Formas de volver a casa, con Alejandro Zambra

por · Mayo de 2011

“Me siento como un principiante y me gusta mucho esa sensación”

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Este martes, Alejandro Zambra presenta su nuevo texto Formas de volver a casa (Anagrama), a cuatro años desde su última novela, en la misma semana que Bonsái llega a la pantalla grande de Cannes, de la mano de Cristián Jiménez.

Alejandro Zambra

Luego de Bonsái (06) y La vida privada de los árboles (07), en Formas de volver a casa Zambra regresa a su niñez en Maipú, con la dictadura de fondo. Esa generación de quienes, como dice el narrador, aprendían a leer o a dibujar mientras sus padres se convertían en cómplices o víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet.

El libro será presentado en la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP, desde las 19.30 horas, por Alejandra Costamagna.

Conversamos en la previa con el autor.

A cinco años de la publicación de Bonsái, ¿cómo analizas todo el torbellino mediático que ocasionó el que fuese editado por Anagrama?
—Fue una discusión a veces muy ruda y provinciana, pero me gusta pensar que el libro se encontró, finalmente, con sus lectores. Eso es lo que importa.

Se dice que en Chile sólo los futbolistas tienen derecho a triunfar, el resto siempre será criticado. ¿Por qué crees que pasa eso?
—No estoy seguro, pero de todas maneras no me reconozco demasiado en el discurso del triunfo. Lo que busco es un poco de calma y de tiempo para dedicarlo a la literatura. Eso ya es un triunfo suficiente. Por lo demás, los territorios del arte son demasiado subjetivos. Nada es unánime y eso me parece bien. Lo mejor que le puede pasar a un libro es que provoque reacciones positivas y negativas. Y lo peor es que se pierda en el dudoso paraíso de las medias tintas.

Nada bueno sale cuando las películas intentan desesperadamente parecerse a los libros que las inspiraron

Bonsái fue adaptada recientemente al cine en una versión libre, según su realizador. La película ha sido precedida por buenas críticas y competirá en Cannes, ¿ya la viste?
—No he visto la película, la veré en su estreno en Cannes, esta semana [será presentada en el segmento Un certain regard del festival]. Pero confío mucho en el trabajo de Cristián Jiménez. Leí varias veces el guión y es verdad, él modificó muchas cosas de la historia y, sobre todo, intentó una lectura propia y original. Eso me gusta mucho, nada bueno sale cuando las películas intentan desesperadamente parecerse a los libros que las inspiraron. Son lenguajes demasiado distintos. Un libro no es bueno porque sea “filmable”, más bien al contrario, un libro es bueno cuando dice cosas que solamente pueden decirse gracias a la literatura.

Narrador crítico

Has dicho: “un libro es débil, es un objeto frágil, no sirve de mucho”, refiriéndote a este como el objeto donde está contenido el ego del escritor. ¿Qué te provoca publicar una obra?
—Publicar una novela es un hecho rarísimo y muy vanidoso. Publicar es suponer que tienes algo que decir y que eso puede importarles a las demás personas. Para mí es un tema no resuelto. Soy feliz escribiendo, me gusta mucho hacerlo, pero publicar es algo más conflictivo, menos natural.

Publicar es suponer que tienes algo que decir y que eso puede importarles a las demás personas

El ser reconocido por la revista Granta, publicar por Anagrama, ganar premios, ¿te distraen de alguna manera del oficio?
—No, porque escribir es absorbente. Es una experiencia muy intensa. Si me resultara tedioso no escribiría. Escribo a diario, aunque no siempre literatura. Tomo notas, boceteo, lo paso bien.

O sea, la figura de escritor maldito no se aplica a ti.
—Realmente lo paso bien escribiendo. Es un lugar en el que me gusta estar. Claro, a veces me siento menos cómodo, pero definitivamente me gusta y lo disfruto.

¿Cómo es escribir y a la vez realizar crítica literaria? ¿Estar en ambas veredas no te complica?
—Es que hace tiempo, hace varios años que no escribo formalmente crítica literaria. Lo que hago más bien, esporádicamente, es hablar sobre obras o sobre autores que me gustan mucho. Y eso es agradable, es algo que me gusta mucho.

En Etiqueta Negra escribiste una especie de alegato contra el poeta, y hace años que dejaste de publicar poesía (Bahía inútil en 1998 y Mudanza en 2003). ¿Es que te has enfocado más en la novela o definitivamente ya no te interesa la poesía?
—Me interesa mucho la poesía, justamente por eso escribí ese texto “Contra los poetas”, en que cariñosamente me burlaba, también, de mí mismo. Sigo escribiendo poesía y de hecho en la novela nueva hay un par de poemas hacia el final.

¿Cómo ves el panorama de las letras locales? ¿Hay alguna nueva voz que te llame la atención?
—Muchas. Diego Zúñiga, Maori Pérez, un montón. La escritora que más me ha impresionado en el último tiempo es la mexicana Valeria Luiselli, que tiene dos libros hermosos, los ensayos de Papeles falsos y la novela Los ingrávidos, que pronto va a publicar en México la editorial Sexto Piso.

Formas de volver a casa

Bonsái nació como un poema, y ahora Formas para volver a casa toma de la poesía, ¿Esa circularidad es premeditada? ¿Es el fin de un ciclo?
—No, yo pienso que es más bien un comienzo. Además, en literatura siempre estás comenzando. El concepto de obra me parece un lastre. No tiene sentido apegarse a lo que ya hiciste, porque cada vez quieres empezar de nuevo, hacer algo nuevo.

Tu estilo narrativo es reconocible, ¿crees haber creado un universo ‘zambriano’?
—¡No! Además que zambriano suena pésimo. Me siento, cada vez, empezando. Ahora, de hecho, me siento como un principiante y me gusta mucho esa sensación.

La trama de Formas de volver a casa se sitúa en la dictadura, desde la ficción. ¿La dictadura te parece menos o más amenazante?
—Me parece terrible pensar en todas esas muertes, en todo ese sufrimiento inmenso. Al hablar sobre la dictadura hay un punto en que la ficción te protege, te arropa, pero por momentos te sientes más bien desnudo, totalmente desprotegido.

Me siento, cada vez, empezando. Ahora, de hecho, me siento como un principiante y me gusta mucho esa sensación

¿Crees que la dictadura ha “cargado” la literatura nacional?
—Creo que es inevitable hablar sobre la dictadura, al menos para mi generación, para quienes nacimos durante esos años. Inevitable y necesario, porque nos ayuda a reconocernos, o a desconocernos.

¿Qué hay detrás de Formas de volver a casa?
—La novela nació del deseo de construir una literatura de los hijos. Una literatura que de alguna forma recupere lo que éramos en los años ochenta los niños de izquierda y los niños de derecha. Y también es un libro sobre los padres, desde una mirada inquisidora y comprensiva: más que culparlos o celebrarlos me interesaba, al escribir, entenderlos.

¿Cómo sabes cuando un libro está listo?
—Cuando ya toma vuelo propio. Cuando te das cuenta que dices cosas que no pensabas decir. Y que decir esas cosas es, de alguna forma, necesario.

Para terminar, ¿que música escuchas? ¿Escuchas música cuando escribes, cuando lees?
—Uy, escucho música todo el tiempo. Y soy muy ecléctico, la verdad. En la novela hay referencias a The Kinks, a Bill Callahan, a The Magnetic Fields y a Los Ángeles Negros.

Formas de volver a casa, con Alejandro Zambra

Sobre el autor:

Francisco Yávar (@cortapescuezo).

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