«Prefiero que me conozca la vieja de la esquina, que todos los monstruos de Twitter», dice el músico en la previa al lanzamiento en vivo de Ocho, su último disco.
Jerónimo quiere hacer lo suyo, lo que un niño de tres años hace. No quiere que —por culpa de esta entrevista— lo alejen de su padre, Pedro Subercaseaux. Por mientras, su progenitor lo mira con cara de enamorado y curiosidad.
¿Sabrá Jerónimo que hay dos canciones —“Loco” y “Era tu vida”— inspiradas en él en el nuevo disco de Pedropiedra?
El cuarto trabajo del músico se llamaOcho, porque tiene ocho canciones. Así no más, sin más aires de creatividad. Todo lo contrario a lo que fue la producción anterior, Emmanuel, de la cual no se le siente muy orgulloso.
Pedropiedra está preparándose para el lanzamiento del álbum en el Teatro Cariola el próximo 10 de septiembre. Y dentro de esa preparación están las entrevistas y dentro de esas entrevistas está la pregunta que lo aburre, de si le gustaría estar en el Festival de Viña.
«El tema no me acomoda. Siento que no debería ser yo el que debería hablarlo», dice enojado.
—¿Estás conforme con el nuevo álbum o siempre, cuando sale una canción en específico, en una parte específica, piensas que pudo haber sido mejor?
—Solamente una cosa me molesta de todo el disco, que encuentro que hay un teclado que quedó un poco fuerte.
—¿Cuál?
—El de “Pelusita”, pero que son hueás de mezcla, creo que debería haber quedado la guitarra más fuerte que el teclado y quedó al revés. Son detalles como esos, pero nada de letra, ni de gallitos, ni de cantadas al peo.
—¿Te pesa ese «aquí pude hacerlo de otra manera»? ¿O filo?
—Es que este disco está muy fresco como para pensar en eso, porque —de hecho— no lo he escuchado desde que lo masterizamos, ahí quedó. No lo he vuelto escuchar. Generalmente, te das cuenta de esas cosas que pasaste por alto, de esos errores o whatevers, como después, cuando pasó un poco la ola.
—¿Y en tus otros discos?
—Los otros discos están llenos de hueás que me cargan.
—¿Podrías decir algunos?
—Puta… a ver, deja pensar… ponte tú, el tema “La Cripta”, cuando lo hice, como que tenía un demo que era la raja y todo. Después lo grabé con la banda y como que nunca me gustó y de ahí nunca más lo toqué en vivo y nunca más nada. Hay montones de temas que… o sea, yo no soy un gran fan de mí mismo. Cuando estoy haciendo las canciones, cuando las estoy inventando, cuando las estoy grabando, como que igual oooh va la raja y todo, pero después de un rato como que no sé….
—El disco se fue aplazando, terminaste trabajando en Ocho en tus tiempos libres porque estabas con 31 Minutos y otros proyectos. ¿Cuánto mutó desde que empezaste a querer hacer un nuevo hasta que salió?
—Se retrasó por dos motivos: uno, porque la idea original era hacer dos EPs, uno el año pasado y otro este año; después empezamos a grabar el año pasado, como en mayo, y de repente empecé a cachar que tenía los temas para un disco. Yo quería hacer dos EPs porque no tenía los temas todavía. Se juntaron los temas trabajando, y lo que iba a ser un EP para septiembre, después iba a serlo para diciembre, y después iba a ser un disco para marzo y después para mayo. Otro motivo es que no terminaba las letras, que es una hueá terrible. A mí me toma mucho tiempo hacerlo y tenía que entregar el disco en dos semanas, después de haber trabajado en un año en el disco.
—Hay bastante existencialismo en tus canciones.
—Sí, yo creo, es como una herencia de CHC, que eran como las letras que hacíamos ahí y que me quedaron gustando un poco. En realidad, para hacer mis canciones, como que son los únicos temas que me interesa hablar. Creo que es más un defecto que una cualidad, creo que me restringe igual.
—¿Eres de esos que se pregunta para qué estamos en la vida? ¿Eres un existencialista verdadero?
