La soledad del hikikomori

por · Junio de 2015

Cuando en cincuenta años más haya paneles académicos sobre la Alt lit, Sexo tras unos días sin vernos será gravitante: junto a Taipéi es quizá el mejor libro de la ruidosa carrera de Tao Lin.

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tao lin

Para algunos, la soledad es una droga. A veces, cuando la presión de tener vida social se hace insoportable, la vida se da mejor por las noches, en el anonimato de la deep web, en el aislamiento hikikomori. Para otros no es más que una de las tantas y rentables enfermedades mentales modernas. Para los primeros, como Tao Lin, se trata de un estilo.

Tao Lin estudió periodismo en la Universidad de Nueva York, pero la mayoría de ramos que tomó eran de escritura creativa. Hace diez años empezó a escribir cosas que pocos entendieron y que unos más empezaron a reivindicar. Lo cierto es que su nombre apareció en el panorama literario actual como «un nuevo Beckett», «el Tao de la nada», «Easton Ellis en sus inicios» o como «la persona más irritante».

En sus novelas Robar en American Apparel (2009), Richard Yates (2010) y Taipéi (2013), el tono de Lin es confesional, algo trash, muy despreocupado y espontáneo. Lo llamaron minimalismo por la escritura chatera, la prosa seca, llena de silencios, demasiados, y la voz liviana aunque nebulosa como un espejo de las generaciones de adolescentes que ocuparon las grandes ciudades conectados a Internet, llenos de apatía y falta de esperanza.

Los personajes de Richard Yates se llaman Dakota Fanning y Haley Joel Osment y usan novelas de Richard Yates como mouse pads. El protagonista de Robar en American Apparel es un escritor de sentimientos vagos que es arrestado por una serie de robos hormiga.

Su registro monótono, por cierto, es complejo de descifrar. Una mezcla de personajes inconexos, un poco antisociales y esa violencia de la vida en línea más desolada. Están ahí los blogs abandonados en el ciberespacio, los perfiles de Facebook de los muertos, las bandas olvidadas en MySpace, la desaparición y el anonimato del chat.

Eso que puede parecer muchas cosas arbitrarias o aburridas, también apunta algo sobre la manera que tenemos para relacionarnos ahora mismo. A veces la angustia, la soledad y la depresión parecen formas inquietantes de estar felices.

Abriendo el plano general, no todos somos seres sociales parece decir el etiquetado Alt lit, una forma vaga de referirse a los autores sub 30 que escriben de Internet, drogas y aburrimiento.

Es que Tao Lin toma como material literario la satisfacción de la comida rápida, el sexo casual, las conversaciones por chat, las noches largas sin dormir y un zumbido de las grandes ciudades que podría ser el tedio.

«Sus comidas se hicieron más abundantes y menos frecuentes, como las de un cocodrilo. Se comía un paquete entero de beicon o una caja de muffins cubiertos de azucar glas, dormía veinte horas y después se masturbaba, lánguidamente, pensando en todas las personas de quien se había enamorado desde la secundaria hasta la universidad. Se volvió nocturno y raro, adoptó toda la impaciencia y bipolaridad de un niño pequeño sin tener ni un ápice del encanto de un cutis liso. A veces se pillaba hablando, mentalmente, con objetos», escribe en “Suburban teenage wasteland blues”.

Antes de ser odiado y seguido en partes iguales, el estadounidense de origen taiwanés se formó en la poesía y el relato breve, un género que nunca abandonó.

En el reciente Sexo tras unos días sin vernos, la editorial Alpha Decay decidió publicar sus relatos completos, una selección de sus libros Bed (2004), Hoy el cielo está azul y blanco con manchas azul brillantes y una luna pálida y pequeña y voy a destruir nuestra relación hoy (2006), y algunos cuentos publicados entre 2006 y el año pasado, donde una sesión de sexo hardcore termina en un ruidoso orgasmo femenino —en el cuento que nombra al libro—; un chico es arrojado al mar por su hermano y termina criado por delfines; un secuestro se convierte en un malentendido familiar; otro chico tiene serios problemas personales con una pared; o una rama en el jardín deriva en una inverosímil metáfora sobre el matrimonio.

Aunque no es la única forma de leer a Tao Lin en español (su mejor libro de cuentos, Hoy el cielo está azul… fue traducido en Argentina por Dakota Editora; en España, Alpha Decay ha publicado todas sus novelas, y en Chile, próximamente, se publicará un volumen de ensayos a través de Los libros de La Mujer Rota), cuando en cincuenta años más haya paneles académicos sobre la Alt lit, Sexo tras unos días sin vernos será gravitante, quizá el mejor de su ruidosa carrera junto a Taipéi.

Ahí aparecen experimentos políticos como “Lisa Jarnot” y “El amor es algo que se vende por más dinero del que existe”, y relatos como “Camino de entrada”, “La pared andante” y “Delfines”: un universo juvenil de obsesiones sexuales, frustraciones literarias y relaciones sentimentales poco comunes, que conversan con animales que hablan, humanos que son animales, relaciones familiares y un absurdo tomado de Ionesco y traducido a la lectura ágil de las entradas de blogs.

Tao Lin opera con los códigos de los Millennials: mínimo, urgente y autorreferente como una entrada de diario con la idea previa de hacer un personaje de quien escribe. Uno tedioso y tan hikikomori como popular.

sexo tras unos dias sin vernos

Lo contrario de la soledad
Sexo tras unos días sin vernos (Traducción de Ismael Attrache)
Alpha Decay, 2015
320 p. — Ref. $20.000

La soledad del hikikomori

Sobre el autor:

Felipe Ojeda (@paniko).

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