La enfermedad de un país

La novela Patria o muerte, del venezolano Alberto Barrera Tyzska, narra una serie de historias mínimas entrecruzadas con motivo de la enfermedad de Hugo Chávez.

Patria o muerte, de Alberto Barrera Tyzska, Premio Tusquets Editores de Novela 2015, narra una serie de historias mínimas entrecruzadas con motivo de la enfermedad de Hugo Chávez. Más allá de la identidad nacional (que tiene cierta importancia en la obra, aunque sobre todo a nivel de mercadeo editorial), la novela refleja cómo la presencia de un líder carismático modifica la vida y estructura de todo un país. Así, esta obra transmite la idea de que una sociedad guiada por un individuo con este tipo de liderazgo ve menoscabada la vida cotidiana debido a que el único asunto del cual parece posible hablar o pensar es sobre el líder.

En efecto, en esta novela se retrata el contexto de ciudadanos venezolanos «comunes» quienes viven a diario una constante tensión política cuyo correlato es la violencia urbana. Sin duda, ello nos recuerda la afirmación de la ensayista Susana Rotker acerca de que la violencia «escribe una nueva condición ciudadana: la de víctima-en-potencia». Patria o muerte retrata a una clase media que ha perdido cualquier sentido de seguridad, de manera que el miedo se naturaliza. Son, pues, una diversidad de personajes que actúan con el conocimiento de sentirse desprotegidos.

En esta novela «coral» las historias de los distintos personajes se unen bajo el peso de la muerte de Chávez; que bien parece haber sido también la muerte de una idea de patria. Así, encontramos a un médico que se convierte en portador de un secreto de Estado, un periodista que debe escribir un libro para el cual tendrá que entregar su voluntad, una venezolana-miamera que regresa a Caracas a recuperar un apartamento, tres mujeres especialistas en invadir propiedades, una cubana dispuesta a revelar un contacto, y dos niños que se conocerán gracias al Internet, medio por el cual evaden una ciudad que excluye cualquier intento de ser vivida. Si bien los personajes pertenecen a distintos sectores de la capital venezolana, ninguno parece escapar del miedo de un país en el que nada parece dar seguridad. Siempre se está a la espera de que algo más pasará.

De ahí que al más puro estilo de una buena teleserie, cada capítulo cierra con una escena que genera expectativa. Se trata, pues, de una novela en la que el suspenso no solo se manifiesta en el propio argumento (la enfermedad de Chávez a grosso modo), sino también en su estructura narrativa. A saber, esta es también la estructura de la vida cotidiana en Venezuela, en la que todos los días se vive el suspenso de qué ocurrirá tanto social como políticamente. En el caso de esta novela, cada personaje vive un doble suspenso: su tragedia personal (marcada por una ciudadanía que vive insegura) y el cáncer de Hugo Chávez. Cabe destacar que la enfermedad del presidente fallecido se narra con bastantes referencias reales, dándole a la obra un cierto carácter documental.

Vale acotar que quizá un «defecto» de la novela es su reiterado carácter explicativo en algunos apartados. No me refiero solamente al tema de la enfermedad de Chávez, sino que pareciera, pues, que el narrador necesita dar a entender bien ciertas referencias pensando en un «lector ideal» no venezolano. Si bien podríamos concebir que los lectores «extranjeros» no entenderían el origen de palabras usadas de manera partidista en Venezuela como «escuálido», pongo en duda que haga falta cambiar el tono de la narración para explicar el concepto de «carisma». No se trata de que Barrera Tyzska desee imitar un estilo literario a lo W.G. Sebald, sino más bien se fundamenta como una interrupción en la fluidez de la historia; muy marcada por, como dije antes, cierta forma televisiva. En fin, la novela se sostiene por sí sola y un lector interesado en ahondar más sobre Venezuela o sobre el líder carismático fácilmente podrá buscar información por su cuenta.

Porque, al final, más que una novela sobre la situación venezolana, es una novela sobre la enfermedad de un país, uno que terminó enfermando/siendo enfermado a/por su presidente; un presidente que quiso exhibirse fuerte, sano, y divino hasta último momento para sostener la «patria», a pesar de que tanto su cuerpo como el cuerpo de la nación no daban para seguir adelante.

Patria o muerte es también un empuje —un estimulante— para que otros narradores busquen contar no tanto la Venezuela del chavismo, sino la cotidianidad de un país que, como el que viven todos los personajes en esta novela, ha generado el fin de los afectos, el miedo como valor supremo, y la presión de vivir bajo imágenes, símbolos y discursos atravesados por la presencia del líder. Pareciera, pues, que se vive en esa patria imaginada o se muere.