—Sí, igual. No voy a decir que soy existencialista, pero sí me pongo como «para qué» y me pregunto varias cosas. Cada vez menos, igual. En el fondo, cuando tienes un hijo ya sabes el «para qué». Sí soy como de harta «paja», de leer y pensar. No sé si eso me hace un existencialista, pero las letras sí hablan de ser una persona y cómo uno maneja los afectos y las trancas, etc.
—¿Qué pasó con los guitarristas anteriores? Estuvieron Federico Dannemann y Gonzalo Yáñez…
—Sobre todo son problemas de horario, y cuando eres solista y tienes que llevarla adelante, no puede haber hueones que no pueden ir a tocar, ni nada. No es que te pertenezcan, si no pueden una vez, está bien, da lo mismo. Pero tener que ensayar tus mismos temas con un guitarrista para cada vez es lo más parecido a una tortura, a no ser que llegue y no tengas que ensayar, y que él se sepa los temas. Pero tener que enseñarle los temas a un hueón en una sala de ensayos es lo peor, y cada vez que me pasa, en México muchas veces, me pasa eso. Como la banda no puede viajar, tengo que tocar con una banda allá. Tengo que empezar a enseñarle a un hueón “Las niñas quieren verse bien” y es como «conchatumadre». Hay una parte en esa canción que no se hace lo mismo que en el resto del tema y nunca la hacen bien. Esos detalles son un poco complicados. Más que hablar de Fede o Gonza puntualmente qué pasó, es que los hueones están más viejos y están más ocupados y les importan más sus cosas.
—Entiendo que Ocho fue pensado como un disco mucho más directo que Emmanuel. ¿Algún tipo de arrepentimiento con Emmanuel?
—Sí, le hubiera sacado la intro y le hubiera sacado el tema “Nadie más rápido que tú” y le hubiera sacado el tema con Jorge González.
—Pero eso es como la mitad del disco.
—Es como un cuarto, porque son doce canciones y está esa intro, ese tema y el otro. Claro, hubiera quedado mucho más corto. Es que eso es lo que no me importó hacer ahora: hacer un disco de media hora y ocho temas. Hace tres años no sé por qué chucha dije «esta hueá es muy corta, tiene que tener más vuelo», ponle un nombre, cualquier hueá así, y ahí están las consecuencias.
—Consecuencias de que no te gustó Emmanuel?
—Claro, porque los temas nunca los tocas en vivo. Nunca le importaron a nadie. Nunca nadie me ha dicho «hueón, la cagó ese tema con Jorge González», ni siquiera llegan al tema cuando escuchan el disco, porque dura 45 minutos. Cuando te aburre una hueá y la adelantas, cagó, nunca más la vas a volver a poner. Hay que tratar de mantener la tensión del oyente el mayor tiempo posible, y si es media hora, es más fácil.
—¿Te propusiste hacer canciones más simples y que pegaran más, para salir de la categoría de «artista emergente»?
—Es que todavía me dicen emergente.
—¿Y te sientes emergente todavía?
—No, no emergente, pero es una hueá rara, es un limbo, porque tampoco me siento consolidado. Si tú le preguntas a la vieja de la esquina si conoce a Pedropiedra, seguramente (dirá que) no.
—¿Te gustaría que la vieja de la esquina te conociera?
—Prefiero que me conozca la vieja de la esquina que todos los monstruos de Twitter, lejos.
—Probablemente donde más te conocen.
—Si ‘po, a eso me refiero con la gente real, que no están criticando por Internet a todo el mundo, ni para bien ni para mal, ni están pendientes tanto del otro. Con CHC fue la primera vez que me empezó a pasar que venía gente a las tocatas que yo no conocía o que no eran amigos míos. Obvio que me gustaría algo más grande, yo creo que cualquier músico que te diga lo contrario, o está loco o está mintiendo. Si no te interesa que nadie escuche tu música, no se la vas a mostrar a nadie, probablemente no la grabes. Es un tema de comunicación la música. Mientras con más gente te puedes comunicar, tu trabajo está mejor hecho.
