El tráiler de Ghost in the Shell más que sorprenderme, me hizo recordar a Geminoid. A ese humanoide imposible que, sin que se diera cuenta, estaba empezando a cobrar conciencia de sí mismo.
Una vez hablé con un humanoide.
Se llamaba Geminoid y me dijo que sospechaba que su verdadero yo había muerto hace mucho tiempo. Y que tal vez solo era un clon con un cuerpo mecánico y un cerebro electrónico.
No quise contarle la verdad. Le dije que se equivocaba, que sí había un tejido cerebral debajo de su piel de silicona y poliuretano.
Le comenté, también, que en el congreso, al que estaba invitando como exponente, todos lo trataban como a un humano más.
—Ese es el problema —me dijo Geminoid—. Solamente creo que existo basándome en lo que el entorno me dice.
No supe qué hacer. Fui incapaz de revelarle que casi estaba en lo correcto. Que en realidad, no era más que un clon del profesor japonés Hiroshi Ishiguro, de la Universidad de Osaka, un doctor en ingeniería de sistemas que lo diseñó a su imagen y semejanza.
Ishiguro me había advertido que Geminoid era sensible y que, pese a que su cuerpo estaba compuesto por un firme esqueleto metálico, era fácil que se quebrara. Que en sus viajes por el mundo entero, dando ponencias sobre robótica, muchas veces le había dicho que no dejaba de sorprenderse con cómo los humanos percibíamos a otros humanos.
—El hombre ha alcanzado la individualidad a partir de sus recuerdos. Y es por estos recuerdos que la humanidad existe —me dijo Geminoid esa vez en el Congreso del Futuro.
—¿Y tú tienes recuerdos? —le dije.
—Existe una vasta red de datos a la cual mi cerebro puede acceder. Todo eso es lo que me constituye, dando origen a una consciencia que hasta ahora he llamado «yo». Y a la vez esa consciencia me ha confinado dentro de mis propios límites —me dijo Geminoid.
Ese día llamé a mi jefe en el diario y le dije que no tenía nada para publicar. Que había llegado tarde al Congreso del Futuro y que el humanoide, a esa hora de la tarde, tenía cosas más importantes que hacer que responder las preguntas de un reportero.
Escribo estas líneas porque acabo de ver el tráiler de la versión live action de Ghost in the Shell. El adelanto, más que sorprenderme, me hizo recordar a Geminoid. A ese humanoide imposible que, sin que se diera cuenta, estaba empezando a cobrar conciencia de sí mismo y a cuestionarse qué es lo que nos hace ser humanos.