La épica pobre de Corderolobo

por · Septiembre de 2013

Fue la voz de Inflamable y Yupisatam, y ahora va por su segundo disco en solitario como Corderolobo: Desastres naturales y mañana en la mañana, un álbum que limita con el formato libro.

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No es un músico profesional, tampoco es un escritor. Lo suyo no es la ilustración y dentro de sus planes no está alcanzar la popularidad. Sin embargo Carlos Vargas se da el tiempo de responder esta entrevista como una estrella del pop: escribe canciones hace años y ha editado dos discos que se disfrutan como un libro de cuentos e ilustraciones. Así es Corderolobo, su proyecto multiforme en el que combina literatura, música y un incombustible afán por la creación.

Cuesta saber qué o quién se esconde detrás de Corderolobo, pero no porque se nos oculte información. El entrevistado, sabemos, es Carlos Vargas, ingeniero civil industrial de profesión, ex integrante de los disueltos Yupisatam e Inflamable, y autor de los discos de pop inclasificable Desastres naturales y mañana en la mañana (2013) y Corderolobo (2011).

Pero la historia no es tan simple.

Vargas no se siente cómodo con la figura de solista, ni sus discos responden al formato tradicional. Ambas producciones han contado con la participación de diversos invitados y se han publicado como libros ilustrados por Ricardo Villavicencio. Además, su última placa recoge diez cuentos escritos, entre otros, por Gonzalo Planet (Matorral) o Rodrigo Jarque (Inverness).

 

Es muy interesante que en tu último disco cada canción esté acompañada por un relato breve. Da la impresión que cada canción se puede leer también. ¿Cómo fue que llegaste a esa idea?
—Alguien importante en esta historia es Ricardo Villavicencio, último baterista de Yupisatam e ilustrador del material que acompaña a los discos. Villavicencio es un integrante más de Corderolobo y junto a él me cuestioné qué hacer para Desastres naturales…. En algún momento pensamos en hacer un vinilo y quizá incorporar una especie de afiche, pero igual llegamos al libro de nuevo, aunque siempre pensando en que no queríamos repetir la misma fórmula del primer álbum. Así tomé la decisión de sumar cuentos, básicamente porque me gustan los cuentos y Ricardo enganchó al tiro sumando las imágenes.

Desastres naturales… podría ser un libro, pero no es autónomo, se completa con el disco. No podrían ser independientes lo uno de lo otro.
—Teníamos la duda de cómo hacer que el libro no pareciera un adorno del disco, porque pensamos que libro y disco son un conjunto. A nuestro juicio no es una opción pensar las canciones solas. Y la verdad es que mirándolo así hay una cuota de pretensión que en algún momento me hizo dudar, pero tampoco me puedo hacer cargo de que este trabajo sea mirado como algo pretencioso. Para bien o para mal, Desastres naturales… está pensado como un todo.

corderoloboEs como leer una canción, escuchar una canción y mirar una canción.
—De hecho, los cuentos están pensados a raíz de las canciones. A algunas de las personas que invité a escribir las conocía, a otras no tanto, y no les mandé las canciones terminadas, sino que solo las letras, para que ellos eligieran la letra que les gustaran y luego escucharan las canciones. Coincidió que todos eligieron canciones diferentes para escribir los relatos. Y la relación entre los cuentos y la letra era responsabilidad de cada autor. Luego las ilustraciones se hicieron en base a la música. Y el resultado fue bien impresionante. Algunos cuentos son casi antagonistas de las canciones. Por ejemplo, “Gente que se convierte en fuegos artificiales” es una canción totalmente diferente al cuento.

Esa forma de experimentar el disco es bien compleja, incluso si se piensa en términos comerciales. ¿Nunca consideraste hacer algo más simple para que el público lo recibiera más fácilmente?
—Es que no pretendo para nada desestabilizar la industria o algo parecido con este disco. Hay que pensar que estamos en el año 2013. Yo no tengo contratos por disco, no tengo obligaciones comerciales, así que hago uso de esa libertad. Ahora, hacer un trabajo así es mucha pega. Se podría decir que soy un experto en meterme en problemas, pero lo veo como una inversión. Vivo para esto, y no lo digo desde un punto de vista artístico, sino que creo que tengo una deformación: no sabría cómo hacer las cosas de otra manera. Organizar todo es un dilema, es verdad, siempre se está en el medio de un ensayo y error, pero en comparación a mi primer disco, siento que esta vez todo se logró de mejor manera.