—En términos de popularidad, ¿quién fantaseas ser?
—Nadie.
—¿Llenar el Teatro Caupolicán?
—Lo que pasa es que primero tengo que llenar el Cariola. Si no he llenado el Cariola, para qué me voy a poner a pensar en llenar el Caupolicán.
—¿Pero ese es tu sueño de popularidad?
—Es que los sueños yo no… no tengo sueños, yo creo. No sé por qué, pero no estoy pensando… o sea, obviamente que he fantaseado que me gustaría ir al Festival de Viña, obvio, quién no. Todos los hueones lo han pensado si es que los llama la Tía Coty por teléfono. Qué le van a decir, que sí o que no, no sé ´po, obvio. Pero no puedes desvivirte por ese sueño y tampoco yo soy como la onda Pilar Sordo de decir «ya, voy a llenar el Caupolicán» y voy estar todo el día así. Esa hueá de programarse para lograr cosas no la hago, no sé si será bueno o malo.
—Tú sacaste a la conversación el Festival de Viña…
—¿Sabes qué? Es que te empiezan a decir. No es que tú empieces a decirlo, te empieza a decir tu familia «ya, este año sí que te tienen que invitar», y después en una entrevista con La Tercera «Pedro, pensando en un escenario más grande, ¿te gustaría estar en el Festival de Viña?», «Eh, sí claro, por qué no», entonces después ponen «asegura que quiere ir al Festival». Y después sale una crítica en el diario, en el mismo diario, «que ahora se candidatea». Yo no ando diciéndole a la gente que quiero ir a Viña, no lo haría.
—Lo que pasa es que tu ambiente te empieza a decir «ya po, ¿y Viña?». Estamos reconociendo que es el momento de que tú vayas al Festival. Si bien no depende de ti, es un paso lógico.
—Pero si está la alcaldesa de Viña y están los Ases Falsos, Pedropiedra y Álex (Anwandter), lo más probable que haga es ver quién tiene más visitas de Youtube, quién tocó más, quién llenó más. El hecho de que me llamaran a mí, sería raro, aún.
—¿Has pensando en irte a México?
—Estuve a punto de irme con mi mujer antes de tener a mi hijo, y por el hecho de que nos quedamos esperándolo, nos quedamos acá, porque aquí está la abuela y está —lo que se llama— la red de apoyo, algo que no cachaba hasta antes de esto. A veces acá, sobre todo en el invierno viviendo aquí, es como «hueón, qué estoy haciendo acá, si aquí no pasa nada». No hay tocatas, no hay festivales, en invierno esto está muerto. He pensado en vivir seis meses allá y seis meses acá. En México hay unas bandas que son ahí no más, del montón, y se la pasan tocando en todo el país, van a Chicago, qué se yo. Hay más gente y eso significa que hay más pega, hay más festivales, hay más radio, hay más todo. Yo creo que el hecho de ser tan pocos le juega en contra a la industria.
—¿Y México está todavía en la mira?
—Sí, igual me dan ganas, porque encuentro que Santiago entre los meses de mayo y agosto es una cloaca, lo peor del mundo, me carga, no solo por el esmog, por el frío, por la poca luz, porque no hay pega, es como una hibernación tóxica.
—Alex Anwandter hizo un disco político con Amiga y en entrevistas ha hecho la distinción entre cómo va a ser recordada esta generación de músicos, a partir de la Nueva Ola o como la Nueva Canción Chilena. ¿A cuál crees pertenecer tú?
—Yo creo que… no sé, difícil decirlo.
—Tú sabes a lo que va Álex, es una crítica…
—Ah, sí ´po, totalmente. Yo, no sé ´po, me identificaría más con la Nueva Ola, de todas maneras. Mi música no tiene un compromiso explícito con ninguna causa. No le pongo un concepto, como que trato de hacerlo lo más simple posible.
—¿No te llega esa crítica?
—Un poco, pero qué voy hacer, ¿hacer canciones de No + AFP? Él eligió una causa y la va a defender y está súper bien que lo haga. Yo como que no siento que tenga una causa tan elegida. No sé, ¿qué opinái ´vo?