Perder teorías, de Enrique Vila-Matas, narra la historia de un escritor olvidado en una habitación de hotel, el cual escribe en una noche de delirio una teoría de la novela que él mismo se apresura en desechar.
Perder teorías es una novela de Enrique Vila-Matas donde su protagonista —muy probablemente, su yo ficcionalizado— escribe desde la habitación de un hotel, olvidado por los organizadores del congreso al cual ha sido invitado. Temprano en su lectura se hace explícito el leitmotiv de la espera, estando el escritor en cuestión atrapado en una especie de limbo en donde no se decide abandonar la habitación por mero orgullo (esperando ser eventualmente llamado) al mismo tiempo que traspasa por escrito lo que pronto devendrá una breve —pero apasionada— teoría de la novela. Esta es la premisa de este brevísimo —pero también, eruditísimo, burloncísimo y entretenidísimo— relato que te invita a «perderlo todo, todo».
Cabe destacar que al leer las primeras páginas pensé inmediatamente en Esperando a Godot. Me imaginé a Vila-Matas escribiendo un implícito homenaje, quizá una sutil reactualización de aquella obra que trata de una espera eterna que no tiene fin. Me apronté entonces para captar todas las relaciones intertextuales, probablemente ocultas y que esperaban ser descifradas por mi agudo intelecto. No fue necesario. Unos pocos renglones después, el propio narrador mencionaba a la obra de Beckett como un espejo de lo que a él mismo le pasaba, casi como para poner encima de la mesa la asociación más evidente para sacársela de encima. Y no sólo eso: enumeraba, por lo bajo, cinco o seis autores más que trataban sobre el tópico de la demora, de la condición existencial de quien espera sin ser nunca llamado. Leer a Vila-Matas, pensé entonces, es como hablar de literatura con alguien que sabe más que tú y no es humilde al respecto. O más bien: es como hablar de literatura con alguien que sabe más que tú y te enrostra su conocimiento en la cara.
Por supuesto, lo anterior tiene un carácter necesariamente lúdico y agradable (tan agradable como puede ser que alguien te enrostre algo a la cara). Vila-Matas juega con las referencias constantes, las citas falsas, los autores trastocados (la primera advertencia la encontramos nosotros, como lectores, en el prólogo de Liz Themerson, quien nos previene que frases suyas que se encuentran en el texto están atribuidas a otro escritor). El mismo narrador advierte, en un pasaje, ser poseedor de una «falsa erudición». Lo que queda entonces son las citas sueltas, valiosas por sí mismas, desligadas de toda concepción de autoría, burlándose y rebelándose ante cualquier saber enciclopédico y dejando, al fin y al cabo, que las citas hablen por sí mismas, que se valoren netamente por su poesía interior.
Ahora bien, el esqueleto del relato gira en torno a una teoría de la novela: un manifiesto de cinco principios que el mismo narrador pareciese cumplir en su corto relato. Lo que presenciamos entonces es una novelización de la Teoría (que no repetiré aquí, para dejar algo de suspense) que Vila-Matas, sin nunca ser explícito al respecto, cumple a la perfección en su obra misma. Para parafrasear a Bolaño: esta novela es un ejemplo idóneo de un ejercicio perfecto de un gran maestro.
Por supuesto, lo que menos importa en Perder teorías es la anécdota. El encierro del protagonista en la habitación de su hotel es la excusa perfecta para que éste pueda dar rienda a un festival de diálogos, citas, pensamientos y estrategias de literatura que él mismo pone a prueba (exitosamente, hay que decir) en su relato. Lo que me lleva a otra (brillante) reflexión: en un mundo en donde aparentemente todo truco en la literatura está gastado, al parecer el único que va quedando para el escritor es, justamente, enrostrarte cada truco que hace en la cara: no hacerte olvidar que lo que estás leyendo es, efectivamente, literatura. Mientras que en algunos casos esto se asume bajo la forma de un insufrible narrador autoconsciente, en otros, como en el caso de Vila-Matas, el proceso es más sutil y elegante, y a la larga, equivalente a experimentar una jornada cervecera llena de bohemia, literatura y derroche (o de cafecito, pasteles e intelectualidad, si usted es más recatado) Y como toda buena literatura, te hace ir corriendo a leer más.
En fin. Tomándole prestado palabras a Zambra, lo que tenemos aquí es la historia de un escritor olvidado en una habitación de hotel, el cual escribe en una noche de delirio una teoría de la novela que él mismo se apresura en desechar. La mañana siguiente arma sus maletas y vuelve a España.
Y el resto es literatura.
Perder teorías
Enrique Vila-Matas
Kindberg Editorial, 2016
80 p. — Ref. $7.000