Doglover

por · Enero de 2015

¿Qué significa el perro para el ser humano y qué registra la literatura al respecto?

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En algún momento, el académico Bernardo Subercaseaux fue también el administrador del campus Juan Gómez Millas de la Universidad de Chile. Como ocurre en algunas facultades abiertas, los perros vagos son parte del paisaje diario: siguen a los estudiantes y a veces, incluso, los muerden. Como algunos portan enfermedades o provocan accidentes persiguiendo bicicletas, su escritorio fue acumulando denuncias que bifurcaron el problema en dos posibles soluciones: matar o convivir.

Subercaseaux, que es el autor de El mundo de los perros y la literatura (Ediciones UDP), optó por la segunda.

Así nace esta investigación que suma diez capítulos escritos junto a Cristián Montes y Megumi Andrade. A partir de la pregunta: ¿Qué significa el perro para el ser humano y qué registra la literatura al respecto?

La respuesta, un corpus de casi cuatrocientas páginas, viene en una serie de ensayos que examina los primeros registros perrunos. Desde la Antigüedad clásica a la Conquista de América, y luego, como un desarrollo de esas guías y blogs sobre escritores y sus mascotas, con los perros reales e imaginarios de la literatura. De Bauschan, el perdiguero alemán que aparece en la novela de Thomas Mann, Herr und Hund, a los pastores belgas, la raza preferida por Mario Bellatin debido a su evolución casi libre de intervención humana, pasando por Vargas Llosa y La ciudad y los perros, Virginia Woolf, Fernando Vallejo y los galgos rusos, la raza favorita de Trotski.

Los capítulos de El mundo de los perros y la literatura rastrean, por ejemplo, a los perros del estalinismo, y a los lobos y perros de Jack London, un tipo que se lavó los dientes por primera vez a los 19 años. Allí los canes representan algo más que una mascota o compañía: se da una relación mutua con el hombre que no se da con otros animales domesticados:

No cabe duda que esta presencia de las representaciones perrunas que circulan en la sociedad, se debe a que el ser humano, con el animal que más continua y afectuosamente interacción ha tenido —a lo largo de toda su historia—, es con el perro. (p. 19)

Hay más: perros en la cultura popular y en la cultura de masas. Del dicho «más tonto que perro nuevo» a Tribilín, de los perros enchulados de avenida Perú, en Viña del Mar, o Alonso de Córdova, en Santiago: partes de una industria de cuidados cada vez más especializados; a Spike, el perro de Lipigas.

En lo medular, una de las miradas interesantes de El mundo de los perros y la literatura aparece cuando se reexaminan las ideas del antropocentrismo. Revisando a autores como Jacques Derrida, el Nobel sudafricano John Maxwell Coetzee o la chilena Sandra Baquedano, Subercaseaux concluye que: «si en el pasado se pensó en términos de oposición y diferencia entre la condición humana y la animal, hoy se piensa en términos de afinidad».

Suponemos esto: que hay una condición humana y una condición animal. «El hombre sería la culminación biológica y espiritual en el conjunto de las especies», plantea el antropocentrismo. En simple: el hombre como centro y medida de todo lo existente. Pero ahí donde el perro muerde, olfatea y se mueve por instinto, al mismo tiempo es leal, buen compañero y se entrega a cambio de comida y abrigo, como un espejo de la condición humana.

Ahora, ¿Perros o gatos? Curiosamente el libro abre con una confesión: «Para mí los perros eran como una cosa, o a lo más tenían el mismo estatuto que una mosca o una abeja». En ese mismo texto introductorio, el también autor de Historia de las ideas y de la cultura en Chile (2011) cierra con una promesa: «Es muy probable que el día de mañana, cuando se calmen o pasen a mejor vida los gatos que hay en mi casa, me atreva a llegar con un cachorro, para así ingresar definitivamente a la inefable y misteriosa cofradía perruna».

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El mundo de los perros y la literatura: condición humana y condición animal
Bernardo Subercaseaux, Cristián Montes y Megumi Andrade
Ediciones UDP, 2014
372 p. — Ref. $15.000

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Sobre el autor:

Felipe Ojeda (@paniko).

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