios o, por el contrario, estar muy desesperado…
—Se escribe desde la intimidad. Y es complicado porque tomar la decisión de hacer público un desamor es fuerte. Yo ahí dividiría a la gente que consulta en dos tipos: aquellos que escriben sobre situaciones muy anecdóticas, y que muchas veces quieren más que se sepa algo. Por ejemplo alguien que anda con distintas parejas y dice estoy confundido, en el fondo lo que quiere es decir cachen cómo soy. O también algunas alumnas que escriben para que se sepa que se andan tirando al profe. Esa es una clase de consultas que se reciben. El otro tipo tiene que ver con dolores más profundos que básicamente se refieren al desamor.
En relación a Facebook y Twitter, parecen vitrinas muy distintas, pero comparten lo mismo: la necesidad de comunicarse.
—Absolutamente. Sin duda que es lo mismo, no lo podría definir mejor. Y hay que recordar que hace 30 años no había educación sexual en los colegios y hace 50 años la frase era anda a confesarte con el cura. O sea, los consultorios tienen que ver con los tiempos que se van viviendo.
Hay temas muy peliagudos que dejan marcando ocupado. Por ejemplo, con la violencia intrafamiliar.
—Aquí en el libro ese capítulo se llama “Brutalidad”. Los primeros consejos eran del tipo oye que feo que te peguen, pero esa es una demostración de cuánto te quieren. ¡Plop! Se habla de que el marido “corrige” a su señora y no que la agarra a charchazos o que le pega patadas. El léxico es brutal.
Algo muy parecido pasa con la homosexualidad: se omite olímpicamente al principio.
—Todo es muy feroz con este tema durante largo tiempo. Hay que hacer la advertencia de que se trata de una investigación aleatoria, pero llama la atención que son más de 50 años de silencio, en que la temática homosexual no se discute, no existe. No sé si no mandaban cartas o si éstas no las publicaban. La primera que encontré es de 1967 para Rosalyn de La Tercera; y el consejo es anda al psiquiátrico, que te pongan dos inyecciones y volverás a ser un macho recio, incluso agrega: no es tu culpa porque te pervirtieron desde niño !Heavy! Y se mantiene con los años, incluso hasta el Dr. Cariño con comentarios muy homofóbicos al principio. Recién en el 2000 asume una actitud de comprensión y tolerancia hacia estas consultas. Incluso se caricaturiza muchas veces. En el Clarín con Jean de Fremisse, durante la Unidad Popular todos los homosexuales eran momios, eran de derecha. Todos. Y los obreros eran machos incorruptibles ¡y cacheros! O se asociaba también el tema a conductas degeneradas, no eran cuestiones de amor, sino más bien de salud. Recién en los últimos años se produjo un cambio.
Y en la suma y resta, ¿qué tan jugados eran los consejos?
—En general, la mayoría de los consejos son bastante jugados. Jean de Fremisse, Dr. Cariño o Titan do Nascimiento eran claramente jugados. Pero incluso en las décadas anteriores, son bastante arriesgados de acuerdo a la ética de aquel momento.
Pensando en capítulos como Frescura, Virginidad o Cuarenta y Veinte. ¿Qué tan calientes somos los chilenos? Se puede aventurar alguna respuesta a partir de estos textos…
—La tentación está en todos lados. A toda edad y en toda condición. Son situaciones que se repiten. Creo que tienen que ver con la duda, el pecado, con la transgresión a la autoridad. En la oficina, por ejemplo, también se refiere al arribismo: meterse con el jefe o la jefa. También con el abuso cuando es a la inversa. Ahora allí hay una evolución en la sociedad, muy similar a lo que pasa en la relación profe-alumno. Hoy esas cosas son penadas por ley y por lo tanto los consejos son más cautos: ojo que tiene 15 años y te vas a ir preso. Lo mismo en la oficina, hace un tiempo no habían leyes por acoso sexual y eso cambió con la incorporación de la mujer al mundo laboral. En el fondo, los consultorios son reflejo de lo que pasa en la vida real, en la calle, por eso son transversales.
El estilo provocador sería la marca de fábrica…
—Es que el morbo es la base de todo esto. Por ejemplo la Ventanita Sentimental de La Cuarta es una de las secciones más leídas del diario. Es un género que tiene más de un siglo y lo que hago es constatar que están en la prensa.
¿Qué se saca en limpio luego de revisar tanto consultorio?
—Que las penas de amor son perpetuas, que la necesidad de comunicarse de la gente es también otra constante y que finalmente los medios de comunicación son el soporte de estos textos que dan cuenta de la evolución de una sociedad. En ese orden, son tres constataciones absolutas. Y yo creo que el interés que ha despertado el libro tiene que ver con eso, tocó una fibra latente.
¿Y cuál sería el consejo sentimental recomendado de esta antología?
—Hay uno que me gusta mucho y que tiene que ver con la dignificación del oficio del consultor sentimental. Publicado en El Cojo de Vallenar en 1946, la consulta dice: Estoy pololeando con una chica que vive en Talca y a toda costa me quiere llevar a su casa a conocer a sus padres. Yo por supuesto no quiero ir, ni puedo, ni debo hacerlo por mi pega. ¿Qué me aconseja hacer, señor Orlando? Y la respuesta: En cosas de pololeo de esa índole no me meto, y por eso no le doy ningún consejo amigo Avilés. Arrégleselas cómo pueda. Lo encuentro genial, porque tiene que ver con la defensa de los límites del oficio. En el fondo le dice no estoy para responder tonteras, weón. Vea usted cómo se las arregla.
Amigos: sorteamos un ejemplar de Corazones Rotos (gentileza de Editorial Catalonia) entre quienes corajudamente nos cuenten el mejor consejo sentimental que han dado en su vida, indicando su nombre real y correo-e. ¡Gánatelo!