¿Pero dónde queda la ambición de avanzar en niveles de producción y alcance de público?
—Pienso que todo esto de las canciones, los cuentos, las ilustraciones, se podrían hacer en mi casa, para callado, subiéndolo a Internet y listo. Lo que viene después es lo que me complica, considerando los temas de promoción, difusión, etc. No sé si fue Gepe u otro que dijo que las bandas de ahora eran una mezcla de diseño y marketing. Eso es verdad. Y sobre la ambición, no lo sé, no estoy tan seguro de querer llegar a más gente, por ejemplo. Quizá soy un poco auto flagelante a la hora de hacer las cosas y siempre estoy con pudor sobre lo que estoy haciendo. Lo otro es muy relativo, porque además ya tengo 34 años y no sé si mis expectativas apuntan hacia esas cosas. Si no llegara a pasar el conseguir más popularidad o avanzar en esto, siento que no perdería nada, porque no tengo el ego puesto en eso. Y no se trata de pensar que lo mío es de élite, para nada; sé que existe algo de vanidad en todo esto, por algo me subo a un escenario, y sin ser muy esotérico, lo que me gusta más es ese feedback de energía. Además yo tengo un trabajo de oficina, diario, que no sé si dejaría. A ver… tampoco se trata de tener un trabajo normal y además ser Corderolobo. No es que tenga dos personalidades o que esto sea un personaje. Ambas cosas son un trabajo y ambas cosas trato de hacerlas con gusto.

 

Leyendo canciones

¿En comparación a tu disco anterior, cómo crees que ha evolucionado tu perspectiva sobre el formato canción?
—Creo que he tenido una evolución estilística respecto a la canción, sobre todo componiendo, que es lo que más me acerca a la música. Creo que antes no tenía mucha conciencia sobre las letras, todo era más emocional. Pero con Desastres naturales… llegué a canciones con las que consigo algo más gráfico, algo más de imágenes. Por eso creo que es un disco más épico. Aunque épico pobre, quizá, porque veía las canciones como pequeñas óperas. “Volcanes y lagos”, por ejemplo, es una canción que me imaginaba gráficamente. Todo es más visual en este disco, de ahí la importancia de las ilustraciones.

¿Y en el caso de las temáticas que abordas en las canciones?
—Durante este período entre un disco y otro también me han pasado cosas súper raras. Tuve una hija y me detectaron una enfermedad autoinmune, además de otros problemas de amigos. Pasé de ser un tipo normal a un hombre que se tiene que sacar sangre día por medio. De un minuto a otro mi sistema inmune se desconfiguró y cagué. Pero el disco no se trata de eso. El disco no se trata de mí, no se trata de los problemas que me han pasado, sino que se trata de lo que provocan algunos hechos en la vida.

Pero la mayoría de esas canciones hablan de escenas o de situaciones más bien personales, son bien fragmentadas. ¿En qué punto crees que tus canciones superaran esa anécdota personal para hablar de algo más general, social o político?
—Es que pienso que Desastres naturales… no es un disco hecho viendo las noticias, como se decía hace un tiempo del disco de Ases Falsos. Por supuesto que me interesa hablar de la sociedad, pero no de lo que salió ayer en las noticias, porque evidentemente las noticias son parte de una mierda que es muy obvia. Lo peor de todo no es el Presidente, ni Longueira, ni Chilevisión. No es que vivamos en un modelo de consumismo, vivimos en una sociedad de consumismo, en la que la música está metida a full, tanto como la salud, la educación o todo. En Chile la música está concebida como parte del entretenimiento y no como parte de la cultura. Y me parece que en general los músicos están tratando de conseguir una validación institucional que no me llama la atención. Por eso prefiero dedicarme a publicar un disco que parece libro o a componer las canciones que compongo, porque ahí se refleja una forma particular de mirar la vida.

Parece que el músico al final siempre está en esa frontera a la hora de pensar en la canción y la política. Como si tuviese una responsabilidad a la hora de publicar un disco: no hablar de nada o intentar hablar de todo.
—Por mi parte me sitúo en un rincón más raro. No en el grupo de músicos que solo habla de música, ni en otro que está mirando las noticias para escribir canciones. Creo que tengo más rollos en la cabeza y siento que no tengo una responsabilidad. Me identifico más con la imagen del autor que tiene visiones particulares sobre las cosas y ese es mi aporte, porque inevitablemente se dicen cosas y se toman posturas. Además, la obra siempre es diferente a la persona. También es cierto que es muy difícil no dejarte influenciar por el contexto o por la época que te tocó vivir. Pero en mi caso me llama la atención el tema del bien y el mal, las catástrofes y las vivencias o experiencias de cada individuo. No sé. Escribir, por ejemplo, una canción diciendo que los de la UDI están locos es tan obvio que no puedo sentarme y escribir algo así. No sé, cuando me preguntan por qué la gente está enojada yo no puedo responder eso, porque yo mismo soy parte de la gente. No necesito hablar de los demás poniéndome en una posición distinta. No me interesa la demagogia. Y creo que las personas también están súper subestimadas.

La épica pobre de Corderolobo

Sobre el autor:

Felipe Mardones (@soytutorito)

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