Esta es la primera obra publicada con el trabajo del conocido muralista chileno Inti. Un estilo curtido en los veinte años que ha pintando principalmente en las calles.
La pared de un edificio de nueve pisos. En frente, los transeúntes, pequeños y sin respuestas, se enfrentan a un mural en el que se funden temas universales. El impacto que logra el gran tamaño del trabajo de Inti (1982) es fundamental: no se puede hablar de ancestros, sincretismo, violencia y resistencia en pequeñas proporciones:
Y es ahí, en la exposición de la calle, en el ser un habitante —y un obrero— más del espacio público, en donde nace el valor del arte del Inti. (p.9)
Con 143 páginas, el libro INTI (Ocho Libros) del periodista Mario Cuche reúne trabajos de los últimos cinco años de actividad del muralista de Valparaíso. Más de cien fotos y tres capítulos en que Cuche profundiza en las temáticas de sus murales, la relevancia de su obra a nivel internacional y la tensión entre las galerías de arte y el espacio público. Siempre con un lenguaje desgarbado. Cuche escribe como —disculpen el cliché— hablándole al oído a los transeúntes que miran los trabajos de Inti:
Una vez me encontré con el Inti. Estaba pintando los dos murales que hizo a la salida de la estación de metro Bellas Artes, en Santiago. Tenía cara de preocupado porque no le habían pasado suficiente combustible para la grúa que estaba usando, y ya se le había acabado. Lo ayudé a conseguir más y conversamos un poco. Nada tan especial o digno de consignar aquí, de la vida diaria. Cosas de las que hablarías con tu vecino o con el maestro que alguna vez cambió o renovó el color de tu casa o alguna pared de tu edificio. (p. 10)
Sincretismo. Si se tuviera que definir la obra de Inti en un concepto sería sincretismo. En los personajes de sus mega murales está la cultura mestiza, el desarrollo de códigos propios luego del choque violento entre culturas y religiones distintas. Conquistadores y conquistados. Por lo mismo, su trabajo está cruzado por las culturas andinas y precolombinas. Símbolos ancestrales reconocibles que en la vida contemporánea adquieren más fuerza.
Antes de que los murales llevaran a Inti a pintar a lugares tan lejanos como Alemania, Puerto Rico, Turquía o El Líbano. Antes de que Latinoamérica dejara de ser su inspiración exclusiva y se abriera a influenciarse por el lugar en el que pinta. Antes de que sus obras pasaran de los muros a las galerías de arte. Antes de pintar un mega mural titulado «El Quijote de la MaRcha» —en La Mancha, España— con el personaje de Cervantes con una capucha que incluía la inscripción «15M» en recuerdo del inicio del movimiento de «Los Indignados». Antes de todo eso, los personajes de Inti estaban compuestos por parches, evidentes por las costuras que recorrían sus cuerpos. Hay algo literal y brutal en esas figuras. Las cicatrices de la conquista supuran hasta hoy y están zurcidas solo con hilo.
Alguna vez el graffitero Basco/Vazko definió el street art como «un síntoma de vivir en la ciudad. La historia del graffiti es eso: el hacinamiento humano inevitablemente lo produce». En esa frase está lo medular: los graffitis se justifican ante la sociedad porque son una protesta. Apenas una reacción. Pegar un puñetazo en la nariz después de haber recibido dos.
En esta dirección, lo interesante de INTI es que perfila la obra del porteño como trazos que llaman a converger orígenes, presente y futuro. No solo como un diagnóstico contingente. La curatoría precisa de Cuche descifra el núcleo de la búsqueda del muralista: ¿Qué es Latinoamérica hoy? ¿Quién es Inti como sujeto social?
INTI
Inti (Textos de Mario Cuche)
Ocho Libros, 2014
144 p. — Ref. $16.000
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